Fomentará la corrupción, afirman jóvenes rusos

Intentan imponer en Moscú un toque de queda para adolescentes

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 6 de mayo. Para contener la difusión de lastres como el alcoholismo y la drogadicción, factores de riesgo que además nutren las estadísticas de la delincuencia juvenil, los miembros de la Duma de esta capital (instancia equivalente a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal) dieron ya el primer paso para introducir en Moscú una suerte de toque de queda para adolescentes.

La ley, recién aprobada en primera lectura y cuya entrada en vigor se pretende apenas comience el siguiente verano, cuando los días le quitarán cada vez más horas de oscuridad a la noche, prohíbe a los menores de 14 años salir a la calle después de las 22 horas, salvo que lo hagan acompañados de uno de sus progenitores, como mínimo.

Padres e hijos deberán llevar documentos que demuestren su relación familiar, pues los mayores -en caso contrario- caerían de inmediato en la categoría de sospechosos de cometer pedofilia, con la consiguiente y poco agradable probabilidad de tener que pasar una noche en cualquiera de las celdas de la comisaría policial más cercana.

La controvertida ley, que oficialmente se denomina "Acerca de la responsabilidad administrativa por permisibilidad a que me-nores de edad se encuentren en horas de la noche y lugares públicos sin acompañarlos ninguno de sus padres", no va más allá de imponer multas.

Primero a los padres, cuyo monto a pagar irá en aumento conforme se incremente el número de veces que sus hijos burlen el to-que de queda y sean detenidos por la policía.

Y también serán castigados con cantidades todavía más fuertes los propietarios de discotecas, cines, cafeterías y locales similares que permitan la entrada a adolescentes solos, a partir de las 22 horas y sin la compañía de al menos uno de sus padres.

La preocupación de los diputados capitalinos por que no caiga en el vicio esta primera generación de rusos que aún usaba pañales cuando desapareció la Unión Soviética, y con ella todo vestigio del anterior sistema, cobró cuerpo de iniciativa de ley en febrero pasado.

Entonces, Dmitri Katayev, uno de los integrantes de la Duma de Moscú, logró convencer a sus colegas de que esta ley restringe el derecho fundamental al libre movimiento, consagrado en la Constitución.

El borrador fue rechazado y, aparte de la intensa labor realizada durante dos meses por los cabilderos del Ministerio del Interior, quién sabe qué hizo cambiar de opinión a los legisladores para aprobar ahora la ley, casi sin modificaciones, en primera lectura.

Antes de proceder a la votación, algunos diputados expresaron dudas y temores, que finalmente no encontraron eco entre sus compañeros. Una de las principales objeciones es que nadie puede dar garantías de que los adolescentes no serán maltratados por la policía, cuando de por sí pasar unas horas en una comisaría -en opinión del reconocido sicólogo Viktor Bessonov- resulta una experiencia traumática para cualquiera.

Asimismo, esta ley no distingue entre un menor que saque a pasear a su perro durante cinco minutos y otro que esté consumiendo drogas o bebidas alcohólicas en la vía pública: afecta a los dos por considerar infracción el hecho mismo de que ambos se encuentren en la calle a determinada hora.

Dar luz verde a los uniformados para barrer parejo conllevará muchas arbitrariedades, al grado de que no pocos diputados pusieron en duda que los policías ru-sos tengan criterio suficiente.

El propio autor del proyecto de ley, Yevgueni Balashov, reconoció: "Yo mismo preferiría que el cumplimiento de la ley corriera a cargo de policías alemanes o suecos y no los que tenemos, pero ni modo".

El diputado Balashov no se atrevió a decir lo que piensan muchos de sus compatriotas: la controvertida ley será vista por muchos policías rusos como una fuente adicional de ingresos.

Menos iba a admitir que ello pondrá en una situación de privilegio a los adolescentes de familias acomodadas, a la vez que estimulará la delincuencia juvenil forzando a cometer ilícitos a los muchachos de escasos recursos que tengan que afrontar ellos mismos, sin la ayuda de sus padres, las mordidas.

Marietta Stepanian, preparatoriana de 16 años, en una reciente encuesta llevada a cabo por el periódico Izvestia, resumió con estas palabras lo que piensa sobre la eficiencia del toque de queda para adolescentes: "Es una acción inútil por parte del Estado. Las autoridades tratan, una vez más, de crear la im-presión de que hacen algo. De cualquier modo, los jóvenes van a salir a la calle, sobre todo en verano. No es una ley, sino una estupidez, mientras las multas son una forma más de hacer dinero a costa de los menores".