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México D.F. Sábado 17 de mayo de 2003
REPORTAJE /LA
MAGIA DE LA CULTURA MEXICA EN BERLIN
Los dioses de Tenochtitlán por fin llegaron
a Alemania
Una milenaria comitiva se aposentó en el palacio
Martin-Gropius Bau
PABLO ESPINOSA Y ALIA LIRA ENVIADO Y CORRESPONSAL
Berlin, 16 de mayo. Llegaron a Berlín por
tierra, por agua, por encima y por debajo del Canal de la Mancha. Atravesaron
bosques, lagos y campiñas. Iluminaron en su andar con su milenario
resplandor los cielos oscuros de Inglaterra y el aire limpio de Alemania.
Los dioses mexicas abandonaron su aposento temporal en Londres el 22 de
abril, donde habitaron durante cinco meses un palacio victoriano, deslumbraron
los ojos de cientos de miles de personas y emprendieron nuevas jornadas
por carretera y nudos náuticos para finalmente recibir hospedaje,
luego de vicisitudes varias en el camino, en un majestuoso palacio renacentista
justo en el centro de Berlín.
Son cerca de 500 los entes que ahora se presentan en la
capital alemana, en la ciudad de Alexander von Humboldt. Son los dioses
de México-Tenochtitlán. Viajan con sus mujeres, con sus siervos,
con sus bártulos, sus ofrendas, entierros, sus códices y
vestigios varios. El majestuoso imperio mexica está de viaje. Toda
esta milenaria comitiva dejó momentáneamente su casa, en
la ciudad de México, en octubre pasado, y en la capital británica
se le sumaron contingentes que dejaron su cuna hace 500 años y ahora
viven en distintas ciudades europeas. Todos se rencontraron, luego de cinco
siglos, para compartirle al mundo la grandeza de una cultura antigua que
aún persiste y que no deja de ser admirada por el mundo entero.
Majestuoso palacio
En
el conjunto arquitectónico Potsdamer Platz conviven, a su vez, entes
arquitectónicos de vario linaje. Algunos de ellos superan en edad
a los mexicas. El viejo mundo. Los edificios reconstruidos debido a la
destrucción de una guerra moderna, conviven ahora con bebés
arquitectónicos cuya paternidad tiene nombres célebres. Renzo
Piano es uno de ellos.
En esta convivencia de estilos, conceptos, fachadas y
prodigios se ubica el Martin-Gropius Bau, majestuoso palacio de inspiración
renacentista que terminaron de construir e inauguraron en 1881 los arquitectos
Marin Gropius y Heino Scmieden, y que hoy día es el espacio museístico
más importante de Berlín. Las exposiciones más espectaculares
se presentan en este sitio y es lugar de honor para los dioses mexicas
que viajaron desde Londres y que desde este sábado conviven con
el público berlinés.
El aposento es grandioso y es idóneo para la espectacularidad
de la exposición Aztecas (Azteken). La Jornada
visitó en distintas ocasiones el palacio Martin-Gropius Bau
durante las dos semanas previas a la inauguración de la muestra
y pudo constatar distintas etapas del montaje. En todo momento resultó
sumamente emocionante, conmovedor, observar cómo las piezas llegaban
a su destino, eran destapadas; los tráilers, los contenedores, las
cajas, y los ojos de asombro de los berlineses se iluminaban por completo.
Choferes, ujieres, profanos y especialistas por igual trocaban su asombro
en maravillas. Un grupo de expertos alemanes trabajaban concentrados en
el privilegio de montar una exposición de importancia tan enorme.
Arqueólogos alemanes y mexicanos abrían cajas, colocaban
piezas en su nuevo sitio, descorrían velos, disponían el
teatro de las acciones para que todo quedara listo para los ojos del mundo
desde Berlín.
Gereon Sievernich, director del Martin-Gropius Bau, resume
así su beneplácito: ''Es una exposición única,
de las mejores que hemos tenido aquí. Es hermosa en su conjunto".
Es un anfitrión estupendo. Cada rincón del museo, cada persona
que se encuentra en el camino, cada caja, cada pieza son mostradas a La
Jornada con dedicada atención.
Uno de los muchos curadores de otros países que
conviven en el palacio Martin-Gropius Bau, William C. Siegman, del Museo
de Arte de Brooklyn, comparte el beneplácito: ''Aztecas es
una exposición sin precedente, su contenido supera las expectativas
de cualquier especialista de otros países respecto de la cultura
mexicana prehispánica. La belleza y el valor cultural de cada una
de las piezas es una verdadera maravilla".
La Coyolxhauqui, única réplica
La curadora de Aztecas en la capital alemana es
Maria Gaida, quien a su vez es directora del Museo Etnológico de
Berlín, que posee la más grande e importante colección
de arte prehispánico mexicano y latinoamericano en Europa. Una parte
importante de la muestra está completada de manera privilegiada
por piezas provenientes precisamente de esta colección y que llegaron
a Alemania en manos de Alexander von Humboldt y otros viajeros.
El visitante que hoy día puede entrar al palacio
Martin-Gropius Bau llegará de manera lógica a un enorme patio
central, bajo techo, que abarca una extensión monumental entre los
3 mil metros cuadrados destinados para la muestra. En este gran patio central,
la arqueóloga Maria Gaida ha dispuesto una reconstrucción,
con las piezas originales provenientes de México, de la gran plaza
central del antiguo México-Tenochtitlán y su Templo Mayor.
En uno de los corredores laterales del enorme patio reposa
la diosa Coyolxhauqui, única pieza que por su peso y dimensiones
no viajó desde México y se exhibe en réplica. El resto
del medio millar de obras son originales y muchas se muestran por primera
vez inclusive para los ojos de los arqueólogos mexicanos que viajan
con la responsabilidad de ese patrimonio de la cultura mexicana.
Federica Sodi Miranda, subdirectora de Arqueología
del Museo Nacional de Antropología, y Patricia Ochoa, viajan desde
México con 85 por ciento de las piezas que componen la magna exposición.
''Es la primera vez -manifiestan- que una muestra exclusivamente de arte
mexica o azteca sale de México. Por lo general la gente está
más interesada en el área maya o en exhibiciones que reúnan
todas las culturas que se desarrollaron en México. Lo interesante
fue traer de todas partes del mundo las mejores piezas del arte azteca
que salieron después de la Conquista.
''La exposición fue ideada por Felipe Solís
Olguín, director del Museo Nacional de Antropología, y por
Eduardo Matos Moctezuma, que estuvo mucho tiempo en el Templo Mayor y realizó
esas excavaciones. Ver todas estas piezas juntas por primera vez en la
historia resulta muy impactante."
Las piezas que se exhiben por primera vez provienen de
Alemania, Inglaterra; de los museos Metropolitano y el de Historia, de
Nueva York; también de Portugal, España, París, Suiza,
Austria, Italia, Dinamarca; del Museo Ermitage, del Museo Británico,
en total 64 instituciones.
''Fue muy importante haber logrado conjuntar y resolver
todas las normas, que son distintas en cada país, de los distintos
museos y colecciones involucrados."
Primicias desde México
De
México también provienen primicias, explica Patricia Ochoa:
''Por ejemplo, cuatro pebeteros que no habían sido exhibidos y que
fueron descubiertos en 1997 en Tláhuac. La labor de restauración
fue increíble, a cargo de restauradores del Museo Nacional de Antropología
de México". Además de únicas, la mayoría de
lo que se exhibe en Aztecas ''son piezas muy delicadas que requieren
cuidados especiales".
Las piezas que aporta para esta exposición el Museo
Etnológico de Berlín, explica su directora, Maria Gaida,
son objetos de cerámica, oro, jade, barro y códices. Algunas
fueron llevadas a Leningrado en la época de la República
Democrática Alemana en una serie de lotes en los que muchas fueron
quemadas o destruidas.
''Creíamos que esas obras estaban perdidas, pero
luego de que cayó el Muro resultó emocionante saber que algunas
habían sido regresadas a Leipzig de manera secreta y ahí
estuvieron muchos años. Fue maravilloso para nosotros cuando abrimos
una a una las cajas y encontramos estas piezas tan maravillosas."
La base de la colección mexicana que posee el Museo
Etnológico de Berlín, explica Gaida, ''es muy importante
en número y calidad. Data de mediados del siglo XIX y proviene de
los cargamentos que trajeron investigadores y viajeros desde México,
entre ellos Alexander von Humboldt, además de la muy importante
colección Ude. Esta colección mexicana consta de unas 4 mil
piezas, además de las 3 mil de la colección Ude".
El criterio que siguió Maria Gaida para trazar
la curaduría de Aztecas fue, por supuesto, ''la calidad de
las piezas. En la exposición no hay más que obras de primera
calidad, de manera que de nuestra parte no podíamos más que
agregar únicamente piezas de primer nivel, que estuvieran a la par
de la grandeza de las que viajaron desde México. Entonces, nuestro
criterio consistió en elegir sólo lo mejor de nuestra colección
mexicana y las distribuimos en todas las salas de la muestra. Por ejemplo,
en la sala Antecedentes tenemos varias figuras olmecas que provienen de
la colección alemana, máscaras y una cabeza monumental olmeca,
pero en miniatura, que es un prodigio de perfección y de belleza".
Los dioses pagan visita a Humboldt
En la sala Dualidad, detalla la directora del Museo Etnológico
de Berlín, ''incluimos, proveniente de nuestra colección,
una diosa del maíz, que trajo a Alemania Humboldt. En la sala dedicada
a Xipen-Totec tenemos un torso maravilloso perteneciente también
a ese recinto. En la sala Quetzalcóatl incluimos una bella serpiente
emplumada nuestra, además de un Ehecatl, una cabeza de macehual
con la piel recogida en la parte trasera, así como objetos de oro,
ornamentos, motivos marinos, mapas y pinturas que pertenecieron a Humboldt".
El viaje de los dioses mexicas proseguirá, luego
de estar en exhibición a partir de este viernes y hasta el 10 de
agosto, desde Berlín a Bonn, para regresar a México y a los
otros países desde donde 15 por ciento de estas piezas viajaron
también hacia el centro de Berlín. Desde Londres, por ejemplo,
la travesía se hizo en tráilers y en barcos, por el Eurotúnel
y por encima del Canal de la Mancha. Muchas viscisitudes hubieron de pasar,
narran Federica Sodi y Patricia Ochoa: al tráiler que transportaba
la cabeza de serpiente, de dos toneladas y media, por ejemplo, se le poncharon
las llantas dos veces, por el sobrepeso.
En su aposento temporal de Berlín, el palacio Martin-Gropius
Bau, los dioses mexicas se sienten muy a gusto, de alguna manera devuelven
la visita a Alexander von Humboldt, en Berlin, su ciudad natal, la última
morada del científico. A partir de esta noche deslumbran nuevamente
a los ojos de Europa, como lo hicieron hace más de cinco siglos.
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