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Guillermo Almeyra
La disputa por la hegemonía
Estados Unidos ejerce la hegemonía militar gracias a la superioridad de sus armamentos, pero la misma se apoya en la hegemonía política y cultural del capital, en general, más allá de los límites de los países, y en la de la fracción financiera y especulativa del mismo. Eso torna imperiosa la batalla por las ideas, por las mentes. O sea, el combate en el campo de la cultura oficial contra las ideas y las obras que respaldan, justifican o sirven para disfrazar la dominación capitalista y, sobre todo, la lucha por romper el nexo entre esa Cultura con mayúscula y la cultura común, el "sentido común" que permea los actos de los dominados, incluso, por supuesto, de los que se consideran anticapitalistas.
El capital reproduce su cultura en la vida económica, en la estructura social, en las relaciones cotidianas. Quien en cambio quiera disputar esa hegemonía debe ir a contrapelo, debe construir diaria y laboriosamente una visión alternativa superando el monopolio de los medios de información y deformación de masas por el capital financiero y también contra el citado "sentido común".
La defensa del derecho de Cuba a la autodeterminación y la soberanía y la lucha contra la preparación de nuevos ataques contra tal derecho no se refuerza sino que, por el contrario, se debilita en Cuba y en el mundo cuando el gobierno cubano aplica las armas jurídicas nacidas de la forja bárbara del enemigo y las avala, legitimando de paso la ideología de éste. Por otra parte, no decir nada sobre la contradicción entre los métodos que, como la pena de muerte, contradicen el fin socialista declarado, como sucede en el caso de los zapatistas, no ayuda en nada a los trabajadores cubanos y de todo el mundo que son un respaldo fundamental del EZLN, ni a los mismos indígenas chiapanecos, pues éstos no enfrentan solamente la represión local y deben aumentar su conciencia sobre la relación de fuerzas mundial, sino deben encontrar aliados.
Asusta la incomprensión que existe sobre la necesidad de la lucha por la hegemonía cultural cuando algunos confunden la lucha por la defensa de la autodeterminación de Cuba con la aceptación acrítica de cada una de las medidas del gobierno de la isla a pesar de que para defender los derechos del pueblo cubano no es necesario ser socialista o castrista, pues basta con ser democrático. Una crítica al gobierno de un país amenazado por el imperialismo es perfectamente compatible con la defensa permanente de los derechos de aquél. La confusión tan común en algunos escritores, como Saramago o Benedetti, entre pueblos, estados y gobernantes de los mismos olvida los principios sin los cuales no se puede combatir la hegemonía cultural capitalista.
Asusta aún más que se pretenda que cuando subsiste la lucha de clases hacer hincapié en la ética y la moral ayuda a los gendarmes. En primer lugar, la lucha de clases la libran no sólo los explotados para liberarse sino también, y por todos los medios, los explotadores. Y la defensa de la ética y de la moral es y ha sido siempre una arma poderosa contra la explotación y, por consiguiente, contra los gendarmes. No se puede poner entre paréntesis los principios éticos porque el enemigo capitalista amenaza y asedia: hay que excluir la degradación de los seres humanos incluso en el caso de los contrarrevolucionarios, del mismo modo que hay que excluir la calumnia del arsenal con que quienes se consideran revolucionarios combaten a sus adversarios políticos moderados.
Estados Unidos desde antes de la revolución cubana ha invadido y ocupado continuamente países caribeños, incluida Cuba, o centroamericanos. Desde 1959, con gobiernos demócratas o republicanos -como lo demuestra, entre tantos otros hechos, la invasión de Bahía de Cochinos- practica un bloqueo ilegal contra la Cuba independiente y revolucionaria y jamás ha necesitado pretextos para intentar invadirla o asesinar a sus gobernantes. Ahora, instalado en la aplicación de la teoría de la guerra preventiva, está preparando por todos los medios la supresión de esa tan molesta anomalía cubana en su patio trasero. Por eso la defensa de la independencia de Cuba, la lucha contra el bloqueo y contra el espionaje y la agresión estadunidenses, es tarea fundamental de todo latinoamericano, porque la soberanía de todos nuestros países depende en gran medida de la existencia y la resistencia del antimperialismo en Cuba. Eso hace aún más importante el combate por las ideas, demostrando ante el mundo la superioridad ética y moral de quien lucha por una humanidad sin opresores sobre los que creen poder imponer sólo con la violencia y la ilegalidad los intereses de un puñado de grandes empresas impulsoras de la guerra y del colonialismo. Los estragos culturales y políticos resultantes de la mundialización dirigida por el capital financiero hacen que buena parte de la población continental no conozca de Cuba sino lo que dicen sus enemigos y siga todavía en la órbita de la derecha, en México, Argentina, Chile, Centroamérica. De ahí la urgente necesidad de eliminar actos que son incompatibles con el fin socialista y de combatir por la hegemonía cultural para construir los dirigentes de masas de la etapa en que entramos. [email protected]
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