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México D.F. Miércoles 7 de mayo de 2003

Immanuel Wallerstein

ƑExiste aún el mundo occidental?

No es cuestión de historia cultural, sino de geopolítica contemporánea. De 1945 a 2001 pocas personas dudaban que hubiera algo en la arena política mundial que se pudiera llamar ''Occidente'' o ''el mundo occidental''. Cierto, había algunos desacuerdos en cuanto a quién incluir en esta categoría. Algunos países eran parte obvia: Estados Unidos, los estados de Europa occidental, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Pero en los bordes había controversia. ƑEra Europa ''oriental'' parte del mundo occidental? ƑLo era Turquía? ƑY qué con Japón? ƑEra un miembro honorario de Occidente, siguiendo la definición que hiciera el régimen apartheid de Sudáfrica, el cual designó a los japoneses ''blancos honorarios''?

Pero desde que el régimen de Bush se embarcó en su marcha unilateral y machista por el planeta, se han vuelto tirantes las relaciones entre Estados Unidos y Europa. Los políticos mundiales y los medios de comunicación han tenido que reconocer que la unidad geopolítica de "Occidente" no es ya una proposición evidente en sí misma. Después de la conquista estadunidense de Irak, Tony Blair mismo se aboca a la tarea de restaurar la unidad de Europa y Estados Unidos, lo que por supuesto significa una tarea que requiere esfuerzo, y cuyas perspectivas son inciertas.

El suplemento dominical del New York Times del 27 de abril de 2003 contiene dos artículos, ambos provenientes de publicistas británicos. Sus tonos son muy diferentes. Uno lo firma Timothy Garton Ash y se titula "Cómo puede Occidente ser uno solo". El otro es de Niall Ferguson y utiliza el muy diferente encabezado de "El imperio se escabulle". Una lectura minuciosa de ambos revela la naturaleza del debate entre el antiguo centro del sistema y la nueva y poderosa extrema derecha.

Ash es director de estudios europeos en el Saint Anthony's College en Oxford y uno de los decanos de la Hoover Institution en Stanford (enclave al que no puede tacharse de radicalismo). Es muy conocido por sus extensos escritos sobre el centro y oriente de Europa, antes y durante el colapso de la Unión Soviética. Su artículo es lo que se dice una "carta lastimera" a sus "queridos amigos estadunidenses". La línea inicial di-ce: "Debemos juntar Occidente de nuevo". El artículo se centra en dos aspectos: Medio Oriente y Francia. Sus puntos de vista en torno a Levante son muy semejantes a los que Blair ha expresado de manera pública. En particular, enfatiza la importancia de crear un "Estado palestino viable". Acerca de Francia, considera que, desde su punto de vista, los franceses actuaron de manera "indignante" en lo relativo a la guerra con Irak. Pero, sin embargo, afirma que "el vapuleo a Francia en Washington fue demasiado lejos", pues "Churchill tenía razón: la Europa que queremos no puede construirse sin Francia". Por tanto apela por "un Estados Unidos menos arrogante".

Cuando leemos el artículo de Ferguson, la tonada es muy diferente. Al igual que Ash, mantiene vínculos a ambos lados del Atlántico. Es profesor de historia financiera en New York University e investigador decano del Jesus College, en Oxford. El subtítulo de su texto es "Por qué los estadunidenses en verdad carecen de lo requerido para dominar el mundo". Y lo deplora. Acusa a Estados Unidos de "encuadrarlo todo en el corto plazo". Teme que a los estadunidenses les "falte nervio para un gobierno de largo alcance", algo que, sostiene, los británicos tuvieron en su día. Apunta que un segmento de la elite británica tenía la voluntad de "invertir toda su vida trabajando... desde el lugar de su nacimiento, para gobernar países de calor infernal, plagados de enfermedades". Por contraste, "los productos de las instituciones educativas de la elite estadunidense son personas menos propensas a viajar, y sólo lo hacen en sus breves visitas por avión, y en vacaciones". ƑSu conclusión? "Mientras el imperio estadunidense no se atreva a pronunciar su propio nombre -mientras continúe su tradicional hipocresía organizada- los hombres y mujeres actuales, con ambición, echarán una mirada a las perspectivas del Irak de la posguerra y dirán a una sola voz: 'ni se te ocurra ir ahí'".

Así, Ash se preocupa de que Estados Unidos emprenda el sendero imperial unilateralmente y con arrogancia. Ferguson se queja de que Estados Unidos no tome el sendero imperial, lo que requeriría ocupar persistentemente esos países de calor infernal, plagados de enfermedades. ƑQuién tiene la razón? Como ocurre en muchos debates, ambos tienen razón. Ash acierta cuando señala que Estados Unidos no lo logrará yendo solo, en lo militar tal vez, pero no políticamente. Ferguson acierta al afirmar que las elites estadunidenses no están preparadas en lo absoluto para servir de "funcionarios de distrito" en el Tercer Mundo.

Ash aboga por que el régimen de Bush retorne a la política exterior de los años previos, y que base su actuar en una alianza significativa de colaboración en ambos lados del Atlántico. Ferguson apela a que no lo haga, que se despoje de la hipocresía de quererse ver como los idealistas con estrellas en los ojos en medio de un mar de terroristas. Me parece que ninguno verá la política exterior estadunidense por la cual ruegan. Los halcones estadunidenses vetarán, ya vetaron, lo que Ash les pide que ha-gan. Por otra parte, la política de esos halcones es, a la larga, algo inaceptable para el electorado en Estados Unidos y para las elites, justamente por las razones que Ferguson aduce. La mayoría de los estadunidenses se siente más a gusto siendo aislacionistas que señores imperiales, por mu-cho que se regodeen de sus espléndidas victorias militares.

Mientras Estados Unidos vive la agonía política de buscar una política mundial para el futuro (pese a los altos porcentajes en favor de Bush en las encuestas, que son transitorias, Estados Unidos de veras agoniza sobre esta cuestión), Europa intenta dolorosamente reconstruirse a sí misma, como Europa, no como parte de "Occidente", o del "mundo atlántico". ƑCómo puedo decir esto cuando en este momento Estados Unidos se ve mucho más unificado políticamente que Europa, pues ésta es atravesada por agudos y explícitos conflictos internos?

En realidad hay dos razones. Una es económica, la otra cultural. Los aspectos económicos son bastante fáciles de explicar. Por un lado, Europa comparte con Estados Unidos su interés en mantener la división centro-periferia en la economía-mundo, con todas las ventajas que dicha estructura le proporciona al Norte. Por otro lado, Europa es claramente un rival económico de Estados Unidos, y esta rivalidad se hará más intensa en las décadas por venir. Así, el viejo continente tiene que evaluar lo que gana al hacer frente común con el Norte en arenas como la Organización Mundial de Comercio y lo que pierde por la ventaja económica que le impone Estados Unidos mediante el papel del dólar, sostenido por presiones militares y políticas.

Si Europa no puede quebrar el papel privilegiado del dólar, seguirá condenada a un estatuto de segundo lugar. Los europeos se dan perfecta cuenta de ello. ƑSacrificarán entonces sus intereses de clase como miembros integrales del "Norte" si tienen que emprender una lucha importante contra Estados Unidos? No necesariamente, porque creen que la estrategia estadunidense como "Norte" es menos eficiente de lo que ellos mismo desearían, y la posición estadunidense en cuestiones Norte-Sur se vería igualmente comprometida por una lucha simultánea contra Europa. El viejo continente considera que una política Norte-Sur diferente no sólo favorecería sus intereses sino también los de Estados Unidos (aunque los estadunidenses no se percaten de esto). Por tanto, parece muy probable que Europa no cancele su lucha económica con Estados Unidos, la cual gira en torno a arreglos financieros internacionales e inversiones en nuevos productos de punta. Con el fin de impulsar sus intereses económicos, Europa armará una fuerza militar independiente, contra la cual tanto Blair como Colin Powell ya vociferaron su oposición, tenida de gran preocupación, pues podrían no ser capaces de impedirla.

En cuanto al factor cultural, hay que remontar un poco de historia. Estados Unidos es vástago cultural de Europa. Hasta 1945, tanto en Europa (incluida Gran Bretaña, aunque no específicamente) como en Estados Unidos, Europa era el hermano mayor. Las realineaciones ulteriores a 1945 dejaron al viejo continente en el pa-pel de hermano menor. Y los europeos no han terminado de asimilar este giro. Fueron tragados en gran medida por la guerra fría. En esto incluso los europeos más conservadores comparten dicho sentimiento. Noten el desdén cultural implícito en los argumentos de Ferguson. De hecho, no es muy diferente del tono rogón de Ash en lo relativo a la política derivada de la cultura. Sólo que Ash es más cortés.

El orgullo cultural europeo es absolutamente incomprensible para la mayoría de los estadunidenses. Siempre ha sido así. El vapuleo contra los franceses no es antifrancés. Es antieuropeo. Y los europeos lo sa-ben. Ash no está solo en esta claridad. ƑExiste aún Occidente? No ha desaparecido por completo, en términos geopolíticos, pe-ro parece ser increíblemente débil.

© Immanuel Wallerstein

Traducción: Ramón Vera Herrera

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