México D.F. Lunes 12 de mayo de 2003
ENTREVISTA /ADOLFO
PEREZ ESQUIVEL, PREMIO NOBEL DE LA PAZ 1980
EU busca engullir a Pemex y anexarse América Latina
WASHINGTON, EN CAMINO DE IMPONER UNA "DICTADURA GLOBALIZADA"
El plan estadunidense de vincular un acuerdo migratorio
con México a la apertura de Pemex es el primer paso para la apropiación
del crudo. El pueblo mexicano debe impedir a toda costa que se privatice
esta empresa nacional
BLANCHE PETRICH
Estados Unidos está en camino de imponer su hegemonía
en todo el mundo, advierte Adolfo Pérez Esquivel. "Una dictadura
globalizada", la ha llamado. Para lograrlo, pretende primero la anexión
de Latinoamérica y cuenta con tres eslabones para lograrlo: deuda
externa, Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y militarización.
En el capítulo del ALCA -"un plan de libre comercio
que de libre nada tiene"- el petróleo figura en primer término.
"Así como se apoderó mediante la segunda guerra del Golfo
del petróleo de Irak e intentó el control" del crudo venezolano
"conspirando contra el presidente Hugo Chávez, pretende también
engullir a Pemex", dice en entrevista.
"De ahí el plan del que ahora se empieza a hablar,
de vincular un acuerdo migratorio con México a la apertura de Pemex.
Es el primer paso para la apropiación del recurso. El pueblo mexicano
-expresa el premio Nobel de la Paz 1980- debe impedir a toda costa que
se privatice esta empresa nacional y se incluya entre las mercancías
del Tratado de Libre Comercio. Mucho ojo: México es parte de un
diseño mayor de control, como fue Irak, como es Venezuela."
A sus 62 años Pérez Esquivel deja ya poco
espacio para sus vocaciones primeras, la escultura y la arquitectura.
No obstante, a la arquitectura del entramado mundial de
los derechos humanos sigue contribuyendo activamente desde su organización,
Servicio de Paz y Justicia, y su cátedra en la Universidad de Buenos
Aires, que no abandona a pesar de tener una cargada agenda en todo el mundo.
Su labor de denuncia hoy en día se enfoca en el
vínculo que existe entre el chantaje de la deuda externa, las ataduras
de los esquemas de libre comercio y las manifestaciones de la creciente
militarización como piezas fundamentales del esquema de hegemonía
que Estados Unidos pretende imponer a América Latina.
No considera, sin embargo, que Cuba, única oveja
negra en ese plan de dominio, vaya a ser atacada militarmente por Estados
Unidos.
"Aumentarán las presiones, el bloqueo, otras medidas
quizá, pero una invasión militar ten-dría un costo
demasiado alto y Washington tiene preocupaciones mayores: Corea del Norte,
China, el mundo islámico."
A propósito de la isla caribeña, expresa:
"Su revolución tiene grandes logros y grandes debilidades. Que deroguen
la pena de muerte es un clamor mundial. Les ayudaría mucho hacerlo".
Esperanza
A
pesar del negro panorama es un hombre optimista, empeñado en transmitir,
junto a los avisos de peligro, señales de esperanza.
En el antiguo convento del Carmen en San Cristóbal
de las Casas, hoy convertido en funcional centro de convenciones, el argentino
se encuentra en los pasillos atiborrados con un viejo amigo, un religioso
que en décadas pasadas fue acogido por el gran corazón de
la antigua diócesis de Samuel Ruiz.
Tras la sorpresa y los abrazos emocionados, el viejo amigo
lamenta el sombrío momento que vive hoy la humanidad:
-¡Qué Cuaresma, hermanito!
-Pero vamos a salir adelante, verás. En este movimiento
hay gente maravillosa.
Esa es la convicción profunda de este promotor
de la resistencia pacífica. En la ciudad coleta, 980 personas y
260 organizaciones de 34 países se sintieron convocadas por el Encuentro
Hemisférico Frente a la Militarización. El 15 de febrero
puso de pie a 30 millones de seres contra la guerra. Desde la batalla de
Seattle millones trabajan por construir vías alternas al plan hegemónico
de George Bush. En el Foro Social Mundial se creó una nueva forma
de poder político. "Es la resistencia de los pueblos", dice. Y muestra
admiración.
-¿No es una fuerza todavía marginal?
-Son procesos de cambio profundos -insiste-, líneas
de acción que poco a poco van construyendo una nueva fuerza continental.
Reconoce que mucho se le debe al zapatismo.
"El Ejército Zapatista de Li-beración Nacional
(EZLN) puso en el centro la fuerza del pensamiento creativo. Sus integrantes
dicen que no luchan para ser gobierno, pero sí por el poder de sus
valores y sus culturas; es la construcción de una nueva forma de
gobernar no por medio del dominio, que degrada a los gobernantes, sino
que pone la capacidad de decidir al servicio de los gobernados. Es el poder
de la autodeterminación."
Sostiene que la doctrina de seguridad nacional que diseñó
Estados Unidos para el control de Latinoamérica, que en los años
70 y 80 generó las grandes tragedias contemporáneas del continente
-los golpes militares y la guerra sucia en Argentina, Chile, Uruguay,
Brasil, Bolivia; los conflictos armados en Centroamérica, la guerra
permanente en Colombia- sigue fresca y vigente.
"Esta doctrina prepara a las fuerzas armadas latinoamericanas
para que funcionen como ejércitos de ocupación en sus propias
tierras, en contra de los pueblos que se opongan al plan hegemónico."
Antes de la segunda guerra del Golfo, en Medio Oriente
-es decir, apenas en marzo de este año- un planteamiento así
podía sonar como producto de una teoría de la conspiración,
tal vez con un toquecito paranoico. Pero después del zarpazo contra
Irak el panorama descrito por Pérez Esquivel parece una pieza que
encajara de pronto en un rompecabezas en vías de ser armado.
"La trágica historia de Irak tiene gran relación
con América Latina. Para concretar su plan mundial tiene que lograr
la anexión de América Latina. En el contexto de este plan
se hizo necesario intentar el golpe de Estado contra el presidente Hugo
Chávez y ahora se quiere chantajear a México para que abra
Pemex a las trasnacionales. Si controlan México, Venezuela y Medio
Oriente tendrán en sus manos todas las fuentes de hidrocarburos
del mundo."
Gobiernos cómplices
-¿Ve usted este diseño como un futuro ineludible?
-Ni yo lo veo ni millones de latinoamericanos movilizados
contra el ALCA. Sabemos que éste significa la muerte de las industrias
nacionales, la agudización de los conflictos sociales. Entonces
va a ser necesario un control social. Ahí entra en escena la utilidad
de las bases militares que Estados Unidos está consolidando en el
continente y el entrenamiento de tropas de los ejércitos nacionales
por el Pentágono. Y todo esto ocurre con el consentimiento y el
apoyo de los gobiernos latinoamericanos.
-¿Los gobiernos abrirán las puertas a este
plan de dominio?
-Hay un ejemplo muy claro. El ex presidente de Ecuador
Jamil Mahuad entregó, a cambio de una pequeña concesión
en el pago de su deuda externa, el territorio para la instalación
de la base estadunidense en Manta. Con ello involucró directamente
a su país en el Plan Colombia, proyecto militar antes que nada.
Pero está claro que los gobiernos no están actuando sin presión,
que esta complicidad de los gobernantes con Washington es denunciada y
rechazada por los pueblos. Esta resistencia es un fenómeno en crecimiento.
Evidentemente, hay una conciencia continental. Sabemos que si ahora las
guerras son por el control del petróleo, pronto lo serán
por las fuentes de agua. Las guerras del futuro serán por el agua
y América Latina tiene la tercera cuenca mundial de este recurso
vital. ¿Y qué pasa con nuestros recursos acuíferos?
Ya hay grandes corporaciones que están adueñándose
de las presas.
"No es un escenario paranoico. En los documentos sobre
los escenarios de guerra del futuro, en las hipótesis de las maniobras
militares estadunidenses en el continente, está claramente establecido:
las organizaciones so-ciales son contempladas como enemigos potenciales.
Así está establecido en los ejercicios de los ejércitos
latinoamericanos desde 2000. Así está previsto con el próximo
traslado a Honduras de la Escuela de las Américas de Texas, donde
se estableció con la transferencia de la zona del Canal de Panamá."
Militares: tema tabú
-No es frecuente escuchar análisis que relacionen
los efectos del modelo único, del libre comercio, con la militarización
de los países.
-Porque hay miedo. Nuestros ejércitos, en tanto
sigan siendo un poder paralelo a la autoridad civil, seguirán siendo
tema tabú. Ni siquiera los políticos se atreven a hablar
del poder militar.
Advierte que, como en los años 70, los ejércitos
latinoamericanos vuelven a tener un papel preponderante y de excepción
en sus respectivos países. "No toman el poder en sus manos, no dan
golpes de Estado, porque no lo necesitan. Imponen a democracias débiles
y condicionadas su visión, que comprende al pueblo como enemigo
interno."
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