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México D.F. Sábado 10 de mayo de 2003
PROYECTO REPUBLICANO SIN ESCRUPULOS
El
Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes
de Estados Unidos se dividió entre republicanos y demócratas
al aprobar por 24 votos contra 22 una resolución que propone un
brumoso acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos, pero sólo
si nuestro país "reforma las operaciones de Petróleos Mexicanos
para que sean transparentes y eficientes" pues, según los miembros
de la comisión, "Pemex necesita una reforma sustancial y la inversión
privada". De ahí que la segunda cláusula de la enmienda aprobada
diga abiertamente, sin escrúpulos éticos o legales, que "cualquier
acuerdo de migración entre Estados Unidos y México debe incluir
un acuerdo para abrir Pemex a inversiones de empresas petroleras estadunidenses".
Ante eso, el diputado demócrata por New Jersey, Robert Menéndez,
llamó a este documento Resolución Halliburton, aludiendo
a la empresa hasta hace poco dirigida por el vicepresidente Richard Cheney,
también beneficiaria de contratos en Irak.
Aunque este proyecto de ley aún debe ser aprobado
por los plenarios de ambas cámaras y se cree que los demócratas
se opondrán al texto actual, el mismo refleja claramente la arrogancia
imperialista de un partido y un gobierno que -tras pasar con su invasión
de Irak por sobre Naciones Unidas, la legalidad internacional y la opinión
pública mundial- cree posible establecer relaciones con todos los
países sobre la base de amenazas, úkases, diktats, órdenes
imperativas.
El hecho de que México sea un país independiente,
en el que el funcionamiento de sus empresas fundamentales está garantizado
en su forma y esencia por la Constitución, los deja muy sin cuidado.
México debería conceder sus recursos naturales a empresas
-ni siquiera extranjeras sino exclusivamente estadunidenses- reformando
para ello, si fuese necesario, su Constitución. Además, el
hecho de que la desfalleciente economía estadunidense necesite inmigrantes
mexicanos para mantener con sus bajos salarios la tasa de ganancia de ramos
económicos fundamentales y, con sus impuestos, a un fisco superendeudado,
tampoco los inmuta. Según ellos, México debería proveer
sin límite una mano de obra semiesclava, que en cualquier momento
podría ser expulsada, a pesar de los acuerdos de Naciones Unidas,
de las resoluciones de la Organización Internacional de Trabajo
y de la propia moral cristiana con la que acostumbran llenarse la boca
los gobernantes de Washington. La impudicia, el cinismo y el desprecio
racista por nuestro país y sus ciudadanos se dan la mano en esta
resolución que busca explotar aún más los recursos
petroleros mexicanos.
Habrá que ver cuál es la reacción
de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. Seguramente
sus funcionarios dirán que es necesario esperar una eventual aprobación
de este proyecto amenazante, así como dijeron que habría
que esperar el desembarco estadunidense en Cuba en vez de protestar preventivamente
y de dar instrumentos jurídicos y apoyo moral a los estadunidenses
que no quieren desempolvar la política del Gran Garrote. Esta duda
surge sobre todo cuando el titular de dicha secretaría acaba de
declarar, contra toda lógica y toda evidencia, pero muy en la línea
exigida por Washington como señal de vasallaje, que "la lucha contra
el terrorismo es prioritaria para México" (no la emigración,
no la autodeterminación, no la paz, no la renegociación del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte)...
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