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México D.F. Jueves 29 de mayo de 2003
La obra, realizada por artistas mexicanos, cumple dos años de éxito en Alemania
Tacoland, pieza teatral-culinaria donde las nostalgias se cocinan en salsa de chipotle
Es un acercamiento emocional a las personas que viven en el extranjero, dicen sus autores
ALIA LIRA HARTMANN CORRESPONSAL
Braunschweig, 28 de mayo. Tacoland da nombre a una pieza teatral-culinaria que artistas mexicanos residentes en Alemania presentan, por segundo año consecutivo, en la norteña ciudad germana de Braunschweig con notable éxito. La bailarina mexicana Graciela González de la Fuente, ex integrante de la compañía de danza Teatro del Cuerpo y participante en festivales de danza a nivel internacional, emigró a Alemania hace 10 años. Junto con el alemán Dieter Krokauer, director de teatro independiente, son los autores de esta obra que se define como un acercamiento al estado emocional de personas viviendo en el extranjero, lejos de su país natal.
Hablar de "lo extranjero" en Alemania puede por un lado despertar genuinos intereses de aprender de otros mundos, mirar con curiosidad y mostrarse abiertos hacia aquello que aquí no se tiene, pero por otro lado levanta ampollas. La confrontación permanente con el fatídico pasado de guerras y holocausto a que este pueblo está expuesto enmarca en la región del tabú el mínimo atisbo de nacionalismo. Por el contrario, "los extranjeros" llegados con la posguerra para apoyar la reconstrucción del país y que terminaron instalandose aqui, hoy, tras varias generaciones, intentan a veces hasta límites inimaginables mantener su identidad cultural. Ese grupo de extranjeros conforma el 10 por ciento de la población de este país.
La problemática generada tras la caída del muro de Berlín despertó en muchos de los habitantes del Este sentimientos de envidia y resentimiento al verse sin lo que antes tenían y sin poder satisfacer sus nuevas necesidades en lo que habían creído tierra prometida. Entonces se encontraron los culpables: "los extranjeros que vienen a quitarle el trabajo a los alemanes", argumentan estos resentidos que terminan formando parte de grupos de extrema derecha.
''Por favor, pasen a probar''
En el centro de Tacoland se encuentra una mujer mexicana, protagonizada por Graciela González, quien durante dos horas se dedica a cocinar, en este caso albóndigas en salsa de chipotle, tamales de arroz y mole de Oaxaca. La comida, aseguran los autores, es en México un medio de comunicación central y es un agasajo que con frecuencia a los europeos les parece derrochador. La narración de la artista, especie de biografía fictiva, es el resultado de diferentes maneras de ver, de experiencias y descripciones de estados interiores de personas latinoamericanas que han emigrado a Alemania y que fueron entrevistadas como parte de la investigación previa al montaje de la obra.
Amelia Barragán, sicóloga y asistente de la obra, asegura que cuando una persona emigra se ven fracturados los puntos de referencia de la identidad, "algunos viajan con el migrante y otros permanecen en el país de origen, la adaptación y construcción de una nueva identidad es un proceso altamente complejo, los planos emocional, mental, espiritual y social son profundamente afectados, es un tránsito difícil que mucha gente realiza en soledad".
Para los autores de Tacoland cocinar es un procedimiento comparable al proceso interior de la persona que emigra, quien está obligada a "preparar" de nuevo los elementos de su identidad, ingredientes nuevos y en comienzo ajenos se unen a los ya conocidos, se remplazan o se mezclan, los nuevos condimentos desplazan a los viejos pues no tan fácilmente se encuentran en el mercado, los platos tienen que ser sazonados y resazonados esperando que para la persona afectada y los demás sean "comestibles".
Al final de las dos horas en que Graciela cocina, habla, grita, llora, baila, se esconde, la frase final que corona la obra, "por favor, pasen a probar" y en alemán "bittte schön, probieren Sie" deja atónitos a los asistentes. Los extranjeros, muchos mexicanos entre el público, se abalanzan sobre las albóndigas y los tamales con mole. El público alemán imita, pero eso sí, haciendo fila.
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