México D.F. Sábado 10 de mayo de 2003
La Lacandona: periplo y retrato hablado
Publican edición corregida y aumentada del compendio
elaborado por Jan de Vos
ARTURO JIMENEZ
Un "seductor y fascinante" libro de aventuras y de viajes
que se lee con pasión, además de un "retrato hablado" de
la selva Lacandona, es el más reciente volumen del historiador Jan
de Vos, compendio de 25 relatos escritos por exploradores, misioneros,
colonizadores, campesinos, investigadores, rebeldes, periodistas y ensayistas.
Se trata de Viajes al desierto de la soledad. Un retrato
hablado de la selva Lacandona (CIESAS-Porrúa), edición
publicada de forma original en 1988 con 20 textos y ahora corregida y aumentada
por este investigador belga radicado en Chiapas, quien enfrentó
más de un dilema para hacer su selección de entre un mar
de documentos.
Es
así que finalmente quedaron autores como Manuel José Calderón,
fray Lorenzo de Mataró, Pablo Montañez, Jacques Soustelle,
Miguel Alvarez del Toro, Frans Blom, Harry Little, Jan Muller, José
Antonio Abascal, Hermann Bellinghausen y Rafael Sebastián Guillén
en este periplo que va del siglo XVIII hasta el presente, acompañado
de un texto introductorio de Jan de Vos, un glosario de términos
y mapas de varios de los recorridos.
¿Por qué la selva Lacandona fue considerada
un paraíso y un lugar atractivo para sembrar sueños?, se
pregunta el investigador Juan Pedro Viqueira. Sucede que esta selva, responde
él mismo, era un espacio virgen, no mancillado por la civilización
occidental, donde se podía hacer "tabla rasa" para construir "sociedades
perfectas".
Esa es una idea similar a la que generó el desierto
de Baja California, adonde llegaron jesuitas, sinarquistas y anarquistas,
como los Flores Magón, señala Viqueira, quien este jueves
participó en la presentación del libro de De Vos en la Casa
Chata, en Tlalpan.
Donde no hay nada es posible construir esas utopías,
era la idea. Pero en realidad hace mucho tiempo que ya no hay espacios
vacíos, desocupados. Por eso, advierte Viqueira, ellos mismos, los
pioneros de la selva, pusieron obstáculos a sus propios sueños.
Ellos abrieron los caminos a la explotación de
maderas preciosas, a las zonas arqueológicas y a otras riquezas
escondidas en la jungla. Detrás de ellos, destruyendo la selva,
llegaron más aventureros, campesinos, turistas, acabando con aquel
sueño de "partir de cero".
Incluso, apunta, el levantamiento zapatista también
ha contribuido a abrir la selva Lacandona al resto de México. De
1994 a la fecha se han construido más caminos en esa región
que en toda su historia, así sean para facilitar el acceso del Ejército,
dice. De ahí una de muchas paradojas: antes los indígenas
gozaban de más autonomía que ahora.
De cualquier manera, para Viqueira Viajes al desierto
de la soledad. Un retrato hablado de la selva Lacandona, sin ser un
texto académico, ofrece mucha materia de reflexión para comprender
tres deseos contradictorios entre sí que giran alrededor de ese
paraíso:
1) conservarla como un ecosistema; 2) rechazar, por ejemplo,
la expulsión de campesinos invasores en Montes Azules, y 3) oponerse
al desarrollo de la industria y el turismo en Chiapas.
Para Carlos San Juan, también investigador, este
libro habla con muchas y peculiares voces sobrecogidas por el "impresionante
universo verde" de la Lacandona. Hay ahí, resume, historias de constructores
de utopías, de chicleros, de familias colonizadoras, relatos casi
míticos de tzeltales provenientes de otros rumbos, de caciques y
pistoleros, de refugiados guatemaltecos, de guerrilleros y periodistas.
De Vos está feliz en la Casa Chata. Hace dos años
se sometió a una cirugía del corazón y al parecer
sus fuerzas se redoblaron, pues el año pasado presentó tres
libros en varias ciudades. Y este 2003 lo comienza con estos Viajes
al desierto de la soledad...
Confía un sueño: "Quería ver si era
posible hacer un retrato hablado de una región mexicana, lo cual
se debería hacer también con otras zonas para conformar una
biblioteca, quizá mediante la Secretaría de Educación
Pública, que se llevara a los lectores jóvenes".
Comparte también su amor por la selva tropical,
que comenzó en Colombia como misionero jesuita, y su llegada a Chiapas
hace más de dos décadas para trabajar en la región
de Bachajón, entre la Lacandona y los Altos de Chiapas.
Y concluye: "En el libro quise sobre todo incluir relatos
que dieran cuenta que si bien antes la Lacandona era una reserva natural,
ahora es un espacio humano. No conozco una región de México
donde haya tantos procesos novedosos: un movimiento armado indígena,
una iglesia autóctona y el proceso de colonización quizá
más intenso en el país, pues de 50 lacandones que había
hace 50 años, ahora hay 350 mil habitantes".
Desmilitarizar la zona, primer paso para superar
la problemática, recomienda
La Lacandonia, herida de muerte: De Vos
Plantea el académico de origen belga el cumplimiento
de los acuerdos de San Andrés
JOSE GALAN
Para los problemas por los que atraviesa la selva Lacandona
-migración, deforestación, pobreza, violencia- no hay más
solución que desmilitarizar la zona, donde cálculos extraoficiales
ubican a más de 40 mil soldados, afirmó el investigador Jan
de Vos, quien insistió en que para lograr un desarrollo social y
económico en tranquilidad se deben cumplir los acuerdos de San Andrés.
Entrevistado
poco antes de presentar Viajes al desierto de la Soledad. Un retrato
hablado de la selva Lacandona, recopilación de textos históricos
desde 1786 a 2001 que corrió a su cargo, el académico de
origen belga, experto en Chiapas, sostuvo que para una población
rural, más que urbana, no es posible llegar a un arreglo social
y económico en tranquilidad bajo ocupación militar.
"La ocupación por el Ejército Mexicano,
iniciada desde enero de 1994 -a raíz del levantamiento zapatista-
se ha ido consolidando con los años, y no da señales de terminar
pronto", advirtió. "La ocupación militar es, sin duda, la
peor calamidad de todas las que han caído sobre en suerte a la selva
Lacandona y a sus habitantes. Es imposible atender problemas como la destrucción
de la naturaleza, el desamparo de las colonias, la polarización
ideológica de la gente y la próxima embestida neoliberal,
mucho menos solucionarlos, con la continua amenaza de las armas encima.
"Finalmente, la penetración empresarial posmoderna
está a punto de empezar, ya que el Plan Puebla-Panamá, lanzado
por el gobierno a principios de 2000, incluye entre sus objetivos el aprovechamiento
de los recursos bióticos de la selva con las tecnologías
más avanzadas del momento."
Tan grave es el proceso de deforestación que "ahora
ya no podemos decir que es selva". El académico predijo que, de
seguir con el actual ritmo de tala, "simplemente será un trozo yermo
de tierra. En los últimos 50 años la selva sufrió
una devastación tan descomunal que para 2050 ya no habrá
bosque tropical en Chiapas al ritmo actual de desmonte".
La única solución, propuso, es dar a los
campesinos la posibilidad de cuidar el bosque, porque "sin ellos no será
posible ningún mecanismo o tratamiento del problema". Ni tampoco
es cuestión, agregó, de declarar áreas como reservas
de la naturaleza, porque legalmente no podrían vivir en ellas comunidades
humanas, sujetas incluso al desalojo en caso de que les tocara la de malas:
que sus tierras fueran declaradas reserva natural".
Por ello, se tiene que buscar una solución en la
que tanto la naturaleza como la gente tengan posibilidades de sobrevivir,
y eso implica, primero, desmilitarizar la zona y, segundo, cumplir a cabalidad
con los acuerdos de San Andrés. "No podemos llegar a una solución
viable con ese enorme Ejército en la zona."
Los problemas de la región lo llevan a reflexionar:
"No cabe duda, pues, que la selva Lacandona está herida de muerte.
Podemos decir que su estado de salud es crítico. Parece que una
intervención quirúrgica es inevitable", y se pregunta: "¿todavía
es posible salvar a la enferma? ¿Aguantaría una intervención
drástica? ¿Quién se atreve a operarla? ¿No
es demasiado tarde ya?"
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