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México D.F. Lunes 19 de mayo de 2003

Uno persigue el brillo de la vida es el título de la producción del compositor y sus Leones

Mi nuevo cidí sintetiza ideales y amor, afirma Guillermo Velázquez

"Testimonia lo que en los años 70 y 80 compartí con mucha gente", expresa En el trabajo discográfico participan Oscar Chávez, Mexicanto, Hebe Rosell, Guillermo Briseño y Nina Galindo

"Siempre es tiempo de evaluar lo que se ha hecho y pensado, no sólo ahora, cuando la guerra de Estados Unidos contra Irak ha dado nueva vida a la obra de cantantes y compositores que parecían rebasados por la historia", expresó Guillermo Velázquez (Distrito Federal, 1948), quien al frente de Los Leones de la Sierra de Xichú, su grupo de batalla desde hace varias décadas, da a conocer un nuevo disco que sintetiza ideas, ideales, puntos de vista, amor y hermandad de compañeros de lucha, "contra los Bush de ayer y hoy", titulado Uno persigue el brillo de la vida (Ediciones Pentagrama).

En el disco participan Oscar Chávez, Mexicanto, Hebe Rosell, Guillermo Briseño y Nina Galindo, quienes han desarrollado diversos proyectos con Velázquez, en su búsqueda de brillo, de luz vital. En la solapa del cidí, el profesor Carlos Montemayor dice que el citado artista y sus Leones son "una de las expresiones más poderosas y bellas del canto en México". El autodenominado "guitarrero" es eso y más, pues ha expresado con su talento los sueños íntimos y sociales de quienes hoy frisan los 50 años.

Rabia contra la adversidad

En cada uno de los temas del cidí hay coraje, rabia, por las circunstancias adversas de los trabajadores, de los jornaleros, de las amas de casa, y reclamos "a los del otro lado", a los ricos, a los explotadores, quienes se benefician de la plusvalía. No se queda ahí, hay optimismo para ver hacia delante, para buscar el brillo de la vida.

A la caída del socialismo real, Velázquez, al igual que muchos de sus contemporáneos, sufrieron el ninguneo de quienes los consideraron soñadores, seguidores de lo fatuo, de haber estado equivocados, de ser esquemáticos, de haberse dejado guiar por el infantilismo político y de haber estado bajo el halo del socialismo, del marxismo, del guevarismo. Aguantó vara. Hoy ve lo que pasa, en las noticias de corte internacional, toma aire, reflexiona y sonríe, para sí.

Los recuerdos vienen de golpe. La vida da oportunidad -a veces se tarda- para pequeñas o grandes "venganzas".

"Comprendes que la historia/ México y Marx/ son ya en lugar de euforia/ un blues de sax", escribió en Un blues por Marx, el tema ocho del cidí, con arreglo y voz de Guillermo Briseño.

En entrevista, Velázquez precisó que aunque los arreglos son de corte moderno, "actual", no rompen con lo que ha desarrollado desde hace más de 20 años -los temas del cidí son una selección de su trabajo desde 1978-, entre décimas, poemas y valonas. "Es un disco que testimonia lo que en los años 70 y 80 compartí con mucha gente; los sueños, las utopías de querer cambiar cosas a fondo en el país y en el mundo. En la República aún hay gente que se entregó a eso con mucho coraje y optimismo, con inteligencia y sensibilidad.

"Uní eso, más el huapangueo, que es mi fundamental forma de expresarme, artísticamente. En mi caso ha pesado más la palabra que las ideas. Al correr del tiempo, lo que más se conoce es lo que tiene que ver con los contenidos sociales y políticos, pero he tratado de cultivar la oralidad. He buscado ser un oficiante de la palabra."

-¿Qué queda de todo lo que hizo el grupo de artistas del que usted forma parte?

-Lo principal: los principios, la condición de que es posible seguir soñando, de que son posibles las utopías, de que hay que seguirle apostando a la vida, como ahora, en la coyuntura de la guerra absurda (contra Irak).

"Como persona, la guerra de Estados Unidos contra Irak me revalida la convicción de que la lucha por valores como la justicia, la dignidad, la diversidad, la libertad, no cambia jamás. Hoy se vuelve a poner de moda la canción de León Gieco Sólo le pido a Dios. ¡Hasta los de La Academia la cantan! La gente de los años ochenta, cuando se derrumbó la escenografía del socialismo, se desencantó, pero eso fue más por condiciones subjetivas. Pensé: algo que no hay que perder en este momento crítico es la memoria, ni de los triunfos ni de las derrotas. Cuando se pierde la memoria se marchita la vida".

A huapanguear

Velázquez es un maestro del huapango arribeño, que definió como uno de los géneros del son mexicano, que se distingue de otros en que vincula la poesía pública, el pregón del trovador. "Es la palabra pregonada. Eso no se aprende; se trae y se desarrolla. Hay gente que no estudió y le salen las décimas. Son excelentes trovadores. Yo abrebé de ellos desde niño; se me reveló el destino, a los veintitantos años".

Estudió en un seminario, inducido por un párroco. "No sólo no me trituró -pasar por el seminario-, sino que me ayudó a elegir mi vocación artística, la verdadera. Se impone lo poderoso."

No ha sido lector de textos marxistas, pero reconoce la influencia de la persona, la autoridad moral de Ernesto Che Guevara. Sobre Cuba, dice que el voto de México en contra respecto de los derechos humanos, y la pena de muerte, le despiertan sentimientos en contra. "Pero en mí prevalece la defensa del proyecto en la isla, de su revolución, con todo y sus defectos. El presidente George W. Bush sólo me provoca náusea".

Le inquietan los temas de la migración, del agro, la confrontación inevitable entre la tradición y la modernidad, el de la mujer que empieza a tener otra mentalidad. De los héroes de guerra en el Golfo Pérsico, de origen mexicano, señaló que "es un show el que montan; no reconocen los derechos laborales de millones".

Las topadas

En Guanajuato y en estados circunvecinos, él y sus Leones se dan a las topadas ("combate de dos poetas, acompañados de músicos, que puede durar de 10 a 12 horas"). La topada no es un performance, y la gente baila. "No es un espectáculo, sino un largo ritual".

Considera que el huapango tendrá larga vida, aunque ahora coexistamos con los gruperos. "Lo que puede afectar al huapango es la pérdida de la memoria histórica, de la tradición. Ni siquiera la pérdida de las técnicas de tocar.

"La poesía del huapango arribeño está renovándose, para bien. No se está estancando ni ideologizando; hay resultados nuevos, frescura, otros temas."

Velázquez ha grabado, con su grupo, 22 discos. "Eso (el deseo de tener un disco más) no nos provoca ansiedad; le apostamos al trabajo creativo".

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