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México D.F. Sábado 17 de mayo de 2003
VIOLENTA Y CONTINUA OFENSIVA CONTRA PEMEX
Es
reciente el chantaje de la mayoría republicana en el Congreso estadunidense,
que ofreció discutir el problema de los inmigrantes mexicanos indocumentados
(trágicamente evidenciado en la muerte por asfixia de 18 personas
en Texas) sólo si México restructuraba Petróleos Mexicanos
(Pemex) y abría a los capitales privados, sobre todo estadunidenses,
la producción y la comercialización de los hidrocarburos
(petróleo y sus derivados, y sobre todo gas, cada vez más
vital que el crudo). Por otro lado, ya el 21 de enero de este año
el diario The New York Times sostenía que el presidente Fox, para
reformar México, necesitaba cambiar radicalmente a Pemex, y en apoyo
de su tesis (que era también una exigencia) publicaba una asombrosa
entrevista al director de la paraestatal, Raúl Muñoz Leos,
quien daba un cuadro negro sobre la empresa diciendo que enfrentaría
a corto plazo un colapso si no llegaban pronto miles de millones de dólares
del exterior, y concedía argumentos a los que presionaban para privatizarla,
al sostener que Pemex perdía mil millones de dólares anuales
debido a la corrupción.
Por su parte, el Senado de nuestro país ha recibido
hasta ahora tres versiones sucesivas (junio, agosto y diciembre del año
pasado) de los Contratos de Obra Pública sobre la Base de Precios
Unitarios (conocidos como Contratos de Servicios Múltiples) que
Pemex Exploración y Producción pretende realizar con las
grandes compañías trasnacionales (léase estadunidenses)
para que éstas exploren y produzcan hidrocarburos en México
paralelamente a la empresa nacional (que, recordémoslo, aporta la
mayor parte de los ingresos estatales por concepto de impuestos). Tales
proyectos tienen en común que violan la Constitución y la
legislación secundaria, que aseguran exclusivamente al Estado las
actividades relacionadas con los hidro- carburos. Además, atribuyen
concesiones hasta por 20 años y aseguran al contratista privado
prerrogativas superiores a las de Pemex, a las cuales el primero se sustituiría
con enormes ventajas. Como es sabido, desde hace rato el Partido Acción
Nacional pide tenazmente la aprobación de este tipo de contratos
leoninos para Pemex, mientras la empresa es demonizada por su propio director
y por el gobierno panista. Por ejemplo, en coincidencia con lo que plantean
los republicanos sobre la reforma de Pemex y su privatización total
o parcial, el secretario de Economía, Fernando Canales Clariond,
reiteró el jueves anterior, en el quinto Congreso Internacional
de Cadenas de Valor, la necesidad de aprobar una reforma que permita la
inversión del sector privado nacional e internacional en el sector
de los hidrocarburos.
Surge entonces la pregunta: si Estados Unidos tiene en
México su segundo proveedor de petróleo y derivados (y es
además un abastecedor cercano y seguro) y si ese país compra
la mayor parte de los hidrocarburos nacionales (y vende gasolina a nuestro
país), ¿por qué quiere ampliar su dominio casi total
sobre estos recursos vitales? La respuesta es simple: está en búsqueda
de lo que aún no tiene, en busca del gas, del control de la comercialización
y de la distribución (áreas que permiten buen margen de ganancia),
en busca de información clave sobre las zonas más productivas
y las reservas, con vistas al control total del mercado mundial de hidrocarburos,
particularmente cuando comiencen a agotarse y sea fundamental asegurar
su posesión monopólica.
La corrupción en Pemex es indudable, pero se puede
combatir, sobre todo rompiendo la alianza, que el gobierno busca reforzar,
con la burocracia sindical petrolera y con el Partido Revolucionario Institucional.
La empresa puede y debe ser renovada, pero para eso debe disponer de los
sectores más lucrativos de la explotación de los hidrocarburos
y no ser en cambio alejada de ellos. El problema ingente de la emigración
no debe servir para mantener a Pemex como rehén o pieza de cambio
en un chantaje político inmoral e inadmisible. Los proyectos anticonstitucionales
y lesivos para el interés nacional, por consiguiente, deben ser
enterrados. Los fondos para renovar la producción de hidrocarburos
pueden ser encontrados en otras fuentes (también relacionadas con
la corrupción), como los regalos a los banqueros, al estilo del
famoso Fobaproa.
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