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México D.F. Jueves 29 de mayo de 2003

Caseros iraquíes lanzan a palestinos

Sin el apoyo del derrocado gobierno, desahucios contra unas 650 familias en Bagdad

Robert FISK, Enviado especial en Irak

Bagdad, 28 de mayo. El casero de Ihtidal Hamed, mujer de 80 años de edad, le dio una semana para dejar su casa, en el suburbio bagdadí de Jamila. Ihtidal, quien por supuesto es palestina, hizo la pregunta acostumbrada: Ƒadónde podría ir? "Se llama Alí Jassem Abdul Wahab", contó ella, "y me contestó: 'No es mi problema, es asunto tuyo'. Y aquí estamos ahora." Y alzó las manos, en el usual gesto patético de resignación, hacia el techo de la tienda de campaña donde habita ahora su familia.

De hecho, las docenas de tiendas que se levantan en la tierra del centro deportivo Haifa, en Bagdad, recuerdan aquellas fotografías en blanco y negro de las tiendas palestinas en Cisjordania y en Líbano después de la nakba -la catástrofe- de 1948. Expulsada de su hogar en Jaffa, hace 55 años, Ihtidal Hamed, madre de ocho hombres y cinco mujeres, acaba de ser echada de su casa en Bagdad en 2003.

Se puede culpar prácticamente a quien sea, como ocurre siempre con los palestinos: a los británicos por la declaración de Balfour, a los israelíes por haber despojado a 750 mil de sus casas en 1948 y 1949, a Estados Unidos por su apoyo incondicional a Israel, a Saddam Hussein por albergar a los palestinos con alquileres baratos en casas iraquíes, a los propios palestinos por no reconocer la injusticia del régimen de Saddam, otra vez a los estadunidenses por no evitar las expulsiones de palestinos ahora que son la potencia ocupante en Irak.

Por lo menos 650 familias -más de 3 mil palestinos- han sido echadas de las casas donde vivían en las zonas bagdadíes de Zafaraniya, Jamila y Hurriya. Y han ido a dar a este polvoriento campo deportivo, bajo un calor de 48 grados centígrados.

Aunque tenían un hogar, estos palestinos llevaban una vida pesada. En su edificio, relata Ihtidal Hamed, 18 familias se hacinaban en tres departamentos de dos recámaras, por los cuales el gobierno iraquí pagaba unos 2 mil dólares anuales de alquiler.

Los palestinos gozaban de la protección de la ley iraquí, pero ahora que los estadunidenses han abrogado esa legislación los caseros se han lanzado sobre sus inquilinos en bancarrota. Algunos se mostraron amables y negociaron nuevos alquileres, señala el doctor Qusay Al-Madi, director del centro de Haifa. "Otros dieron a los inquilinos plazos más largos para desocupar. En algunos casos el alquiler que se pagaba era muy bajo, de dos dólares al año, y no culpo a los caseros por querer recuperar sus propiedades; de lo que los culpo es de la crueldad con que algunos trataron a sus inquilinos."

Muchas familias palestinas se encontraron con iraquíes armados que les exigían desocupar de inmediato. En la escuela secundaria Jamila al-Tika, según Amer Younis, pariente de Ihtidal Hamed, los estudiantes iraquíes se presentaron con rifles Kalashnikov para echar a sus compañeros palestinos. "Entraban a los salones con las armas y les decían a nuestros hijos que se fueran", relata. "Váyanse de Irak, les gritaban. ƑPor qué nos hacen esto? Los palestinos hemos estado en Irak desde 1948, mucho antes de que existiera Saddam."

Ni qué decir que la historia no es tan simple. Saddam, por ejemplo, alardeaba de su apoyo a la causa palestina, rugía en desafío a Israel mientras suprimía toda oposición en Irak, con lo cual aisló a los palestinos de la población nativa. Todavía hoy el doctor Al Madi estaba dispuesto a decir que Saddam era "un buen hombre para los palestinos", mientras sus colegas lo observaban con palpable vergüenza.

Pero incluso la historia se vuelve contra los palestinos de Irak. La mayoría de ellos llegó de Jaffa, y los relatos de la huida de sus padres y abuelos de Palestina están en-vueltos en las batallas libradas en ese tiempo entre las nacientes fuerzas armadas israelíes y el Ejército Arabe de Liberación, que se había desplazado desde Palestina para combatir a Tel Aviv. Al huir de sus hogares hacia el este, unos 5 mil palestinos de Jaffa se encontraron en Jenin, que en ese tiempo estaba bajo el control pasajero del ejército iraquí, el cual combatía bajo los auspicios del Ejército Arabe de Liberación. Cuando los iraquíes se retiraron hacia el otro lado del río Jordán se llevaron a los palestinos... hasta Bagdad.

La reina Alia, esposa del monarca iraquí, anunció entonces que Bagdad cuidaría de cualesquier refugiados que lograran llegar al río Tigris. Pero sus descendientes -unos 35 mil palestinos viven hoy aquí- son cada vez más despreciados por una población que se resiente contra cualquiera que tenga la más remota causa para sentir gratitud ha-cia Saddam Hussein.

Conforme a las reglas establecidas en 1948 y 1949, las autoridades iraquíes tomaron a su cargo la ayuda a los refugiados, con lo cual los privaron de cualquier apoyo de la Agencia de Socorro y Trabajos para los Palestinos de Naciones Unidas.

La invasión angloestadunidense cobró su propia cuota entre la comunidad palestina de Bagdad. Tres estudiantes y un niño fueron muertos en ataques aéreos estadunidenses y más de 40 resultaron heridos cuando un jet arrojó bombas de racimo sobre el barrio palestino de Baladiat, muchas de las cuales cayeron en jardines y techos de las casas de dos pisos.

En los primeros días posteriores a la guerra hubo ataques a familias palestinas, en uno de los cuales -el 11 de abril- se lanzaron dos bombas al balcón de una casa en el vecindario de Hurriya, que mataron a un bebé de siete meses, Rawand Sulieman.

Human Rights Watch ha recomendado que Estados Unidos y otras potencias ocupantes brinden protección -ya sea policías o soldados- a los palestinos de Bagdad, eviten nuevos desalojos y detengan a quien ataque a los no nacionales de Irak. Mientras tanto, el calor de hornaza del verano iraquí comienza a blanquear las verdes tiendas de campaña de Naciones Unidas levantadas en el centro deportivo de Haifa, y al norte se ha despejado una gran extensión de campos de tierra, cubiertos de basura, para las próximas familias palestinas condenadas a sufrir un segundo desalojo.

© The Independent

Traducción: Jorge Anayamdf18604

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