México D.F. Jueves 29 de mayo de 2003
La meta de los bolivianos es tomar el poder; los mexicanos aspiran a organizarse
Carecen pueblos indígenas de AL de un proyecto consensado de nación
Tardías, las respuestas a situaciones como la aprobación de la reforma: López Bárcenas
MATILDE PEREZ U.
En la búsqueda de su proyecto de nación, los pueblos étnicos de Latinoamérica carecen de una visión consensada y unificada. Mientras para los bolivianos su meta inmediata es llegar al poder, los mexicanos no encuentran el modelo para articular en el ámbito nacional los movimientos regionales y locales que emergen en respuesta a las injusticias agrarias, sociales y en rechazo a la explotación de los recursos naturales, expusieron ayer representantes de organizaciones, académicos y el relator especial para los Derechos de los Pueblos Indígenas de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Rodolfo Stavenhagen, durante las Jornadas latinoamericanas. Movimiento indígena, resistencia y proyecto alternativo.
El diputado boliviano Felipe Quispe, integrante del Movimiento Indio Pachacuti, apuntó que han sido largos años de trabajo en las comunidades y de intensa lucha que derivaron, en las elecciones de 2002, en el arribo de 36 diputados indígenas al congreso de Bolivia, pero la intención es "llegar al poder, lograr el control del Estado, ser dueños de nuestro suelo y subsuelo. Por el momento vamos a internacionalizar nuestra lucha".
Ante un público que colmó el auditorio del anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso, el representante aymara destacó que la presencia de indígenas en el congreso no significa que los bolivianos vayan a detener sus protestas ni el análisis de sus estrategias y tácticas de lucha. "El movimiento está en pie de lucha; la toma del poder palpita en cada mente indígena."
Alvaro García Linera, catedrático de la Universidad Mayor de San Andrés, puntualizó que ahora el movimiento indígena de Bolivia tiene tres tareas: unificar sus fuerzas y eliminar sus diferencias internas; tener capacidad de articulación para "seducir y conducir" a los sectores medios, y tener un proyecto de país político y económico, no ver solamente el poder como un administrador del modelo republicano actual, que ya está agotado.
Cuando los bolivianos exponían sus experiencias, miembros del Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón y del Consejo Ciudadano Unihidalguense desplegaron mantas y cartulinas en demanda de la liberación de los presos y el cese del hostigamiento y las amenazas contra dirigentes oaxaqueños.
Por la tarde, Francisco López Bárcenas, de la Coordinadora de Apoyo a los Pueblos Indígenas, puso el dedo en la llaga: "si bien los movimientos indígenas de México cambiaron, a partir de 1994, sus estructuras y discursos, hay un agotamiento de la organización". Prueba de ello es que después de la marcha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a la ciudad de México, llamada Color de la tierra, a la que se unió el Congreso Nacional Indígena (CNI), los pueblos se fueron a sus casas y las respuestas a situaciones como la aprobación de la llamada ley sobre derechos y cultura indígenas fueron tardías.
Actualmente, agregó, esos movimientos que se unificaron alrededor del CNI no son capaces de "articular los movimientos regionales y locales que emergen, quizá porque no hemos dado en el clavo en el tipo de organización que quieren los pueblos indígenas".
En este contexto, alertó López Bárcenas, pareciera que hay un plan de represión contra los pueblos indios, y señaló los casos que en Oaxaca, Chiapas y Guerrero están llevando a la confrontación entre pueblos o son sujetos de represión. "Esos estados se están convirtiendo en un laboratorio del gobierno, así lo demuestran las respuestas aisladas y la indolencia de la autoridad hacia esos conflictos."
Asimismo criticó a la Asamblea Nacional Indígena por la Autonomía, organización que creyó en las promesas del presidente Vicente Fox, cuyas respuestas a esos presuntos cambios hacia los pueblos indígenas "son sólo simulaciones".
Por la mañana, Rodolfo Stavenhagen mencionó que el movimiento indígena está emergiendo a nivel internacional y llama la atención hasta de organismos económicos como el Banco Mundial, que aparentemente están ajustando sus políticas.
Sin embargo, por el proceso de globalización continúa la destrucción de la economía indígena de subsistencia y de su cultura, y existe una creciente pobreza y desesperación, lo que está contribuyendo a crear los escenarios de violencia.
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