.. |
México D.F. Lunes 12 de mayo de 2003
El Caballero de Banderilla entonó
canciones de más de medio siglo, pero vigentes
Reavivó Saldaña recuerdos y romances
en cálida velada en el Teatro de la Ciudad
JAIME WHALEY
La nostalgia de Saldaña reavivó recuerdos
que reanudaron romances, o al menos ese fue uno de los propósitos
de la velada en la que el llamado Caballero de Banderilla convocó
a los de corazón de antaño -y uno que otro joven-, acción
que se reflejó en casi un lleno del Teatro de la Ciudad el sábado
en la noche.
Acompañado
de algunos de los que fueron constantes en las recordadas emisiones semanales
de televisión, interrumpidas hace 13 años, Jorge Saldaña
entonó -pues cantar es calificativo que está fuera de su
alcance, como él mismo reconoce- temas de hace más de medio
siglo, pero que están vigentes, a juzgar por la aprobación
del público que luego de poco más de 120 minutos de concierto
continuaba solicitando, exigiendo, "otra, otra, otra", pero que en atención
a los horarios quedó en la composición a la madre, interpretada
por el autor, Saldaña mismo, quien admitió que le quedó
cursi.
A la espera del comentarista
Azucena, dama oriunda de Monterrey con una voz educada;
Erick, cantante que una vez dio golpe con esa de Antigua y que luego
ha sido reconocido entre los asiduos al beisbol, pues se le invitaba a
cantar el Himno Nacional tanto en el derruido parque del Seguro como, en
ocasiones recientes, en el Foro Sol; Ana Libia, morena veracruzana que
le da a los temas moviditos, y José Luis Caballero, abogado setentón
que reapareció, según manifestó su hija, tras un retiro
de 20 años, y que puso en evidencia aquella máxima clasista
de que más tiene el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece,
fueron los que calentaron aún más la temperatura, el cotarro
en espera del comentarista, a quien los presentes tributaron una prolongada
ovación puestos de pie, tan pronto se apareció en el tablado.
Los recuerdos comenzaron a hilarse cuando el veracruzano
se soltó con esa que dice, entre otras cosas, "...yo soy el árbol,
tu eres la niña...", que la dulce y risueña Márgara
cantó en voz bajita, al tiempo que le apretaba la mano a su charro
negro, sentados en butacas de primer piso.
Un tema rescatado de La Habana
Y continuó la cascada melódica con Ausencia,
Capullito de alhelí, una más de la que no se supo
el nombre, pero que según el anfitrión la rescató
de un bar en La Habana y se debe a la inspiración de un tal Pratt;
La Pastora, con su trala, la la, la... y su contraparte, El pastorcillo,
con oportuna alusión a la pareja presidencial, la de la cabañita
en Los Pinos.
Aplausos, flores, recaditos en trozos de papel, saludos
de damas que se arremolinaron frente al escenario en espera de ser tocadas
por el comentarista -que, comercial aparte, conduce una diaria emisión
radial a las 10 de la mañana por la ABC, 760 del cuadrante de amplitud
modulada- pusieron punto final a la tertulia, respaldada por un octeto
de buenos filarmónicos bajo la dirección de Chava Dávila.
|