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México D.F. Martes 13 de mayo de 2003

Leyes consideran sospechosos a indocumentados

En la Unión Europea se institucionaliza el racismo, afirma investigador español

SUSANA GONZALEZ G.

A pesar de que la inmigración indocumentada se ha convertido en un fenómeno estructural (no coyuntural) en los países de la Unión Europea, porque es un sector productivo, integrado a la economía y al mercado de trabajo, la discriminación cultural contra los ilegales se justifica cada vez más de manera institucional mediante leyes que los consideran un peligro, aseguró Javier de Lucas, investigador en derechos humanos y catedrático de filosofía del derecho, moral y política de la Universidad de Valencia, España.

Durante la conferencia magistral Nuevo racismo en la Unión Europea, que impartió en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), el docente advirtió que a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos se ha incrementado la discriminación contra grupos minoritarios y de inmigrantes en países del viejo continente.

Con la ideología del "fundamentalismo liberalista" -como el premio Nobel de Economía 2001, Joseph E. Stiglitz, llamó a los principios que rigen la globalización económica- los inmigrantes indocumentados se enfrentan a una disyuntiva: volverse cada vez más invisibles para no molestar y aceptar todo lo que les impongan, pues de lo contrario corren el riesgo de que se les considere peligrosos.

La intención, ponderó Javier de Lucas, es construir al otro como un "no ser humano" por cuestiones culturales, religiosas o de familia, aunque no haya razones científicas que lo sustenten, pero sirve para un proyecto de imposición en el que el más débil es el elemento a explotar y exprimir. Por eso, dijo, en las leyes y en los reglamentos de la Unión Europea los inmigrantes no son seres humanos, sino "herramientas" que son utilizadas, como sucedió durante la reconstrucción de Alemania.

"El mensaje es que las manifestaciones culturales diferentes deben ser eliminadas y los sujetos que las representan son sospechosos. Para ellos no vale la presunción de inocencia o el habeas corpus -en Gran Bretaña ya se eliminó-. Se les considera una amenaza porque se cree que son un ejército de reserva para la delincuencia. Así se estigmatiza (a los inmigrantes) y se justifica con una construcción jurídica y política que les niega sus derechos humanos elementales y reconocidos", además de que carecen de seguridad y estabilidad laboral y residencial.

El investigador se pronunció por que se rompa la vinculación de los conceptos ciudadanía y nacionalidad, y en cambio se tome en cuenta la residencia, ya que, aseveró, los derechos políticos no deben ser vistos como "premios" otorgados a inmigrantes que se vuelven viejos en el país en que residen, sino que representan una condición para integrarse.

Autor de libros como Europa: convivir con la diferencia; Puertas que se cierran. Europa como fortaleza; ƑPor qué obedecer las leyes de la mayoría?; Un proyecto para la pedagogía de la tolerancia; Los derechos de las minorías en la sociedad multicultural y Nuevo racismo en la Unión Europea, entre otros, Javier de Lucas expuso que el racismo o discriminación cultural es una nueva modalidad del racismo, que se suma a las tradicionales prácticas contra judíos o gitanos, impacta el estado de derecho y la democracia y se manifiesta en prejuicios, prácticas sociales, institucional y normativamente, pero también mediante una ideología.

Explicó que los soportes y justificaciones que existían en los prejuicios religiosos se trasladan ahora a las prácticas sociales y económicas como la subordinación, la segregación, la persecución y en algunos casos hasta la desaparición de otros, lo cual reviste una dimensión institucional proveniente de los grupos calificados como superiores a otros.

Así se sostiene que "a veces hay que discriminar por buenas razones" y la tesis de la Unión Europea en política migratoria establece relaciones diferenciadas en el trato hacia los inmigrantes y aun cuando ningún país es monocultural, el racismo pondera la diferencia de culturas diferentes y exógenas, a las que sólo se trata como irrelevantes o peligrosas.

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