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Seguro popular, "acto mágico" de Frenk
"Ajenos" a la realidad mexicana, planes gubernamentales
de salud: García Sainz
ANGELES CRUZ
La reforma a la Ley General de Salud y la institucionalización
del seguro popular carecen de sustento en la realidad por la insuficiencia
de recursos económicos que enfrenta el Estado para cumplir con sus
obligaciones. Sin embargo, advierte Ricardo García Sainz, ahora
resulta que en un "acto mágico" se asegura que serán cubiertas
las necesidades de salud de la población marginada, que vive en
lugares donde no existen clínicas ni hospitales.
Experto en el tema de la seguridad social, García
Sainz afirma que el diagnóstico realizado por la Secretaría
de Salud (Ssa) para sustentar la iniciativa de modificaciones legales,
que busca restructurar el esquema financiero del sector -aprobada por el
Senado el jueves pasado-, desconoce la realidad mexicana. Pretende equiparar
al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con el proyecto foxista
del seguro popular, cuando el primero surgió como un sistema obligatorio,
exigible y con garantía de continuidad, e incluso con la intención
de extenderse a todo mexicano.
El IMSS, dice, llegó a ser motivo de orgullo nacional.
Ahora, sin embargo, la institución se encuentra en un franco deterioro
en la calidad de sus servicios. De hecho están dadas las condiciones
para su privatización, pese a que el gobierno se empeñe en
negarlo.
En la situación actual, ese instituto tiene servicios
cuya calidad está en continuo deterioro, derivado de la reforma
que entró en vigor en julio de 1997 y por la cual se modificó
la estructura de las cuotas. Ahora de las arcas federales salen alrededor
de 40 mil millones de pesos adicionales al gasto previo a la reforma. A
lo anterior debe sumarse, señala el especialista, la caída
a una quinta parte del valor real de los salarios respecto al que tenían
dos décadas atrás, y en consecuencia la reducción
del monto de aportaciones al Seguro Social.
Según
García Sainz existe la tendencia de que los grupos con capacidad
política y económica busquen salir del IMSS, a diferencia
de sus primeros años de funcionamiento, cuando el objetivo era exactamente
el contrario, con la finalidad de que solidariamente ese sector "pudiente"
ayudara con la prestación de servicios al resto de la población.
Desde aquí está la "visión fantasmagórica"
del secretario de Salud, Julio Frenk Mora, quien pretende avanzar hacia
un sistema universal sin tomar en cuenta que uno de los componentes, el
IMSS, está en proceso de desmantelamiento. Una situación
similar ocurre con el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para
los Trabajadores del Estado (ISSSTE), apunta.
Estos elementos no se mencionan en el diagnóstico
oficial y tampoco refiere las desigualdades que hay entre los sistemas
de salud para población abierta en los estados, situación
que se agrava por los desequilibrios en las asignaciones presupuestales
entre las entidades.
Con este escenario, el gobierno de Vicente Fox pretende
aplicar el seguro popular mediante la figura de Sistema Público
de Protección Social en Salud (SPPSS), con el cual supuestamente
los usuarios podrían demandar el cumplimiento de su derecho a la
salud, "pero no sé a partir de qué si no hay infraestructura
instalada ni en el IMSS ni en el ISSSTE y menos aún en los organismos
públicos descentralizados estatales".
García Sainz también rechaza el planteamiento
oficial de restructurar el esquema financiero del sector salud porque nada
tiene que ver el tripartismo del IMSS con lo que se pretende para el seguro
popular. El primero es obligatorio y tiene garantía de continuidad,
afirma.
Entre los propósitos originales del instituto estaba
lograr la cobertura de todos los mexicanos. Por eso se incorporó
a los beneficios del Seguro Social a los cañeros, a los ferrocarrileros,
a los estudiantes universitarios (con aportaciones económicas únicas
del Estado) e incluso a la población indígena con IMSS-Solidaridad,
ahora Oportunidades.
Esta última estrategia, menciona, surgió
en la década de los 70 con una cobertura nacional que en el sexenio
de Miguel de la Madrid se desarticuló con uno de los primeros esfuerzos
de descentralización de los servicios sanitarios. El programa se
concibió con la aportación económica únicamente
del Estado, la administración del IMSS y el trabajo comunitario
de los usuarios.
En cambio, para el seguro popular o SPPSS la iniciativa
foxista admite que su instrumentación requiere nuevas fuentes de
ingreso aún indefinidas. El Estado tendría que incrementar
sus aportaciones a la salud de la población abierta, "pero qué
validez tiene ese compromiso si hemos visto que mes tras mes los presupuestos
se recortan y se cancelan fondos dirigidos a los estados y ni siquiera
se pueden acreditar los excedentes por la venta de petróleo.
"Es clarísimo -agrega- que el Estado mexicano no
tiene los recursos necesarios para hacer frente a sus compromisos ni para
acelerar el desarrollo de las inversiones extranjeras, pero de pronto resulta
que por un acto de magia se inventan recursos hasta para crear un fondo
de gastos catastróficos. Sin embargo, no hay nada que diga de dónde
va a salir ese dinero ni por qué se tendrían que destinar
a la salud."
Para el experto, no hay duda de la enorme necesidad de
asegurar a todos los mexicanos el acceso a los servicios médicos.
Esta ya es una demanda añeja, pero -explica- si hay recursos económicos
primero se debería consolidar la infraestructura existente, tanto
en el Instituto Mexicano del Seguro Social como en las entidades federativas.
Que se construyan clínicas y hospitales donde haga falta y se garantice
la disponibilidad económica para la compra de equipo, operación,
mantenimiento y contratación de personal médico y de enfermería.
Otra deficiencia de la iniciativa es que no existe ninguna
mención a los servicios de salud de las Fuerzas Armadas y de Petróleos
Mexicanos, los cuales deberían haberse incorporado al esquema global.
Tampoco hay nada sobre la cobertura médica que reciben los policías,
por lo que si se quiere un sistema universal de salud tendría que
empezarse por un reconocimiento honesto de la realidad, concluye García
Sáinz.
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