Leonardo García Tsao

Cannes se inaugura bajo el signo europeo

Cannes, 13 mayo. Ante un mundo aún desajustado por la reciente guerra contra Irak y tras una huelga que paralizó a toda Francia por más de 24 horas, este miércoles se inicia la versión 56 del festival de Cannes, el suceso cinematográfico más importante del mundo. A pesar del desmentido oficial, es evidente que la participación estadunidense ha disminuido en esta ocasión, según muestra un repaso somero de la programación en sus diferentes secciones.

De alguna forma, el festival podría evidenciar si va a surtir efecto el boicot hacia lo francés, como retribución a la negativa del gobierno del presidente Chirac a apoyar la guerra. El próximo fin de semana será más propicio para medir si el festival ha sido afectado por tales medidas o si todo sigue tan normal como siempre. Si las calles de esta ciudad de la Costa Azul estarán abarrotadas por empresarios gringos hablando por sus celulares, nada habrá cambiado. En cambio, si se aprecia un clima de tranquilidad y el mercado del filme registra una alarmante calma chicha, sabremos que algún tipo de boicot ha entrado en operación.

La elección de la película de inauguración es prueba suficiente de querer cumplir con una tradición; en este caso de empezar con algo prescindible. No podemos guardar muchas esperanzas sobre Fanfan la Tulipe, épica de capa y espada, producida por Luc Besson, cuando vemos que el director es Gérard Krawczyk, el mismo responsable de esa chocante trilogía de persecuciones urbanas llamada Taxi.

Por lo pronto, la directiva del festival ha decidido cerrar filas y ostentar una especie de orgullo galo en la sección competitiva. Nada menos que seis títulos (de 20) competirán por la Palma de Oro en representación del país anfitrión. Los directores son autores tan variopintos como Bertrand Blier, Claude Miller, François Ozon, André Techiné, el chileno Raoul Ruiz y el novato Bertrand Bonello. En cambio, Hollywood estará representado sólo por tres películas, con las nuevas realizaciones de Clint Eastwood -un favorito del festival-, Vincent Gallo y Gus Van Sant.

Mañana, al margen del anticipado estreno mundial de Matrix recargado, fuera de competencia, se celebrará el día del cine europeo con una serie de conferencias y actos simbólicos. Entre ellos se prevé el encuentro entre cineastas y 25 ministros europeos de cultura y las artes. Asimismo los homenajes han tomado un cariz eurocentrista, con una retrospectiva completa -con copias restauradas- dedicada a Federico Fellini a 10 años de su muerte, complementado por una exposición fotográfica, documentales y hasta conciertos de la música de sus películas; y tributos a tres nombres galos: la actriz Jeanne Moreau y los recién fallecidos Maurice Pialat y Daniel Toscan du Plantier, quien fuera el director de Unifrance.

Por lo demás, la participación de Latinoamérica cubre la cuota mínima de costumbre. El único título en competencia es la brasileña Carandiru, de Héctor Babenco. De Argentina hay un par de títulos en la sección Una Cierta Mirada, uno cubano en La Semana de la Crítica y otro brasileño en la Quincena de Realizadores. Lo novedoso será la proyección especial en esa misma sección de un largometraje de Honduras, No hay tierra sin dueño, dirigida por un tal Sami Kafati. El cine mexicano sólo estará presente con los tres cortometrajes que concursarán en la sección Cinéfondation, dedicada a lo producido por las escuelas de cine: La partida, de la Universidad Iberoamericana; Rebeca a esas alturas, del Centro de Capacitación Cinematográfica, y Zona cero, del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. Si el jurado, presidido por el bosnio Emir Kusturica, decide premiar a alguna de ellas, pues ya estaremos de gane.