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México D.F. Lunes 12 de mayo de 2003

Whisky and Flags vuelve a escena 10 años después

Reconstruyen en teatro la caída del muro de Berlín

La puesta mantiene una pregunta en el aire: Ƒqué ha sido de Alemania tras el derrumbamiento de la pared que la dividía?

PABLO ESPINOSA ENVIADO

Berlin, 11 de mayo. Entre el estallido de luces de bengala inmediatamente posterior a la caída del muro de Berlín, la compañía independiente Jo Fabian/ Department puso en escena, el 26 de febrero de 1993, una divertida pieza titulada Whisky and Flags, para celebrar tal acontecimiento. Diez años después decidieron hacer una reconstrucción, no del muro, sino de su montaje, que estrenaron este fin de semana en coproducción con el Hebbel-Theater.

El eje de este espectáculo es el teatro-cabaret berlinés y hacen girar sobre este eje varios otros géneros y tonos, fundamentalmente el de teatro-danza alemán, la danza clásica, la danza moderna, la comedia, la farsa, la sátira, el slapstick, el arte del mimo y un carrusel de alegría con risas a mandíbula batiente.

Así como el montaje original de hace diez años tenía como propósito reflexionar acerca del repentino e impactante cambio de situación en la vida cotidiana de los berlineses, la reconstrucción refrenda tal misión en vista de que la pregunta inicial, a su juicio, sigue vigente: Ƒqué ha sido de nosotros con la caída del muro?

La mejor manera de reflexionar, entonces, es mediante el humor. Para empezar, el título Whisky and Flags, en inglés y no en alemán, alude a una doble hilera de banderas rojas desplegadas a los costados del escenario y a una larga hilera, también, al fondo de la escena, de botellas de whisky, las cuales se beberán a sorbos largos, una a una, los actores durante la representación. El contraste es obvio: el este y el oeste berlineses por fin juntos, las banderas socialistas y el whisky occidental.

Seis actores, todos vestidos de negro con blanco, arman en 90 minutos situaciones divertidas, secuencias dotadas de humor gentil, todo es risa y alegría e inclusive la parte oscura que equilibra el todo es tan profunda que es bien breve pero brutal. El resto del tiempo se la pasan jugando con las banderas rotas, bebiendo whisky a pico de botella, los dos actores en monólogos y duos carperos, las cuatro actrices en monólogos, duos, trios y cuartetos donde siempre la danza es la manera ondulante de decir las cosas. La parte áspera que equilibra el todo, en la parte que corresponde al coro corporal de las cuatro actrices, es también sutil pero decidida.

La música a lo largo de estos 90 minutos de diversión inteligente, o bien de reflexión entretenida, funciona a manera de banda sonora de un filme y consiste en un engarzamiento de piezas poco conocidas de Tom Waits. Los momentos climáticos entonces resultan verdaderas apoteosis: mientras los dos actores elaboran series de slapsticks hilarantes, las cuatro actrices eslabonan coreografías de finura y risa loca mientras la voz aguardentosa de Tom Waits corona el estallido de virtudes.

La polisemia también tiende su manto. El vestuario, por ejemplo, bien puede corresponder al de actores de teatro cabaret o bien a uniformes nazis o bien a escuadrones del realismo socialista o bien a una compañía de danza o bien a una troupe sensacional que lanza sus petardos políticos a la manera de Charlie Chaplin en El gran dictador. Por supuesto, entonces, en una breve escena parodian al Fuhrer pero igualmente parodian a la danza clásica, con un virtuosismo fuera de serie. Pero nunca la intención es la ruptura. Las maneras del sarcasmo, los tamaños de las ironías, los alcances de las críticas sociales se suavizan con los parlamentos que mayormente repiten: este teatro político no es político.

Con este trabajo formidable, Jo Fabian y su compañía teatral fortalecen las preguntas y acercan las respuestas. A diez años de que se empezaron a preguntar en teatro qué ha sido de los berlineses con la caída del muro, lo más sano, conveniente y progresista consiste en seguirse formulando tal pregunta. Eso hacen en escena, pero con risas.

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