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México D.F. Jueves 29 de mayo de 2003
Elena Poniatowska/I*
Contra viento y marea
Aunque Raúl Godínez y Verónica Rivera hacen más énfasis en la muerte de Francisco Mayo, el hermano mayor, su libro biográfico México a través de los Mayo abarca la gesta heroica de dos de los cinco hermanos Mayo, Paco y Faustino, que documentaron a nuestro país de 1939 (cuando llegaron exiliados de la Guerra Civil española) hasta 1992, con un archivo de casi 6 millones de negativos considerado el más vasto y mejor no sólo de México, sino de América Latina.
Los cinco hermanos: Francisco, Julio, Cándido Souza Fernández, Faustino y Pablo del Castillo Cubillo, fueron hombres que no vacilaron en exponer su vida con tal de lograr una buena fotografía. Supieron desde un principio que su foto era la noticia, que debía hablar antes del texto, que ninguna descripción por más detallada tendría el impacto de la imagen impresa, que la prueba gráfica es definitiva. A una fotografía es muy difícil darle la vuelta. Cada foto es irrepetible. Los testimonios hablados pueden ser tergiversados, una fotografía jamás. Con razón expresó Julio Mayo: ''Los fotógrafos de prensa somos la infantería del periodismo, porque siempre tenemos que marchar en primera línea (...) ƑEs fácil la profesión de periodista gráfico? Definitivamente, no. Para ejercerla seriamente se requiere, aparte de disciplina y entrega, de muchos sacrificios y privacione''. Cincuenta años más tarde, en 1988, Faustino Mayo habría de decirle a Cristina Pacheco en entrevista: ''Mira, uno tiene que saber hasta dónde puede llegar y con qué recursos cuenta. Yo estoy bien de salud, veo perfectamente, pero me doy cuenta de que mis piernas ya no responden igual. Antes podía correr, ir de prisa al ritmo de una manifestación o de una comitiva, ahora no... Entiéndeme, no dejaré el reportaje gráfico, simplemente trabajaré más tranquilo, con menos prisas. Esas son las que lo matan a uno."
Con lo único que traían del otro mundo, una Leica de 35 milímetros que habían usado durante la Guerra Civil, llegaron Francisco y Cándido a México. Julio pudo alcanzarlos hasta 1947. Además de fotógrafo en el diario Superación, había sido soldado artillero. Tras ser desarmado por militares italianos y encarcelado en el castillo de Santa Bárbara, sólo fue liberado para hacer el servicio militar obligatorio en el ejército de Franco. En cuanto a Faustino, sus fotografías impresionaron a Enrique Líster que lo mandó llamar. Trabajó para El Frente de Teruel y El Paso del Ebro. Su joven hermano Cándido revelaba sus rollos. Paco, el mayor, militante del Partido Comunista, había hecho un reportaje sobre la huelga de los mineros de Asturias que tomaron la mina de carbón. Ya adentro bajó Paco y se rehusó a salir. Acompañó a La Pasionaria, Dolores Ibárruri, a hablar con los mineros y las fotos causaron sensación. A partir de esas fotografías, tanto él como su familia sufrieron la persecución de la policía.
Testigos, los hermanos Mayo son también actores. Hombres de convicciones, izquierdistas, republicanos, era imposible que no se inclinaran por las causas sociales. Padecieron los infames campos de concentración donde fueron maltratados por los franceses. Supieron lo que significa perder una guerra. Venían de un país destrozado, España, en un barco, el Sinaia, que compartieron con otros mil 600 refugiados. El presidente Lázaro Cárdenas les abrió la puerta de México al que saludaron con el puño en alto, cantando La Internacional.
En México, los Mayo se encontraron con una superficie de maíz y de magueyes, de ahuehuetes y de cielo inmensamente azul en el que todavía humeaban los rifles disparados durante la Revolución, un país en construcción del que era muy fácil enamorarse. En vez de cruzarse de brazos, los hermanos Mayo tomaron muchas más fotos de las que habían tomado en la España de la Guerra Civil, y eso que habían retratado a Líster y a La Pasionaria; al general Miaja y al presidente Manuel Azaña; a André Marty y Vittorio Vidali; a las brigadas internacionales y a Ciudad Universitaria; los principales frentes de guerra, Brunete, Teruel, Ebro, y a las sedes del gobierno republicano, Barcelona, Valencia, Madrid, y sus paredes agujeradas por la metralla. En la República mexicana, corrían de los toros al beisbol; de las manifestaciones obreras, las huelgas, los movimientos sociales a las giras de los políticos; del arribismo y la opulencia a las plazas públicas; de los tarahumaras, los chamulas, los voladores de Papantla a la construcción de la Torre Latinoamericana; del Tívoli y del Blanquita a la catedral; de la tragedia de la vida cotidiana al jolgorio. Lo terrible al lado de lo sonriente. Los diversos oficios que ejercen los mexicanos más pobres, que son aprendices de todo y oficiales de nada, pasaron a ser parte de su portafolio como lo hicieron los toros, el futbol, los pleitos callejeros, los vendedores de tacos y de petates, los cilindreros, los campesinos descalzos.
El fotoperiodismo exige valor, presencia de espíritu, iniciativa, oportunidad, rapidez, buenos reflejos, capacidad de entrega. Los Mayo dejaron de dormir y de comer con tal de no perder la noticia. El Kid Azteca, Xavier Villaurrutia, María Félix, Margarita Xirgú, Gary Cooper, Clark Gable, el Indio Fernández, Tongolele, María Antonieta Pons, Manuel Avila Camacho, Cantinflas, Luis Buñuel, Sara Montiel, Jorge Mistral, Raquel Welch, Jayne Mansfield, Marga López y Francisco Rabal hacían cola en el cuarto oscuro en espera del líquido revelador.
Desde luego sus fotografías más reconocidas, las más impactantes, las que han dado la vuelta al mundo, fueron las de Trotski y su asesino traidor, agente de la GPU, Ramón Mercader, que se hacía llamar Jacques Mornard. Documentos históricos resultaron ser la pobre cabeza vendada de Trotsky mortalmente herido y enfundado en una pijama a rayas traído por Natalia, su mujer, el entierro multitudinario de Trotsky y casi 20 años más tarde la fotografía de Ramón Mercader en la Penitenciaría, el negro palacio de Lecumberri, donde lo conocí y estreché su mano (sin saber que era él) y escuché del director del penal, F. Martín del Campo, elogios y más elogios acerca de su capacidad tecnológica. Ramón Mercader era muy apreciado en la cárcel, porque componía todos los aparatos eléctricos de los presos. Sin embargo, a más de 40 años de distancia sigo lavándome las manos. ''Fuera, fuera, asesino de Trotsky".
Personalmente, las fotos que más me impresionan son las del obrero muerto con su madre, tomada en 1952, parecida al Tata Jesucristo de Goitia y la del albañil de sombrero de fieltro, fechada en 1951, que camina como Pedro por su casa sin temor a la hondura del precipicio, sobre una viga en la punta del edificio en construcción de la Torre Latinoamericana, que se ha convertido en nuestro Empire State, el rascacielos por antonomasia.
Raúl Godínez y Verónica Rivera recogen la vida entera de los Mayo a lo largo de más de 200 páginas y establecen una cronología y una bibliografía exacta de sus horas y sus días. Su pesquisa y registro en la hemeroteca es exhaustivo y mueve a la admiración de cualquier estudioso. Leer México a través de los Mayo es darse cuenta de que Raúl y Verónica no han dejado un sólo aspecto sin someterlo al cuidado de su mente inquisitiva y exacta. Todo lo que aquí leemos puede comprobarse, todo es verdad, todo ha sido cotejado con escrupulosa minuciosidad. Puedo atestiguarlo porque tuve el privilegio de entrevistar a Julio Mayo en 1989, para el libro Tinísima. Julio entonces me habló de la muerte de su hermano Paco. Como nunca lo he publicado, doy a conocer aquí algunos fragmentos, en homenaje a estos dos formidables investigadores, Raúl y Verónica:
''Mi madre, Africa, vino en el Mexique, con mi hermana Africa, mi cuñada María Luisa y su hija Luisita, y mis hermanos en el Sinaia en 1939. Yo llegué hasta 1947.
''En España hacíamos fotos Paco, el mayor, y yo le seguía. Cándido era muy joven y todavía no hacía nada. Cándido comienza a trabajar después de la pérdida del Ebro. Paco era faro y guía de toda la familia. Se había iniciado en la aviación militar en el año 29 y permaneció en ella hasta 1931 siendo fotógrafo piloto con plaza en vuelo. Se separó del ejército y se dedicó a la fotografía de prensa. Empezamos de planta en Mundo Obrero y colaboramos en Estampa, en Mundo Gráfico, en El Socialista de Madrid. En 1934, Paco se distinguió por unas fotos feroces tomadas a los moros cuando el gobierno de la República vivió su bienio negro. Para sofocar a los huelguistas, el gobierno mandó a varios batallones moros. Paco tomó las fotos terribles de robos y crímenes cometidos por aquellos salvajes y por si fuera poco se metió en Asturias a la mina en huelga con todos los mineros y se negó a salir mientras no se solucionara la huelga. Hizo fotos a la luz de los candiles de carburo y esas fotos causaron un gran escándalo y le dieron mucho nombre. Perseguido políticamente, la única manera de salvarnos y seguir trabajando era cambiar de nombre, y en vez de 'Foto Souza' nos pusimos 'Foto Mayo', en honor del Primero de Mayo. Durante toda la guerra, 1936, 37, 38, 39, nos llamamos 'Foto Mayo'.''
* Prólogo de México a través de los Mayo, libro publicado por el AGN con el apoyo del CNCA y el Fonca
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