México D.F. Martes 13 de mayo de 2003
Después de muertos, nuevo libro del escritor, publicado por Joaquín Mortiz
El poder y el amor, más la locura son pasiones vitales: Martín del Campo
''Una novela que no experimenta no vale la pena de escribirse y mucho menos de leerse''
El autor resume las exploraciones que ha hecho durante sus viajes por el país
CESAR GÜEMES
Después de muertos, la más reciente novela de David Martín del Campo, implicó al autor tres años de trabajo y 700 cuartillas que aparecen con rigurosidad en la edición de Joaquín Mortiz. A lo largo de 55 capítulos el lector encontrará lo mismo el viaje iniciático de uno de sus protagonistas, Vito Beristáin, que una considerable cantidad de personajes secundarios narrados por otras tantas voces. Esta característica hace de esa obra un trabajo experimental y al respecto el autor expresa: ''Una novela que no experimenta, no vale la pena de escribirse y mucho menos de leerse".
-Vista así, será la primera de su tipo en el presente siglo mexicano.
-Bueno, no sé si lo sea, pero por primera vez me propuse una experimentación desaforada, sobre todo con la parte mística del personaje y su interlocutor. Y desde luego incluí en estas preocupaciones de orden formal las del lenguaje. El protagonista busca innovar e inclusive apabullar al lenguaje cotidiano.
Gusto por el peregrinaje
-Si bien parte del lenguaje que conforma la novela se lee como hablado, en realidad es una labor por escrito, todo ese mundo verbal ocurre sobre las páginas.
-Pareciera un habla coloquial aunque en efecto tiene sus matices. La estructura de la obra me obligó a tener dos partes generales: la protagónica que es juguetona con el lenguaje, un aparente monólogo, y la otra parte en la que mediante cortes sagitales nos enteramos de la vida los familiares del personaje, las historias de su abuelo, padre y hermano, de manera que apreciamos el contexto del protagonista. Ya dentro de este apartado me permití incluir otros narradores, algunos de ellos casi periodísticos. Digamos que a cada una de las voces que aparecen en la novela le corresponde un narrador y, por eso mismo, casi un estilo particular.
''El abuelo del protagonista, por ejemplo, es un chamán huichol, al que hago aparecer por medio de pequeños reportajes a lo largo del tiempo. Eso me permite, también, fijarlo en ciertos sitios porque como buen huichol heredará el gusto por el peregrinaje a su nieto."
Una de las constantes en la novelística de Martín del Campo es la exploración en las relaciones afectivas, de las que apunta: ''Están en todas mis novelas, más o menos conscientemente porque al final y al principio las grandes pasiones de la vida son el poder y el amor, más la locura, que puede ser el arte o la ciencia. Generalmente en mis obras hay relaciones afectivas intensas, importantes, y muchas veces son el motor de ellas".
-ƑCuántas ocasiones viajó a las comunidades huicholas para documentar Después de muertos? ƑProviene de experiencias recientes?
-La novela es producto de las exploraciones que he hecho a lo largo del país en los recientes dos décadas. Cuando contaba con 21 años, de paso por Chihuahua, le comenté a cierta persona que yo ya conocía todo el territorio nacional porque había al menos pisado todos los estados. Así que la novela ha sido en realidad un resumen muy amplio de mis viajes por México, ya por iniciativa propia o por los 10 años que trabajé de reportero. Antes se daba más el gusto por el reportaje que explicaba el país punto por punto. Así que la novela viene de esta exploración más las historias que he escuchado y visto, la parte que es propiamente investigación y por último mis informantes, que me dieron noticia de mucho de lo que luego pude ir amarrando a partir de la imaginación.
Ladrillo que se lee rápido
-Entre sus libros anteriores y el presente hay una considerable diferencia de tamaño.
-En cuartillas de las usuales, hablamos de 700. Jamás pensé que iba a producir eso que se llamaba antes ''novela ladrillo", y creo no haberlo hecho. Espero que en todo caso mi ladrillo esté elaborado de una materia suave y agradable al paladar. Sé que se lee pronto, a pesar de su volumen. Tengo un amigo que consiguió leerla en sólo tres noches. Las dimensiones amplias de la novela me preocupaba, claro, porque entonces debía ser más cuidadoso con el lenguaje: no podía permitirme el lujo de perder al lector con ripios ni recursos gratuitos.
-Concluiríamos con que no ha pasado por un periodo de cansancio, ni de falta de historias.
-Algunas de mis anteriores novelas y ésta pertenecen al proyecto Sinfonía México, que consistía en 12 novelas cortas en las que cada una de ellas iba a responder al nombre de una canción mexicana. En el caso de Cielito lindo ya no conseguí escribir una novela corta sino que fue de extensión mediana, y la presente que decididamente ya es una obra amplia. Creo que el trabajo se me desbordó para bien, porque haberle quitado 600 páginas con tal de dejarla en cien era demasiado sacrificio.
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