El 68 fue filón de oro para medios
Gutiérrez Oropeza: a nadie convenía que el movimiento estudiantil terminara en paz
GUSTAVO CASTILLO GARCIA
"Poner fin de manera pacífica al movimiento estudiantil no convenía a nadie, ni a los líderes ni a los estudiantes, ni a la embajada rusa, ni a la cubana, ni a la estadunidense; en consecuencia tampoco a los medios de comunicación que habían encontrado en la publicación de noticias un filón de oro", concluye el general Luis Gutiérrez Oropeza, quien mandó francotiradores a la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968.
Distintos testimonios en poder de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) aseguran que pidió al entonces secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, que se respetara la vida de dos francotiradores que estaban acosados en un departamento del conjunto Tlatelolco esa noche.
El ex jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP) señala en sus libros La realidad de los acontecimientos de 1968 y Gustavo Díaz Ordaz, el hombre, el político, el gobernante, que ''Díaz Ordaz no tuvo más alternativa que emplear la fuerza para contener la violencia en que nos querían envolver'', a quienes identificó como comunistoides o políticos traidores.
''Si la noche del 2 de octubre fue sangrienta se debió a la premeditada agresión de que fue objeto el Ejército Mexicano por parte de los subversivos, cuya intención era que ese día hubiera muertos, hecho que les daría una bandera para justificar sus actos y dar el golpe final."
Según él, había que ''defender a México de la ofensiva permanente que contra sus libertades y existencia misma siempre ha lanzado el comunismo internacional", al cual identificó en personas como Heberto Castillo, Elí de Gortari, Ifigenia Martínez, Lázaro Cárdenas, Cuauhtémoc Cárdenas, Javier Barros Sierra y José Revueltas.
Los muertos también beneficiarían a políticos ''resentidos con Díaz Ordaz'', como el ex regente capitalino Ernesto P. Uruchurtu; el ex dirigente nacional del PRI, Carlos A. Madrazo, y Donato Miranda Fonseca, secretario de la Presidencia en el sexenio de Adolfo López Mateos.
De acuerdo con documentos que forman parte del video Tlatelolco, las claves de la masacre, editado por La Jornada y Canal6dejulio, Gutiérrez Oro- peza y el general Mario Ballesteros Prieto, entonces jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, fueron quienes excediendo sus funciones cambiaron deliberadamente las órdenes emitidas por el secretario Marcelino García Barragán y con ello provocaron la matanza del 2 de octubre. Esto consta en documentos del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Ese señalamiento coincide con lo declarado en 1971 por García Barragán, quien afirmó que lo sucedido en Tlatelolco se trató de "una traición militar", hecho por el cual cesó en sus funciones a Ballesteros Prieto, pero el presidente Díaz Ordaz sostuvo al general Gutiérrez Oropeza al frente del Estado Mayor Presidencial.
Sin embargo, en sus libros, el militar no hace mención a esos señalamientos, tampoco a la manera en que se organizó y el Estado Mayor Presidencial controló a los integrantes del Batallón Olimpia, pero sí asegura que los estudiantes iniciaron el tiroteo y fueron quienes dispararon las luces de bengala.
"Ciertamente la noche del 2 de octubre fue trágica, pero más lo hubieran sido los tiempos por venir si quienes proyectaron este golpe a México hubieran triunfado en su intento y logrado hundir al país en la anarquía", planteó
La crónica que elaboró acerca del 2 de octubre contiene elementos como estos: a los hombres y mujeres que asistirían al mitin "se les rogó que llevaran niños de corta edad"; hubo "a quienes contrataron en los mercados a 50 pesos por cabeza"; "unas horas antes -de que se iniciara el mitin- varios estudiantes y sujetos de barbas sucias y de hablar extraño se habían posesionado de muchos departamentos que daban a la plaza de los edificios Sinaloa, ISSSTE, Molino del Rey, Querétaro y Dos de Abril. Estaban armados con ametralladoras, rifles de largo alcance y mira telescópica, escuadras, pistolas y cartuchos de dinamita".
Al respecto cabe recordar que el en libro Parte de guerra se da a conocer la versión dada por el entonces general y secretario de la Defensa Nacional Marcelino García Barragán, en la que menciona que 15 minutos después de iniciada la balacera en Tlatelolco, el general Oropeza le dijo: "mi general, yo establecí oficiales armados con metralletas para que dispararan contra los estudiantes".
Según los argumentos de Gutiérrez Oropeza, quien se encuentra en calidad de indiciado en las investigaciones que lleva a cabo la Femospp, el movimiento estudiantil de 1968 en realidad estaba dirigido por un "grupo comunista que había proyectado un plan para atentar no contra el gobierno, sino contra el pueblo de México, al que estaba colocando ante la alternativa de cambiar de régimen y elegir entre la anarquía o la dictadura. Pero su interés mayor era llevar los excesos (manifestaciones, mítines y demandas) hasta crear el caos en la ciudad de México y hacer fracasar la realización de los Juegos Olímpicos".
Pasada la masacre, según el ex jefe del EMP, "los funcionarios timoratos y venales, pero más aquellos que ambicionaban llegar a la primera magistratura del país (Luis Echeverría y Emilio Martínez Manautou), recobraron la tranquilidad cuando en el informe del 1Ɔ de septiembre de 1969 Díaz Ordaz declaró que asumía íntegramente la responsabilidad de los sucesos".
Al paso del tiempo y con la aparición de documentos oficiales muchas de las afirmaciones de Gutiérrez Oropeza se han transformado en falacias, pese a que sus textos fueron escritos a 18 y 28 años de distancia de 1968.
Ejemplo de ello son las acusaciones que hace en cuanto a la intervención de la embajada soviética en el movimiento estudiantil, documentos del gobierno estadunidense y que fueron difundidos por La Jornada y el CanalseisdeJulio demuestran que no había "ninguna evidencia segura de que la embajada cubana o soviética en México hayan generado los disturbios, a pesar de las reiteradas manifestaciones del gobierno mexicano en ese sentido".
Tampoco resulta cierta la versión de que Salvador Martínez della Roca fue de los principales responsables de lo sucedido el 2 de octubre, ya que fue uno de los francotiradores que estuvieron en la plaza (La realidad de los acontecimientos de 1968, página 58), cuando la verdad es que El Pino estaba en Lecumberri desde mediados de agosto.
En cambio, menciona datos que refuerzan la hipótesis de que algunos integrantes del Consejo Nacional de Huelga en realidad eran agentes gubernamentales infiltrados, como es el caso de Sócrates Amado Campos Lemus, de quien Gutiérrez Oropeza afirma que repartía a quien señala como agente encubierto de la CIA, la Dirección Federal de Seguridad (DFS).