México D.F. Domingo 4 de mayo de 2003
Gabriela Jiménez y Lorenzo González
viajan a Rusia
Dos mexicanos se integran a la Orquesta por la Paz
La música permite al ser humano reafirmarse,
expresa la timbalista de la Filarmónica de la Ciudad de México
ANGEL VARGAS
Por vez primera en su historia, la Orquesta Mundial por
la Paz (WOP, por sus siglas en inglés) convocó a músicos
mexicanos para integrarlos a sus filas. Se trata de la percusionista Gabriela
Jiménez y el violinista Lorenzo González, quienes se desempeñan
como timbalista principal y concertino en las orquestas filarmónicas
de la Ciudad de México (OFCM) y de la UNAM, respectivamente.
Fundada en 1995 por una de las grandes luminarias de la
dirección orquestal del siglo XX, el fallecido director orquestal
sir Georg Solti, la agrupación se constituye de manera anual
por más de un centenar de atrilistas provenientes de diversos países
de todos los continentes, para ofrecer conciertos conmemorativos y de fines
altruistas en diversos puntos del mundo, así como para exhortar
a las naciones a evitar las guerras y mantener la paz.
Este
año la sede corresponde a Rusia, donde la WOP realizará un
par de presentaciones: el 8 y el 10 de mayo. La primera será en
el famoso teatro Mariinsky de San Petersburgo, en el contexto de la conmemoración
rusa del fin de la Segunda Guerra Mundial y el festejo por los 300 años
de la fundación de esa ciudad.
La segunda actuación, en tanto, se efectuará
en la recientemente inaugurada Casa Internacional de la Música,
ubicada en Moscú, para clausurar el Festival Musical del Este que
se organiza en la capital rusa.
El programa de ambos conciertos será el mismo:
la obertura y el scherzo de Sueño de una noche de verano,
de Mendelssohn; Don Juan, de Strauss; Oda para el fin de la guerra,
de Prokofiev, y la versión original de Petrushka, escrita
por Stravinsky en 1911.
El director ruso Valery Gergiev estará al frente
de la orquesta en ese par de presentaciones, cuyas incidencias serán
transmitidas en vivo por una televisora de aquel país y grabadas
en disco compacto por la prestigiada casa de música clásica
Decca/Phillips. Lo recaudado en taquilla se destinará a una organización
filantrópica local, el Programa de Artistas Jóvenes del Mariinsky.
Ser invitada para integrar la Orquesta Mundial por la
Paz es una de las más grandes satisfacciones que ha tenido en su
vida la intérprete Gabriela Jiménez, según comenta,
más aún considerando que América Latina sólo
es representada por cinco músicos: dos de México, uno de
Cuba, otro de Brasil y uno más de Argentina.
"Esta invitación es para mí un doble regalo.
Por una parte, en lo artístico, resulta un gran aliciente y un honor
ser parte de una orquesta de este nivel y excelencia, integrada por algunos
de los mejores músicos del mundo, y por otra, en lo humano, siempre
es gratificante para cualquier persona poder contribuir, aunque sea de
manera mínima, en acciones que buscan la armonía entre los
seres, en este caso hacer un llamado en favor de la paz a través
del arte", señala la timbalista.
"No es nada cómodo como persona y como artista
vivir un conflicto como el que se suscitó en Irak y no poder hacer
algo. De nada sirvió la oposición mundial a la guerra. La
razón y la sensibilidad de una mayoría perdieron ante la
obstinación y la ambición de un puñado de gente. Eso
es algo que no debemos olvidar y tenemos que estar cuestionándolo
permanentemente, si en verdad queremos que no se repita.''
Para Gabriela Jiménez, el arte, y en específico
la música, es una de las pocas creaciones de la civilización
que permiten al ser humano reafirmarse como tal y no perderse en el ritmo
convulso, irracional y delirante del mundo tecnificado y globalizado de
la actualidad.
"Indudablemente el arte es uno de los últimos resquicios
que nos recuerdan que además de materia, somos espíritu,
emociones y sentimientos. En ese sentido, la música, sin importar
su naturaleza, tiene un impacto en la persona, no sólo sensorial
sino también biológico. No creo que la música nos
haga mejores seres humanos, pero sí estoy convencida de que nos
abre mayores posibilidades de pensamiento y que nos hace más sensibles,
e incluso, muchas veces, más felices", abunda.
"Ese es quizá su gran aporte (del arte sonoro)
en el mundo de hoy día, en el que se sostiene a toda costa que el
bien común está sustentado en el avance tecnológico,
las teorías económicas y los tratados comerciales. Como humanidad,
parece que nos hemos olvidado de ese gran valor que nos ha ayudado a sobrevivir
y a desarrollarnos: la parte espiritual".
Por ello, rubrica la atrilista de la OFCM, "más
que en cualquier época de la historia el arte representa en la actualidad
uno de los grandes valores con los cuales debemos comprometernos. Cierto
que todavía no se evitarán ni se resolverán guerras
ni conflictos con él, pero sin duda puede marcar la pauta para rencauzar
nuestra visión del mundo y de la vida. De ahí que considere
un gran honor y responsabilidad mi llamado a la WOP".
|