.. |
________________________________________________________________________________________
|
DESFILADERO
Jaime Avilés
El dúo tiránico del GDF
Ebrard y Collins, bajo sospecha
Piden a Juan S. Millán que libere al artista
Roberto Pérez Rubio
DEMOFOBIA. Cuando agotaron la dotación de
piedras que llevaban en las mochilas, los japoneses sacaron los martillos
y comenzaron a machacar las nuevas y blancas aceras del Paseo de la Reforma
para obtener más proyectiles. Es una lástima que las crónicas
del momento no hayan registrado lo que entonces ocurrió. Militantes
del Frente Zapatista de Liberación Nacional y campesinos de San
Salvador Atenco establecieron una valla humana para impedir la provocación,
cubriendo las alambradas tras las cuales se alineaban los granaderos de
Marcelo Ebrard resguardando la embajada de Estados Unidos. Por su parte,
una muchacha que dijo llamarse Nora se acostó en el suelo para proteger
la banqueta y evitar que la siguieran destruyendo los japoneses.
Antes de continuar, usted estará preguntándose:
¿quiénes son los japoneses? A principios de los años
60 del siglo anterior, en la deshabitada isla filipina de Agassi, alguien
topó con dos soldados nipones que se habían ocultado en la
jungla esperando el momento de volver a la línea de fuego y continuar
la lucha contra Estados Unidos. Aún conservaban sus ropas militares
y sus armas de combate, pero no sabían que la Segunda Guerra Mundial
había terminado hacía ya mucho tiempo. Ahora, en la UNAM,
el ingenio popular ha dado el mote de "japoneses" a los miembros del Consejo
General de Huelga (CGH) que aún mantienen bajo su control un importante
número de instalaciones de la máxima casa de estudios, pero
no se han enterado de que esa huelga, iniciada el 20 de abril de 1999 y
cancelada por la policía el 6 de febrero de 2000, terminó
hace más de tres años.
Durante la manifestación del 12 de abril pasado,
los japoneses del CGH desfilaron desde el Zócalo hasta la glorieta
del Angel en Reforma y al llegar a la embajada de Bush comenzaron a lanzar
piedras contra los granaderos para que éstos arremetieran contra
la multitud. Lo extraño del caso es que cuando los militantes del
FZLN y los campesinos de Atenco se retiraban pacíficamente -después
de neutralizar a los provocadores-, los servicios de "inteligencia" de
Marcelo Ebrard, infiltrados por Raymundo Collins, subsecretario de Seguridad
Pública del DF, ordenaron a los granaderos que detuvieran con violencia
ejemplarizante no a los provocadores, que ya se habían ido por supuesto,
sino, oh paradoja, a los campesinos de Atenco y a los militantes del FZLN.
La simple lectura de esta secuencia arroja una luz de
sospecha sobre Raymundo Collins y Marcelo Ebrard, quienes le crearon así
un pequeño problema político a López Obrador. Torpe
en el manejo de situaciones como ésta, el dúo tiránico
presenta signos y síntomas de demofobia, palabra que en griego significa
"miedo al pueblo". Esta enfermedad, incompatible con el cargo que ambos
funcionarios ostentan dentro de un gobierno democrático, se hizo
visible el año pasado cuando México jugó su último
partido durante la copa del mundo de Japón-Corea. Atemorizados por
la posibilidad de que cientos de miles de chovinistas se congregaran en
la glorieta del Angel para celebrar el posible triunfo del equipo dirigido
por el Vasco Aguirre, Ebrard y Collins enviaron un ejército
de policías antimotines para "vigilar" a los aficionados. Cuando
la gente llegó a ese lugar, creyó que se hallaba en el Santiago
de Chile ocupado por las fuerzas criminales de Pinochet.
Pito Pérez en la cárcel
De
estas y otras cosas se hablaba ayer por la tarde en las bien sombreadas
mesas del café-bar Altazor, un agradable refugio de bohemios y tertuliantes
que abre sus puertas la mayor parte del día y de la noche en la
bellísima Plazuela Machado del puerto viejo de Mazatlán.
Por la clientela que lo frecuenta -artistas, políticos, periodistas,
gente del toro y demás rarezas entrañables-, el sitio me
recuerda al café Nuevo Brasil, de Monterrey, y a la no menos célebre
cantina El Imperio de los Sentidos, del pueblo de Tecamacharco.
Flanqueada por hermosas edificaciones del siglo XIX, tras
las cuales se oculta el teatro Angela Peralta -que ostenta con orgullo
el nombre de la mítica soprano que murió en Mazatlán,
víctima del cólera, cuando se disponía a ofrecer un
concierto-, con todo y sus esbeltas palmeras, sus brillantes laureles de
la India, sus frondosas amatas y sus otros árboles cuyo nombre nadie
me supo decir, la Machado resiente desde hace varias semanas la ausencia
de uno de sus personajes de planta.
Me refiero al pintor, arqueólogo y arquitecto paisajista
Roberto Pérez Rubio, mejor conocido como Pito Pérez,
a quien un enredo de abogados mantiene preso en la cárcel local,
porque un juez le impuso una fianza de un millón 300 mil pesos que
el hombre desde luego no tiene. Acompañado por uno de sus amigos,
acudí el jueves a media mañana a visitarlo en el Centro de
Readaptación Social, donde, expresión de los rasgos socioeconómicos
de Sinaloa, abundan hombres y muchachos con tatuajes negros en forma de
lágrimas sobre los pómulos. Cada "lágrima", en el
lenguaje visual de la entidad, representa un homicidio orgullosamente cometido
o, quizá, un signo de expiación, en todo caso un dato que
no registró Arturo Pérez Reverte en su mala novela titulada
La reina del sur.
Pero en la charla con el maestro Pérez Rubio no
abordamos tales asuntos. Fue más bien una conversación gozosa.
Nacido en 1936, recordó sus peripecias juveniles por la costa de
California, cerca de la ciudad de Los Angeles, donde trabó contacto
con Henry Miller, y más tarde en San Francisco, donde trató
a Ferlinghetti y a otros poetas beats, antes de trasladarse a Nueva
York, donde comprendió que lo suyo era el mester de la pintura,
que sigue ejerciendo en telas de gran formato con propuestas geométricas
y singulares tratamientos del problema del color. ¿Cómo es
posible que alguien como él esté en la cárcel? Bueno,
sucede que hace ocho años, una persona lo contrató para que
remodelara el jardín de su casa. La tarea le llevó 14 meses,
al cabo de los cuales el cliente se negó a pagarle. Por consejo
de un abogado, el maestro demandó y luego de tres años de
alegato ganó el juicio. Su apoderado legal no sólo cobró
el adeudo sino que se quedó con la casa entera y procedió
a venderla a espaldas de él.
Los perjudicados reaccionaron pronto, acusando a Pito
Pérez, no a sus representantes jurídicos. Y una mañana
del pasado mes de marzo, cuando el maestro salió de su taller, a
la vuelta de la Machado, "para ir a comprar La Jornada frente al
palacio municipal", fue detenido por la policía y encerrado por
"fraude procesal" y "despojo". Pese a la solidaridad de los artistas locales,
que han escrito al gobernador, Juan S. Millán, exigiendo su liberación
inmediata, el pintor continúa tras las rejas. "Todo es incoherente",
dice. "Si hubo fraude procesal, o sea, cosas chuecas en el juicio, no me
deben culpar a mí sino al juez que dictó esa sentencia. Y
tampoco han involucrado a mis ex abogados, que se pusieron de acuerdo con
ese juez. Yo estoy aquí pagando un supuesto delito que no me pueden
comprobar y me están usando para salvar a otros. Pero tengo confianza
en que todo se aclare pronto, y mientras tanto aquí estoy, dibujando
y escribiendo, echándole ganas para no quebrarme, y muy arropado
por mis amigos que me vienen a ver todos los días."
Día Mundial del Libro
Con ganas de ponerse a la altura de las grandes capitales
de la Tierra, Mazatlán también conmemoró, el pasado
miércoles, el Día Mundial del Libro. Don Ricardo Urquijo,
presidente del patronato que ha sacado a flote el teatro Angela Peralta,
organizó al respecto un maratón de lectura que empezó
a las diez de la mañana y concluyó a las cuatro de la tarde.
Durante ese lapso, y bajo el rayo implacable del sol del Pacífico,
24 personas leyeron, 15 minutos cada una, páginas propias o de los
autores de su predilección, y a la postre resultó que el
escritor más invocado fue Julio Cortázar, seguido de Pablo
Neruda, Antonio Machado y Jaime Sabines, que alternaron con la poeta local
Julieta Montero, en tanto que Alejandro Calvillo, ex dirigente de la sección
mexicana de Greenpeace, divulgó una entrevista con un granjero canadiense
que denuncia el atraco perpetrado por la multinacional Monsanto con el
registro legal de semillas transgénicas patentadas en perjuicio
de los campesinos del mundo, caso terrible que ha comenzado a hacer estragos
aquí en México, en los estados de Puebla y Oaxaca.
Pero de vuelta a la tertulia del Altazor, que dirige el
promotor cultural Héctor Mendieta, la plática sobre los japoneses
del CGH salió a colación cuando alguien leyó, en El
Correo Ilustrado de La Jornada de ayer, la convocatoria de diversas
organizaciones a una manifestación en el DF "contra la represión"
en México. Pese al temario aparentemente nacional de esta marcha,
observó alguien, los organizadores olvidaron mencionar la brutalidad
de la policía de Morelos contra los campesinos del municipio de
Temoac, que fueron golpeados, robados y encarcelados con saña y
prepotencia, o la renovada persecución del gobierno de Oaxaca contra
los militantes del FZLN.
Mientras tanto, el ex adversario y ahora ex aliado de
López Obrador, el neomadracista Humberto Mayans Canabal, está
por su parte arrasando con lo que queda del PRD en Tabasco, obsesionado
por convertirse en gobernador de aquella entidad, para lo cual arremete
contra todo lo que se mueve.
Pobre país. Ah, pero si México fuera como
la Plazuela Machado de Mazatlán, otro mundo, sin duda, sería
posible.
|