Denuncian bomberos que apoyaron el movimiento amenazas de sus jefes

Ignoran compromiso del GDF de evitar represalias contra vulcanos

Rechaza Alejandro Encinas que se vayan a pagar salarios caídos Amagan con otra huelga

SUSANA GONZALEZ G. Y BERTHA TERESA RAMIREZ

El jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, se comprometió a que no habría represalias contra ninguno de los dos grupos del Heroico Cuerpo de Bomberos (los sindicalizados y los opuestos al movimiento) que participaron en la huelga, mientras que el secretario de Gobierno, Alejandro Encinas, aseguró que el director general de la corporación, Alejandro Aguilar López, recibió instrucciones para que se apegue a la ley y no asuma actitudes revanchistas contra los agremiados.

Encinas incluso hizo un llamado "a la tranquilidad y mesura" porque, dijo, no era propicio alentar la división y fragmentar el Cuerpo de Bomberos".

Pero pese a las declaraciones de ambos funcionarios, las represalias iniciaron anoche en cuanto las autoridades volvieron a los cuarteles, denunció Pablo Franco, abogado del sindicato, y refirió que un bombero sindicalizado fue sacado por la fuerza de la estación Iztapalapa.

Además "hubo amagos de despidos masivos, aunque disfrazados", y dijo que la dirección general contrató notarios para que certificaran cuántos bomberos huelguistas se reincorporarían a sus labores y revisaran el estado de los cuarteles, lo cual consideró absurdo porque no lo hicieron cuando se inició la huelga.

El abogado acusó al director de "nunca acatar la línea del GDF y conducirse como integrante que es de esa mafia de la policía capitalina conocida como la Hermandad", al recordar que Aguilar López ha sido director desde que Bomberos pertenecía a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).

Desde que la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCA) declaró inexistente la huelga, a las 17 horas del domingo, Antonio Peregrino, secretario general del sindicato, pidió a sus compañeros que retiraran las banderas de huelga y entregaran las instalaciones a los directivos, quienes durante los nueve días que duró su movimiento permanecieron afuera de los cuarteles.

Sin embargo, los jefes de estación se negaron a recibirlas y argumentaron que no habían recibido órdenes del director general, por lo que los bomberos siguieron trabajando normalmente -como lo hicieron a lo largo de la huelga-, hasta que los directivos se presentaron a los cuarteles prácticamente hasta el último momento del plazo fijado por la JLCA al sindicato, aseguró Pablo Franco.

La entrega de instalaciones no fue tersa ni pacífica: Juan Carlos González, secretario de organización del sindicato, denunció que el jefe de la estación Iztapalapa, Arnulfo García Ordóñez, ayudado por tres de sus colaboradores, sacó por la fuerza a Miguel Angel Casas González, bombero que apoyó la huelga, para dejarlo en la calle sin permitírsele reingresar al cuartel.

También dijo que hubo situaciones ríspidas en las estaciones de Iztapalapa y Cuajimalpa, pues las autoridades quisieron obligar a los ex huelguistas a retirarse con la amenaza de que "si no se alineaban, no se les permitiría trabajar".

Franco mencionó que en la estación Tláhuac las autoridades y el notario contratado no se limitaron a preguntar a los bomberos sindicalizados si se reincorporaban a los servicios, pues el jefe de estación los amagó diciéndoles que deberían hacer todo lo que él les ordenara, porque de lo contrario se quedarían sin trabajo.

Horas antes, Encinas advirtió que si había elementos que no se reintegraban a sus labores, el organismo estaba en posibilidades de contratar nuevo personal y rechazó que se fueran a pagar salarios caídos.

Al mediodía, Peregrino Rojo encabezó una asamblea en el Zócalo, donde ante decenas de sus compañeros reiteró que el fallo de la JLCA no representaba una derrota para el movimiento y que podrían emplazar a huelga dentro de un mes y medio.