México D.F. Miércoles 28 de mayo de 2003
Quieren prestaciones
Cesan a gasolineros que pretenden crear un sindicato
FABIOLA MARTINEZ
Miles de empleados que atienden las gasolinerías del país continúan en el grupo de los 10.6 millones de asalariados que laboran sin prestaciones ni seguridad social.
Algunos decidieron luchar por ser reconocidos como trabajadores, "con todas las de la ley", pero hasta ahora su intención se ha convertido en un sueño lejano y en un gran enjambre de trámites que muchas veces no entienden ni comprenden.
Desde 2000, decenas de despachadores de combustible empezaron un largo proceso de solicitudes, recuentos, firmas y demás trámites ante la autoridad laboral local para conseguir su objetivo; sin embargo, la sola aspiración a un salario base les ha costado despidos y represalias.
En este sector -en el que sólo en el Distrito Federal participan unos 12 mil empleados- rige con fuerza la ley de la oferta y la demanda laboral. Aquí la propina es el único ingreso, pero casi siempre representa más de uno o dos salarios mínimos al día.
Sabedores de ello, los patrones les hacen saber que no habrá más, que no modificarán su actitud. "Y si les parece", advierten, "porque de lo contrario la puerta del despido está siempre abierta", ya que hay una larga fila de desempleados que están dispuestos a arriesgar su salud despachando gasolina a cambio únicamente de las gratificaciones que dan los clientes.
De despachadores de combustible a vendedores de tortas
Pero también por esa situación abundan las presiones hacia los empleados, quienes tienen muchas obligaciones pero ninguna retribución fija.
En ese caso se encuentran los trabajadores de la estación de servicio Río Tuerto, ubicada en el perímetro de la delegación Iztapalapa, propiedad de Ramón Aja Gómez. La irritación de los empleados llegó al límite hace poco, cuando el patrón les ordenó vender tortas a los clientes. Doce tortas al día por isla, cuyo costo salía, en principio, de la bolsa de los gasolineros. Posteriormente ellos trataban de negociarlas con los clientes.
Ante la rebeldía de los despachadores de gasolina comenzaron los despidos y las persecuciones, hasta que dos años después, aun con el laudo de las autoridades que les permite organizarse en sindicato y demandar a sus empleadores la firma de un contrato colectivo, Aja Gómez les advirtió que no dará nada. Ni un centavo en prestaciones.
Su principal aspiración no es aguinaldo o vacaciones pagadas, sino derecho a seguridad social o incapacidad por enfermedad o accidentes de trabajo. Por lo demás se lucha después, afirman. En tanto siguen 11 empleados fuera, despedidos. A pesar de tener documentos avalados por la Junta de Conciliación y Arbitraje, Aja Gómez les advirtió que no reconocerá al sindicato. Los que quedan, si así lo decide el patrón, seguirán reccibiendo propinas y vendiendo tortas "šmalas, para acabarla de amolar!", expresan.
|