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México D.F. Jueves 8 de mayo de 2003

Angel Guerra Cabrera

Cuba bajo amenaza

La desenfrenada campaña mediática contra Cuba de las semanas anteriores se desmorona ante la verdad, la solidaridad y el talento que la enfrentan. Ellos abrieron una brecha en el muro de calumnias levantado por las trasnacionales de la (des)información, que hizo posible el conocimiento público del reciente plan subversivo de Estados Unidos en la isla. Cómo encajaba en ese plan la quinta columna mercenaria con ropaje de oposición política creada por Washington y dirigida desde su representación diplomática en La Habana. Cómo el Estado cubano se vio enfrentado a acciones concertadas con el objetivo de fabricar una crisis migratoria que diera el pretexto para una invasión estadunidense. Fidel Castro y otros dirigentes cubanos han explicado todo esto con su sinceridad y claridad habituales, pero los pulpos mediáticos lo han ocultado mientras manipulan el justificado rechazo de la opinión pública a la pena de muerte, obviando las circunstancias excepcionales en que está actuando el gobierno de Cuba para evitar la eventual pérdida de miles de vidas y la destrucción del país.

Así que para que la verdad se abra paso han resultado decisivas las opiniones expresadas por amigos de la revolución cubana en el mundo, latinoamericanos en particular, principalmente en los escasos espacios alternativos. No han sido adhesiones incondicionales en la mayoría de los casos sino análisis -con frecuencia críticos- desde disímiles posiciones políticas. Ellos han estimulado un rico debate, que no sólo ha cuestionado mitos e ideas preconcebidas sobre Cuba existentes incluso entre sectores de izquierda, sino ha servido para discutir la amenaza sin precedente de esclavización y exterminio en que han colocado a la humanidad los nuevos nazis de Washington y las tareas que deriva para las fuerzas progresistas y democráticas.

El debate, me atrevo a afirmar, llevó a generalizar tres conceptos entre los más conscientes políticamente, sobre todo en América Latina: uno, Cuba es el país con más importantes logros sociales en nuestra América y el foco de resistencia principal a la dominación imperialista y a las políticas neoliberales en una región donde la mayoría de los gobiernos han sucumbido ante ellas, lo que explica la prioridad concedida por la pandilla fascista de Bush a la supresión de su régimen social; dos, el Estado revolucionario cubano ha demostrado durante décadas su capacidad para derrotar con mayoritaria adhesión popular y un uso mínimo de la fuerza las agresiones estadunidenses, y no hay ningún dato objetivo nuevo para pensar que las drásticas medidas tomadas recientemente señalen un cambio en esa conducta; tres, Cuba -con sus virtudes y defectos- es una hermana en peligro y defenderla es defender a toda América Latina de la actual política estadunidense de recolonización del continente.

Tres hechos vinieron a reforzar estas conclusiones, marcando el punto de giro en la reversión de la campaña mediática en América Latina y propiciando un razonamiento más informado sobre los acontecimientos en la isla por la opinión pública internacional. El primero fue el valiente y honesto artículo publicado por Pablo González Casanova el 26 de abril en La Jornada; el segundo, las 10 demoledoras líneas suscritas cuatro días más tarde por Gabriel García Márquez: "...las muchas declaraciones sobre la situación cubana -aun de buena fe- pueden estar aportando y aun magnificando los datos que Estados Unidos necesita para justificar una invasión de Cuba", expresaba; el tercero, la declaración en el mismo sentido de un grupo de notables intelectuales mexicanos, leída el primero de mayo en la Plaza de la Revolución de La Habana ante más de un millón de cubanos por el propio González Casanova, también endosada por García Márquez y otras relevantes personalidades, que ya ha recibido más de mil adhesiones (puede verse en www.porcuba.cult.cu).

En lugar del cuadro que se pretendió pintar de una revolución cubana aislada y condenada por la inteligencia del mundo, emerge una pujante corriente de solidaridad con ella impulsada por las voces de prestigiosos intelectuales y artistas. Ello, claro, no es ajeno a la extraordinaria obra cultural desarrollada en Cuba desde el triunfo revolucionario, a la singular relación de diálogo e identificación del movimiento intelectual cubano con el gobierno de la isla y a la ascendencia de éste sobre sus pares del exterior.

Pero aunque la campaña mediática actual naufraga, no es momento de lanzar campanas al vuelo. Las razones de la agresividad de Washington contra Cuba no han cambiado ni cambiarán mientras exista revolución en la isla. El imperialismo estadunidense, por otra parte, atraviesa un periodo crítico que ha llevado al timón de la Casa Blanca a un proyecto de dominio del mundo mediante la superioridad militar -la doctrina Monroe llevada a escala planetaria- y, como colofón, la relección de Bush depende del estado de guerra permanente, visto el deterioro creciente de la economía en casa.

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