México D.F. Miércoles 7 de mayo de 2003
Antonio Helguera, premiado en el género
caricatura
Casi 20 años de trazos, de hacer cartones políticos
Dice que "el foxismo es un paraíso" para los
moneros
JUAN MANUEL VENEGAS
El Premio Nacional de Periodismo que hoy recibe Antonio
Helguera, en el género de caricatura política, deviene en
la imagen de lo que podría ser la sátira del momento mismo
del país: es un reconocimiento a la crítica hacia la doble
moral de la jerarquía católica, que por un lado condena cierto
tipo de libertades que tienen que ver con la vida privada de los individuos,
y por otro encubre a algunos de sus miembros acusados incluso de pederastia.
Y ahí está "lo notable" del acontecimiento:
el premio ocurre a pesar de la "impresionante impunidad" de que todavía
goza la jerarquía católica (por encima de políticos
y empresarios) y en la primera Presidencia de la República que,
públicamente, ha confesado y practicado su fe católica.
"Me parece muy importante que este tipo de crítica
no solamente se pueda hacer, sino que quien la haga, en un momento dado,
pueda resultar premiado", comenta Helguera entusiasmado. No es para menos.
Si bien se trata de un tema "difícil y delicado para la sociedad
en general y para este gobierno tan cercano a los Legionarios de Cristo",
ya es momento de que los mexicanos "dirimamos este tipo de asuntos abiertamente".
Merecedor
ya del premio nacional en 1996 (también, como ahora, por su trabajo
en La Jornada), Helguera celebra que el gobierno haya quedado fuera
de la convocatoria, pues el solo hecho de que desde hace dos años
sea entregado por un consejo ciudadano, integrado por periodistas y universidades
públicas y privadas del país, lo "reviste de mayor prestigio".
Pero no hay descrédito en lo ganado hace siete
años. Cuenta su experiencia de "haber probado las dos opciones":
aun cuando en la anterior etapa estaba auspiciado por el gobierno, "yo
no le encontré mayor objeción, porque el jurado actuó
con absoluta independencia, como pasó en muchas otras ocasiones
cuando el premio lo recibieron caricaturistas de larga trayectoria y prestigio
y cuya independencia está fuera de toda duda, como Rius, Naranjo
y Helioflores".
Sin embargo había que ciudadanizarlo, porque "también
es cierto que hubo momentos en que algunos gobiernos quisieron hacer uso
político del premio y mencionaré aquí, específicamente,
a Carlos Salinas. Obviamente, este tipo de cosas hicieron que se demeritara.
Por eso no podría seguir el premio así, auspiciado por el
gobierno, y menos cuando la sociedad tiende a madurar y a ganar espacios
y la prensa independiente a consolidarse y a encontrar un espacio importante
dentro de la misma sociedad".
Su convicción jornalera
A Helguera se le ve en plenitud: está próximo
el nacimiento de su segundo hijo. Sabe de la trascendencia del tema que
abordó, y con el reconocimiento a su trabajo reafirma su convicción
jornalera.
"La libertad que tenemos en La Jornada es muy amplia.
Creo que no todos podrían decir que su medio les da los márgenes
de libertad que tenemos aquí y el apoyo que se te da, porque no
sólo gozas de libertad, sino que hay realmente un ambiente distinto
para nuestro trabajo. Y aquí quiero decir que, en el caso de la
caricatura, La Jornada fue innovadora, pues creo que fue el primer
diario que dio un trato especial, relevante, al género. Haber llegado
aquí cuando apenas iniciaba ha sido, evidentemente, algo muy importante".
Venía de El Día cuando se incorporó
a La Jornada, "donde me formé realmente y aprendí
el oficio directamente de mis compañeros, específicamente
de El Fisgón (Rafael Barajas), que en aquella época
daba un taller de caricatura. Era un taller muy completo e importante para
quienes teníamos la inquietud de dedicarnos a esto. Destacaba, además,
porque la caricatura no te la enseñan en ningún lado..."
Hoy, a casi 20 años de aquellos primeros trazos,
se siente ubicado en un "verdadero paraíso para los caricaturistas".
Explica: "este gobierno se ha convertido en eso, y es que Fox se ha convertido
en el personaje ideal para cualquier caricaturista. De hecho, aunque ya
en la campaña se veía que nos iba a dar mucha materia de
trabajo, las expectativas se quedaron cortas y la realidad superó
cualquier cosa que nos hubiéramos imaginado. ¡El propio Fox
supera las caricaturas que se le hacen! Sus declaraciones y actos son un
paraíso, pero a la vez un reto, porque en un momento dado
las cosas que hace y dice pueden llegar a ser más chistosas que
las caricaturas que uno haga".
Incluso aquí advierte un riesgo para él
y sus colegas, pues cuando aún faltan más de tres años
de gobierno "podemos llegar a saturarnos de Fox, y no sólo nosotros.
También los lectores. El problema es que prácticamente todos
los días el Presidente crea una confusión o se contradice
o sale con declaraciones como aquellas en las que propuso ¡unificar
las dos Coreas! Ahí, por ejemplo, el chiste está ya hecho.
Y si seguimos los ejemplos son inagotables, a grado tal que últimamente
yo creo que sólo ha sido superado por George W. Bush, que es tan
rústico como él, pero mucho más peligroso, con mucho
más poder".
Y para no saturarse, enfrentar "ese reto", Helguera confía
que optó ya por dedicarse a Fox sólo en "temas relevantes",
independientemente de que el Presidente esté empeñado
en ofrecernos "chistes prefabricados" todos los días.
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