Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 27 de abril de 2003
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Molly Ivins

Nueva cultura laboral estilo EU

Cielos, en estos días los tipos del Partido Republicano no andan escasos de ideas de terrible creatividad. Están llenos de nociones de cómo empeorarle todavía más la vida a la gente: como palomitas de maíz brincan una idea horrible tras otra, y todas traen adosados nombres tan bonitos que dan asco.

Pensemos en la Ley de Flexibilidad del Tiempo Familiar y en el Lugar de Trabajo (en la versión del Senado), o Ley de Flexibilidad del Tiempo Familiar (versión de la Cámara de Representantes). El gobierno de George W. Bush encabeza la embestida con nuevas propuestas normativas que erosionarían la semana laboral de 40 horas y afectarían a más de 80 millones de trabajadores hoy protegidos por la Ley de Normas Justas de Trabajo.

Al oír cómo lo dicen los republicanos, uno creería que se trata de iniciativas en favor de las familias, algo así como la Ley de Permisos por Asuntos Familiares de la época de Bill Clinton, diseñada para ayudarnos a equilibrar las difíciles demandas combinadas del trabajo y la familia. Tanta mantequilla untan los republicanos a sus visajes cuando hablan de "flexibilidad" y "libertad de elección", que uno tiene que leer las iniciativas por algo así como 30 segundos antes de darse cuenta de que lo que intentan es derogar la semana laboral de 40 horas y poner fin al tiempo extra.

Como señala la revista American Prospect, cuando los republicanos hablan de "flexibilidad" quieren decir dejar que las empresas hagan lo que se les antoje sin normas, mandatos ni derechos del trabajador y el consumidor. Desde la época de Franklin D. Roosevelt, las horas extras se pagan en Estados Unidos 50 por ciento más que las normales y tienen el afortunado efecto de mantener la semana laboral en 40 horas, o por lo menos evitar que crezca demasiado.

Las reglas que propone el presidente Bush, codificadas en las dos iniciativas republicanas, servirían para:

-Excluir a trabajadores que actualmente tienen derecho al pago de tiempo extra, reclasificándolos como gerentes. En la actualidad las empresas ya recurren a este garlito cuando tienen modo de hacerlo. Digamos que un trabajador fríe hamburguesas en el turno de la noche de McDonald's, lo cual se considera tiempo extra, y de pronto -felicidades- lo nombran gerente asistente nocturno, sin aumento de sueldo ni tiempo extra.

-Eliminar a ciertos trabajadores de in-gresos medios de las protecciones del tiempo extra añadiendo un límite de salarios por arriba del cual los empleados ya no califican para recibir pago por ese tiempo. Seguramente les gustará: se esfuerzan demasiado para ganar dinero extra.

-Retirar la protección legal de tiempo extra para un gran número de trabajadores de las industrias aeroespacial, de de-fensa, de atención a la salud, de alta tecnología y otras.

Atención: lo que viene sale directamente del recibo de nómina.

Las grandes empresas cabildean intensamente en favor de estas iniciativas; los empleados que trabajan horas extras para pagar sus cuentas deberían leerlas con atención. El truco radica en remplazar el tiempo extra con "tiempo de compensación", con lo cual el patrón obtiene el derecho de decidir en qué momento el trabajador o trabajadora "compensará" el tiempo laborado más allá de lo regular, si es que alguna vez puede hacerlo. La ley no contiene ninguna protección significativa contra los patrones que asignen tiempo extra sólo a los trabajadores que estén dispuestos a recibir tiempo en vez de dinero. A to-do el mundo le dan por atrás con ésta, me-nos a los jefes. ƑNo es adorable?

Los cambios de reglas propuestos y las iniciativas republicanas brindan un poderoso incentivo a los patrones para alargar la semana laboral, lo cual se vendría a agregar a una carga que ya hoy hace tambalearse a los trabajadores. Para 1999, en una sola década, el año laboral promedio en Estados Unidos se había expandido en 184 horas, según el libro Wealth and de-mocracy (Riqueza y democracia) de Ke-vin Phillips.

Este autor señala: "La Oficina de Estadísticas del Trabajo informa que el estadunidense promedio trabaja 350 horas más por año que el europeo típico, equivalentes a nueve semanas de trabajo".

Las iniciativas conceden a los patrones un nuevo derecho: retrasar hasta por 13 meses cualquier pago por horas extras. Según un análisis del Instituto de Política Económica (IPE), conforme con estas nuevas normas un empleado que trabaje horas extras en determinada semana podría no recibir pago o tiempo de compensación alguno por ellas hasta más de un año después, a discreción del patrón.

"Sin recibir intereses ni seguridad, los empleados en esencia prestarán a sus pa-trones su tiempo extra con la esperanza de que alguna vez se los devuelvan como tiempo libre pagado", advierte el informe. "La compensación por tiempo extra queda así en riesgo de perderse en caso de cierre del negocio, bancarrota o fraude. Además, los empleados no tienen garantía de recibir ese tiempo cuando lo requieran o deseen."

El IPE explica por qué a las grandes empresas les encantan estas iniciativas: "Una compañía que cuente con 200 mil trabajadores protegidos por las leyes actuales podría obtener de cada uno 160 horas a siete dólares cada una (160 horas es el tope que fijan las iniciativas al tiempo extra), lo cual equivale a 224 millones de dólares que la empresa no tendría que pagar a sus trabajadores hasta un año después de que los ganaron. Considerando que, en circunstancias normales, el patrón tendría que pagar un interés de 6 por ciento anual por un préstamo comercial de tal magnitud, podría ahorrarse 13 millones de dólares recurriendo al tiempo de compensación tomado 'en préstamo' a sus trabajadores".

El mañoso mercadeo con que se quieren vender estas reformas es una maravilla digna de contemplarse. Lo que se dice es que con ellas los trabajadores de las empresas obtendrán el mismo "beneficio" de tiempo de compensación que tienen los empleados del gobierno. Estupendo, sólo que el gobierno no tiene un objetivo de ga-nancia que lo impulse a promover el tiempo de compensación en vez del extraordinario. šEse argumento sí que apesta!

 

© Creators Syndicate Inc.

Traducción: Jorge Anaya

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