México D.F. Sábado 10 de mayo de 2003
El investigador documentó que soldados
han retomado posiciones en la zona zapatista
Fox no descarta la vía militar para afrontar
el conflicto en Chiapas: Sandoval Palacios
Cada vez más miembros del Ejército reciben
instrucción contrainsurgente brindada por EU
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Cristobal de Las Casas, Chis., 9 de mayo. La
conducción del conflicto en Chiapas por parte del gobierno "muestra
que el régimen de (Vicente) Fox sigue manteniendo la salida militar
como una opción", expuso el investigador Juan Manuel Sandoval Palacios,
durante el primer Encuentro Hemisférico Frente a la Militarización,
realizado esta semana en San Cristóbal de las Casas.
"El Ejército ha retomado posiciones en la zona
zapatista. Las patrullas militares recorren los caminos, instalan controles,
se internan en las comunidades, interrogan a campesinos. Los helicópteros
y aviones militares siguen sobrevolando las comunidades. Las localidades
en resistencia viven entre los patrullajes y la amenaza continua de grupos
de priístas o de paramilitares". Sandoval afirma que "en los hechos,
el gobierno de Vicente Fox ha adoptado la misma estrategia de contrainsurgencia
y endurecimiento contra el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) que puso en práctica el gobierno zedillista".
El cerco militar impuesto es "acompañado de una
táctica de saturación militar". La "saña" que refleja
el gobierno mexicano contra el zapatismo "muestra intolerancia hacia un
movimiento que contiene gérmenes de una verdadera democracia participativa",
el ejercicio de la soberanía popular, y un proyecto económico
alternativo al modelo neoliberal. "Las tropas del gobierno mantienen sus
posiciones en la selva y los Altos. La salida militar siempre ha sido una
opción del gobierno, que sigue reforzando su visión autoritaria
al considerar este conflicto como un problema de seguridad nacional".
En el trabajo La contraguerra a la guerra de red
social del movimiento zapatista: la nueva estrategia contrainsurgente
del Pentágono, el también coordinador del Seminario Permanente
de Estudios Chicanos y de Fronteras señala que los estadunidenses
"otorgan a México un lugar prioritario en su seguridad económica
y nacional. El gobierno estadunidense busca un control absoluto de las
regiones fronterizas, militarizándolas y aplicando en ellas las
estrategias de la guerra de baja intensidad y de la guerra de redes sociales.
En esta perspectiva, hemos visto que el Estado mexicano ha enfrentado el
conflicto chiapaneco como un problema de seguridad nacional que
pone en riesgo la soberanía del país". Lo cual "implica una
salida autoritaria, cuando lo que se requiere es una salida política
que reconozca las demandas del EZLN y del pueblo en general".
Las contraofensivas gubernamentales
Haciendo
historia, Sandoval Palacios documenta que en la preparación de la
contraofensiva político-militar gubernamental después del
levantamiento se contó con asesoría de Estados Unidos. "En
1994 el general Gordon Sullivan, jefe del estado mayor del ejército
de Estados Unidos, realizó dos visitas al entonces secretario mexicano
de la Defensa Nacional, Antonio Riviello Bazán. Se proponía
recopilar información sobre el conflicto chiapaneco, así
como vender artículos 'no letales' para el Ejército Mexicano".
Además, Sullivan vino a ofrecer un incremento de los recursos del
Programa Internacional de Educación y Entrenamiento Militar para
México, que en dos años pasó de 400 mil a 700 mil
dólares.
Más adelante se registraría la presencia
de "agregados militares" estadunidenses en la zona ocupada por el Ejército
federal el 9 de febrero de 1995: "El asesoramiento mencionado también
provino de Guatemala (entrenamiento a los soldados mexicanos por parte
de kaibiles), y especialistas de Argentina, denunciados en medios
informativos de su país. Y aun de israelíes, o con técnicas
israelíes aplicadas por los militares guatemaltecos".
En el estudio detalla que "durante casi un año
se incrementaron los efectivos militares en Chiapas para completar el cerco
alrededor de los zapatistas". Por puertos marítimos y aéreos
entró al país "tonelada tras tonelada", de armamento adquirido
por el gobierno mexicano en el extranjero.
La ofensiva de febrero de 1995, como lo han señalado
múltiples autores, se basó en la nueva estrategia militar
de guerra de baja intensidad (GBI). En esencia, dice Sandoval, "una doctrina
para la contrarrevolución", la cual se plasma en el Manual de
guerra irregular: operaciones de contraguerrilla o restauración
del orden, editado por la Secretaría de la Defensa Nacional
en 1995.
"Este manual es la expresión de una profunda metamorfosis
que la cúpula militar puso en marcha en 1995 como resultado directo
de este conflicto. Según un documento confidencial elaborado por
Sedena en 1995, en el corto y mediano plazos las fuerzas armadas del país
centrarían sus tareas en la contrainsurgencia y lucha antinarcóticos",
revela el autor. Para tal restructuración se contó con apoyo
material, asesoría y adoctrinamiento de Estados Unidos. Bajo la
supervisión y con entrenamiento del Pentágono se crearon
entre 1996 y 1997 los Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales (GAFE),
unidades de elite especializadas en asalto aéreo.
"Muchos de los mandos superiores han recibido educación
militar en Estados Unidos; y a partir del primero de enero de 1994 un número
creciente de militares mexicanos ha recibido entrenamiento contrainsurgente
en la Escuela de las Américas y otras instalaciones militares estadunidenses".
En este contexto ubica el autor los crecientes apoyos a las fuerzas armadas
y policías de México y otros países de América
Latina, y específicamente en el caso de Chiapas, "un mayor involucramiento
militar en tácticas y equipo de contrainsurgencia (de acuerdo con
veteranos de Vietnam como Brian Wilson, y militares como Donald Schulz,
experto en América Latina del US Army War College)".
Guerra en la red: guerra a la red
"Chiapas es el vivo ejemplo de revolución que no
existiría sin una red de colaboración internacional. Pero
posiblemente 'la red' tampoco existiría sin la experiencia de Chiapas.
Aquí es donde, de forma más clara, se configura el modelo:
la revolución es la red", cita el estudio a la periodista española
Pepa Roma (Jaque a la globalización. Cómo crean su red
los nuevos movimientos sociales y alternativos, Grijalbo-Mondadori,
Barcelona, 2001). Según dicha autora "casi todos los movimientos
de lucha actuales han aprendido de Chiapas la importancia de conectarse
en la red. Y no sólo mediante Internet, sino de cualquier canal
de comunicación con el exterior".
Ante el fenómeno mediático y de redes que
fue el zapatismo desde su origen, la estrategia de guerra en su contra
no podía ignorarlo. El gobierno de México "busca aislar cada
vez más a los zapatistas, con mecanismos que se inscriben claramente
dentro de la estrategia contrainsurgente de la contraguerra a la 'guerra
de red social'".
En su extensa exposición, Sandoval Palacios describe
la ofensiva gubernamental que se inició en febrero de 1995 y que
se incrementó a partir del ataque paramilitar en Acteal en 1997.
Esto, sumado a "la eliminación de la Comisión Nacional de
Intermediación y la marginación de la Comisión de
Concordia y Pacificación", permitió al gobierno "actuar más
libremente; cercar, aislar, desestructurar, inmovilizar, y posiblemente
aniquilar al EZLN y sus organizaciones y frentes de apoyo", en el contexto
de una nueva estrategia político-militar, denominada por los analistas
y estrategas estadunidenses John Arquillas y David Ronfeldt, de la Rand
Corporation (vinculada al Pentágono), como 'guerra de red', y particularmente
en el caso del movimiento zapatista, como guerra de red social". El movimiento
de los indígenas chiapanecos fue considerado por los estrategas
de la Rand como "el nuevo paradigma para caracterizar los conflictos sociales
en el nuevo orden mundial, una vez que la guerra fría llegó
a su fin".
En el análisis del movimiento zapatista que Arquillas
y Ronfeldt realizaron para el secretario de la Defensa de Estados Unidos,
"la estrategia de la guerra de red social se enfoca no solamente al EZLN,
sino a todas las organizaciones, frentes, redes e individuos que forman
parte de la red de apoyo al zapatismo".
Así, guerra de red no puede verse como la acción
desarrollada por "un nuevo actor social o antisocial, sin que haya una
contraguerra de red para confrontarla". El concepto, de acuerdo a Arquillas
y Ronfeldt (2001) "fue acuñado por el subcomandante Marcos en
1999, cuando afirmó que 'netwar' describía al movimiento
zapatista, y que 'Counternetwar' instruía la estrategia de sus oponentes
militares y paramilitares". Los autores dedujeron que "tanto los zapatistas
como el liderazgo del Ejército Mexicano habrían leído
su informe, que analizaba al movimiento zapatista como un caso de guerra
de red social". Por su parte, el alto mando militar mexicano habría
manifestado "admiración por el concepto" en el año 2000.
¿Con qué grado de éxito pueden aplicarse
estas propuestas en el caso de México?, se preguntan los analistas
estadunidenses. "El gobierno, el Ejército, el Partido Revolucionario
Institucional, y ahora el Partido Acción Nacional enfrentan dificultades
para combatir a un conjunto de actores enlazados mediante redes". El gobierno
ha tenido que organizar sus propias redes entre dependencias y gobiernos
"para prevalecer frente a las redes pro zapatistas". En el caso de Chiapas,
los militares "han respondido innovadoramente, refinando la organización
y la actuación de pequeñas unidades y vinculándolas
en redes en toda la zona".
Estos mismos estrategas plantean que "para asegurarse
de que la guerra de red no afecte la estabilidad o capacidad de transformación
de México, el gobierno deberá mejorar su capacidad para librar
una contraguerra de red", sin descuidar "la imperiosa necesidad de mantener
un ritmo creíble de reformas".
En esta perspectiva, Juan Manuel Sandoval Palacios considera
"que la contraguerra a la guerra de red social que lleva a cabo el gobierno
mexicano está enfocada a analizar y contener, aislar, desestructurar,
inmovilizar y aun aniquilar a las redes sociales que forman parte del llamado
movimiento zapatista". En contra de ellas se llevan a cabo acciones y tácticas,
"desde las clásicas de corte contrainsurgente del conflicto de baja
intensidad, hasta campañas desinformativas, de espionaje y creación
de organizaciones no gubernamentales financiadas por el gobierno para contraponerlas
a los grupos independientes, a los cuales se intenta poner freno y control".
|