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México D.F. Lunes 12 de mayo de 2003
Ana María Aragonés
Cuando el río suena...
Un grupo de legisladores republicanos aprobó una resolución que propone un acuerdo bilateral sobre migración con México a la apertura de Petróleos Mexicanos (Pemex) a la inversión estadunidense. Si bien, como se señala, este tipo de resoluciones no tienen fuerza de ley y a decir de Juan José Bremer "esto tendría sólo un valor noticioso, no un destino real" (9/5/03, La Jornada), el hecho de que estos legisladores hayan puesto en un mismo paquete migración y petróleo, después de los acontecimientos que el mundo ha vivido no pueden tomarse a la ligera.
Hagamos un poco de historia. No sería la primera vez que Estados Unidos ha presionado en relación con el petróleo mexicano. Habría que recordar que en las negociaciones que crearon la Organización de Países Exportadores de Petróleos (OPEP) se esperaba que México tuviera un papel central debido a su importancia como país petrolero. Sin embargo, la decisión final, y sin duda debido a presiones de Estados Unidos, fue su negativa a participar. Muchos argumentaron, y algunos siguen haciéndolo, que México se benefició con ello, pues al final podía gozar por igual de los beneficios que la OPEP logró para sus miembros, sin tener que enemistarse con Estados Unidos. Sin embargo, esta actuación dejó mucho que desear, ya que nuestro país fue considerado simple y llanamente un "esquirol": se subordinó a los designios del vecino del norte y le vendería de manera prioritaria su petróleo. Esto permitió a Estados Unidos ir adquiriendo petróleo mexicano a muy buen precio y fortalecer sus reservas, por lo que, con el tiempo, tuvo las necesarias para enviarlas al mercado y afectar el precio a la baja.
Otro momento crucial se dio con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC). Habría que recordar que se pensó en un acuerdo paralelo migratorio y que el argumento del ex presidente Salinas fue que éste no había podido concretarse porque a cambio se exigían ventajas sobre el petróleo mexicano. En la medida en que el TLC fue un acuerdo que no pasó por una discusión democrática ni se puso a discusión interna -como sí se hizo, por cierto, en Estados Unidos- no se supo a ciencia cierta cuáles habían sido las condiciones exigidas. Pero lo que era seguro es que Salinas no quería poner ningún obstáculo a un proyecto que le era vital para pasar a la historia como el gran modernizador de la economía mexicana: el TLC sería una de las estrategias para acceder al primer mundo. Por lo tanto, no se habló más de migración. Nos habíamos vuelto a subordinar. Poco habría que decir en relación con el TLC, pues hemos vivido nueve años de un acuerdo absolutamente asimétrico que satisface las necesidades del coloso del norte, pero que a nosotros no nos ha permitido ni remotamente alcanzar los niveles de nuestros socios. Somos el pariente pobre, que envía mano de obra barata, que tiene la ventaja, para ellos por supuesto, de ser indocumentada en un número muy importante (4.5 millones), con lo cual se logran altos niveles de explotación en aquellas ramas de producción en las que Estados Unidos juega un papel estratégico y central en momentos de globalización, es decir, en la alimentación.
Y ahora vuelve a enviarse la "señal" al poner migración y petróleo en una misma mesa de negociación. Hoy ha quedado claro que el terrorismo es la excusa que permite a Estados Unidos invadir a todos los pueblos que poseen el recurso estratégico por excelencia, petróleo, y México es un objetivo muy deseable. También ha quedado claro que no hay ninguna organización mundial que pueda detenerlo; el papel de la ONU ha sido lamentable, con todo y nuestra participación en el Consejo de Seguridad.
Lo peor es que el gobierno mexicano, que tenía un capital político impresionante y había creado expectativas de credibilidad ante el mundo al mantener una posición independiente y negarse a votar en favor de la guerra, en lugar de fortalecer su posición y hacer valer la importancia de nuestros migrantes como recurso estratégico para aquel país, demuestra, una vez más, su enorme debilidad al tratar de limar una supuesta "molestia" de Bush con visitas de altos funcionarios que aceptan poner como prioritario el problema de la seguridad nacional, de Estados Unidos por supuesto, en primer plano, así como la migración... Quizá en cinco o 10 años logremos algo.
Nos hemos vuelto a subordinar. Por lo tanto, no es extraño que los republicanos, faltando totalmente al respeto a los mexicanos, como dicen los demócratas, vuelvan a insistir en petróleo por migración.
ƑCuánto tardarán en ofrecer su "ayuda" contra nuestros supuestos "terroristas", los zapatistas, por ejemplo?
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