México D.F. Lunes 19 de mayo de 2003
En mayo de 2001, el presidente Vicente Fox ofreció todo su apoyo a los deudos
Promesas rotas y olvido, saldos de la muerte de siete veracruzanos en Yuma
Las becas para los huérfanos nunca llegaron y tampoco los créditos para changarros
ALBERTO NAJAR ENVIADO
Sierra Baja de Atzalan, Veracruz, 18 de mayo. Aquí, donde hace dos años salieron siete de los 14 mexicanos que murieron en el desierto de Yuma, Arizona, el mensaje para los familiares de quienes perecieron en la caja de un tráiler en Victoria, Texas, es directo: no crean en las promesas de ayuda del gobierno del presidente Vicente Fox Quesada.
En mayo de 2001 el mandatario se comprometió a ''echar el guante'' a los polleros que abandonaron a los indocumentados y ofreció, además, todo su apoyo a los deudos. No ha cumplido.
Hoy, cercano el segundo aniversario de la tragedia, los familiares de las víctimas siguen en las mismas condiciones de miseria que intentaron conjurar con el viaje a Estados Unidos.
Ni una sola de las ofertas se hizo realidad: las becas escolares para los hijos de las víctimas nunca llegaron; los créditos para instalar un pequeño negocio o mejorar la producción de las parcelas no aparecen, y los empleos que se ofrecieron en el ayuntamiento se esfumaron.
Ni siquiera se buscó a los responsables de llevar a los veracruzanos hasta Yuma: Misael Vázquez, el pollero local que los sacó de Atzalan, vive muy tranquilo en su casa de la comunidad El Azotal. Por eso, la nueva promesa del Presidente causa indignación.
Recomendación a familiares de muertos en Texas
''Ojalá que ellos corran con mejor suerte, porque a nosotros nos abandonaron, no cumplieron nada de lo que prometieron. Ojalá a ellos les vaya mejor'', dice Juana Hernández Sánchez, viuda de Lorenzo Hernández Ortiz, uno de los fallecidos en Arizona.
-ƑQué pensó usted cuando supo de la tragedia de Texas?
-Me dio tristeza, porque las familias van a empezar a sufrir lo que pasamos nosotros; pero también sentí coraje, porque nomás hablan por hablar. Si el Presidente no va a cumplir, Ƒpara qué abre la boca?
Tiene razones para quejarse. El gobierno de Veracruz le ofreció becas para que sus cinco hijos siguieran en la escuela, pero nunca llegaron. También hubo la oferta de un crédito para changarro, ''de esos que dice el señor Fox'', pero tampoco se concretó.
''Nadie ha venido a saber de nosotros, a preguntar si todavía estamos vivos'', lamenta. ''Puros periodistas son los que llegan, y eso de vez en cuando.''
El abandono raya en burla. El año pasado, en la comunidad El Equimite, a media hora de San Pedro, se realizó una ceremonia para recordar el primer aniversario de la tragedia.
Fue un acto político. Juan Hernández, quien por esa fecha era todavía responsable de la Oficina Presidencial para Atención de Mexicanos en el Exterior, llegó en helicóptero junto con la entonces secretaria de Gobierno de Veracruz, Nohemí Quirasco. El presidente municipal, Ramiro Barradas Viveros, llevó mariachis y comida para todos; también construyó un monumento en memoria de los muertos en Yuma.
''Todo mundo por aquí decía que iban a la fiesta, hasta mataron dos vacas'', se queja doña Juana. ''A mis hijos los pasaron al frente, nomás para hacerlos llorar; luego ese señor (Juan) Hernández nos dijo que les iba a dar una beca a cada uno de mil pesos al mes, para que no dejaran la escuela. Hasta se comprometió a que iban a traer el dinero hasta la casa, para no gastar en camiones.''
-ƑY llegó la ayuda?
-Ni un centavo, todo fue una burla. ƑCuánto gastaron en mariachis, cuánto les costó el helicóptero? Ni siquiera fueron buenos para decir 'ten cien pesos para que le compres huaraches a tus hijos'. Nada, ni siquiera hablar por teléfono para avisar que no viene el dinero. Si hacen algo este año yo no voy a ir, no les voy a servir de pretexto.
Por ahora doña Juana tiene otras razones para preocuparse: la semana pasada la encargada de distribuir los recursos del programa Oportunidades amenazó con borrarla de la lista ''por chillona'', según mandó decir con uno de sus hijos; en esta zona donde no hay autoridad para quejarse la advertencia es seria.
Por falta de dinero, su hijo mayor, Nahúm, tendrá que abandonar la escuela. ''Es lo que más me duele, confiesa, porque Lorenzo se fue por eso, para que sus hijos no dejaran de estudiar. Y ya ve de qué sirvió su muerte.''
''ƑPa'qué sirven las promesas?''
La semana pasada en la sierra de Atzalan la temperatura llegó a 38 grados centígrados. Estaba fresco: en Martínez de la Torre el termómetro subió a 45 grados, demasiados incluso para los martinenses acostumbrados al bochorno de su región.
Fue por el calor que Irma Vázquez Landa, viuda de Mario Castillo Fernández, salió frente a su casa para refrescarse, y entonces supo de la muerte de mexicanos en Texas.
Le ganó el dolor. Con todo y el bochorno regresó a su vivienda de un solo cuarto, construida por su marido en la comunidad Cuatro Caminos. Ya no salió en toda la tarde.
''Volví a sentir lo mismo de hace dos años, cuando me avisaron de Mario'', cuenta en el mismo sitio donde la sorprendió la noticia. ''Pobres familias, ahora van a tener que pasar muchos sufrimientos.''
A Irma Vázquez, el gobierno del estado también le ofreció becas escolares para sus dos hijos, Yeseni, de 6 años, y Jovan, de 7; promotores de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) prometieron un crédito para instalar de nuevo la tienda que le dejó su marido y que se perdió con los gastos del funeral. Hasta escuchó la promesa de un empleo en el ayuntamiento.
Dos años después... nada ha recibido, ni siquiera la invitación al homenaje luctuoso, porque no es católica y el acto incluye la celebración de una misa.
Hasta ahora se mantiene con el apoyo de sus hermanos y de vez en cuando lava ropa ajena para sacar unos pesos. No se puede más porque en doña Irma el recuerdo sigue fresco, tanto, que todo el primer año se la pasó enferma de los nervios, según platicó su suegra, Clemencia Fernández. ''Ya estaba pensando en ir al ayuntamiento a preguntarles si me van a dar o no el trabajo, si no para buscar una pensión o algo'', dice Irma. ''Pero no he tenido dinero para el camión.''
-ƑSupo de la promesa de ayuda a los deudos de las víctimas de Texas?
Se tarda en responder. No le gusta el tema. Llora. Pero al final dice:
''Les van a prometer mucho. A ver si a ellos les cumplen.''
Se despide y entra a su casa. Hace menos calor, pero el infierno es el mismo.
Cerca de allí, en El Equimite, don Ranulfo Barreda Herrera confiesa que se le ''retorcieron las tripas'' cuando escuchó el compromiso del presidente Fox para ayudar a las familias de los muertos en Victoria, Texas.
''Es mentira, pura mentira; si quisieran hacer algo ya lo hubieran hecho. Allí anda el condenado coyote bien tranquilo y no lo agarran; yo no sé qué esperan para encerrarlo'', exclama y con ello alarma a dos de sus nietas.
Don Ranulfo perdió a su hijo y a su nieto, ambos de nombre Raymundo, y dos años después todavía no puede resignarse, quizá porque eso es lo último que busca.
''Yo quiero justicia, eso es lo que prometió el gobierno y no lo ha cumplido; le digo, allí está el tal Misael (el pollero) muy campante, como si nada hubiera pasado, como si no le importaran las vidas de esos muchachos que llevó a la muerte. Eso lo sabe el gobierno, lo sabe el comandante de la (Policía Judicial) Federal que le dieron el caso.''
Más que indemnizaciones, empleos o siquiera un apapacho de los candidatos en campaña, esta es la carencia que más resiente, tal vez porque él fue policía en su juventud.
Es el verdadero problema, insiste don Ranulfo.
Si no hay justicia ''Ƒpa'qué sirven tantas promesas?''
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