México D.F. Lunes 12 de mayo de 2003
Saramago debió expresar su desacuerdo,
pero no dar argumentos para una agresión, dice
El mundo marcha aceleradamente hacia una tiranía
nazifascista, advierte Castro
La declaración del escritor, "rasgo pasajero
de autosuficiencia y vanidad", señala
DE LA REDACCION
La
ejecución de tres secuestradores en Cuba en abril pasado fue "cuestión
de vida o muerte" para frenar una crisis que hubiera desembocado en la
confrontación armada con Estados Unidos, aseguró el presidente
cubano, Fidel Castro, al responder a las críticas sobre la aplicación
de la pena capital de parte de amigos de Cuba, entre ellos el escritor
y premio Nobel de Literatura José Saramago.
En una entrevista que este domingo publicó el diario
argentino Página 12, Castro declaró que Saramago debió
expresar su desacuerdo, "pero no debió pronunciar ni una sola palabra"
que ofreciera argumentos para una agresión contra la isla, en momentos
en que el mundo marcha hacia una "tiranía mundial nazifascista".
En la entrevista, realizada el jueves y viernes pasado
en La Habana por el periodista y escritor Miguel Bonasso, el veterano líder
revolucionario admitió que había evaluado el repudio que
las ejecuciones podían generar, luego que se había establecido
en la isla una moratoria de casi tres años.
"Esto no se hace sino por causas absolutamente justificadas,
puesto que conocíamos el precio de la medida, ya que hoy día
-y no les quito razón a los que se oponen a ella- el número
de los que piensan de esa forma crece cada vez más, de lo cual realmente
me alegro, puesto que compartimos, y por razones profundas, el aborrecimiento
a la pena capital", aseguró.
Pero la pena de muerte debió aplicarse porque era
"cuestión de vida o muerte (...) Sencillamente la mafia terrorista
de Miami, en combinación con la extrema derecha de Estados Unidos,
se proponían, y aún se proponen, crear una grave crisis que
podría conducir a la confrontación armada entre Estados Unidos
y Cuba.
"No es que esto nos ponga nerviosos o nos quite el sueño.
Es algo demostrado, durante 44 años, que sabemos enfrentar cualquier
peligro", sostuvo, para luego recordar la frustada invasión de Playa
Girón en 1961.
Estados Unidos "ha declarado la doctrina hitleriana del
ataque preventivo y sorpresivo contra 60 o más países sin
que nadie sepa qué significa, incógnita que puede incluir
países de Europa. Hay que tener en cuenta que recientemente amenazaron
a Holanda con invadirla si se juzgaba a algún norteamericano
en el Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra."
Castro reconoció no obstante que el haber aplicado
la pena capital "tiene su costo, puesto que nuestros mejores amigos" se
oponen a la misma.
Interrogado sobre cómo tomó, en ese sentido,
el "hasta aquí llegué" de Saramago?, respondió que
"Saramago es un buen escritor. Realmente nos duele que no hubiese entendido
ni una sola palabra de las realidades que viven Cuba y el mundo. El no
es el único que se opone a la pena capital; a millones de compatriotas
también les desagrada, pero ni uno solo tuvo la menor vacilación
ante la alternativa que conocen muy bien. El debió expresar su desacuerdo,
pero no debió pronunciar ni una palabra que alimente la agresividad
del gobierno de Estados Unidos contra Cuba, ni ofrecer argumentos que recibe
con delicia el brutal sistema imperialista que pretende justificar una
agresión contra Cuba.
"Algo más preocupante, Saramago, y algunos otros
que hayan actuado de buena fe parecen ignorar por completo que el planeta
marcha aceleradamente hacia una tiranía mundial nazifascista. Con
toda seguridad pienso que se dejó llevar por un arranque de ira
y contrariedad que le obnubiló la capacidad de razonar. Algo más,
tal vez un rasgo pasajero de autosuficiencia y vanidad, nada extraordinario
en un buen comunista acostumbrado durante muchos años a la calumnia
y la diatriba, que ha sido de repente elevado al olimpo de un Premio Nobel",
agregó el gobernante cubano.
En cambio, otra Premio Nobel, "Rigoberta Menchú,
una noble y modesta india guatemalteca, que conoce a Cuba y su invariable
lealtad a la causa de los pueblos explotados de este mundo, no reacciona
igual", dijo Castro, pero indicó que "de todas formas, por el valor
maravilloso de sus obras literarias, los libros de Saramago seguirán
siendo publicados y leídos en Cuba".
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