Los campesinos tienen una larga lucha por delante
La negociación no termina al signar un documento: Bartra
ANGELICA ENCISO L.
Ahora México no es el mismo de noviembre pasado, antes de que empezarán las movilizaciones campesinas. Y aunque muchos ya daban por muertos a los productores agropecuarios, éstos se hicieron presentes para expresar su rechazo al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en el comienzo de otra fase de la liberación comercial, al igual que hace nueve años lo hizo el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Armando Bartra, del Centro Maya, resaltó que las organizaciones campesinas iniciaron un movimiento que está en una etapa importante, por la próxima firma del acuerdo nacional para el campo, pero sólo constituye una fase de la lucha agraria, no es la definitiva.
En el foro organizado por La Jornada y la Casa Lamm: El movimiento campesino después de las negociaciones con el gobierno federal, Alberto Gómez, de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA), hizo un recuento del desarrollo de las protestas campesinas y de las negociaciones con el gobierno federal.
Aseguró que el texto del acuerdo para el campo "está enredado, es farragoso, y nuestras demandas principales, como la de sacar maíz y frijol del TLCAN, no están claramente definidas, porque el gobierno dijo que no se podía establecer una renegociación, ya que se tendría que abrir todo el acuerdo, y que el campo gana con las actuales condiciones del tratado".
Puntualizó que el fin de semana la UNORCA analizará con sus organizaciones si signan o no el acuerdo. Explicó que existen dos posturas: por un lado, quienes lo rechazan, porque no están claramente establecidas las demandas campesinas, y por otro, quienes plantean que se trata de un acuerdo, no "del acuerdo".
Asimismo, el domingo se reunirán los representantes de El Campo no aguanta más para definir si el lunes 28 de abril firman el documento o no. Frente a esta disyuntiva, asistentes a la mesa redonda gritaban: "šno firmen!", y argumentaban que el gobierno no cumplirá el documento, como lo hizo con los acuerdos de San Andrés, y que la negociación con los campesinos era una actitud gubernamental "oportunista".
Bartra consideró que no se debe juzgar fácilmente a las organizaciones ni decir que con el acuerdo para el campo ganaron o perdieron, y aseveró que la negociación no termina con la firma del documento. "Estos cinco meses sólo son el primer combate, las primeras escaramuzas. Firmen el documento, puede ser un punto de partida para seguir adelante. Si ésta es la batalla final y deciden no firmar, está bien. Tienen una lucha por delante en un contexto de ruptura de las negociaciones con el gobierno. Y si deciden firmar, también tendrán una larga lucha".
Bartra destacó que las jornadas campesinas son valiosas en sí mismas, porque abren el camino a otros contingentes sociales, como el obrero, y ponen a debate el futuro de la nación. Resaltó la confluencia de organizaciones tan distintas entre sí, como la priísta Confederación Nacional Campesina, el Congreso Agrario Permanente, El Barzón y el Campo no aguanta más, para hacer un planteamiento conjunto y único en las negociaciones con el gobierno federal. "Las diferencias de gremio pasaron a segundo término", precisó.
Es una "protesta con propuesta, las organizaciones campesinas saben lo que quieren. Sus planteamientos programáticos son claros y los de cada sector productivo también: los productores de granos, por ejemplo el de café, saben lo que quieren y han articulado sus demandas en un programa unitario consistente.
"El campo no aguanta más no es una metáfora, es una verdad. Se sacan fuerzas de flaqueza o se hunde definitivamente. Ante el desmantelamiento de las agrupaciones agraristas que lucharon por la tierra, se suma en los 90 la migración, el envejecimiento, la descomposición social, y la erosión organizativa. La mayoría de edad resultó acta de defunción."
Ahora "una inesperada energía despierta a un sector largamente sangrado. Inesperada porque si el EZLN sorprendió al mundo, los campesinos sorprenden a otros que ya los daban por muertos, y no era así, estaban ahí y los vimos el 31 de enero cuando salieron cien mil por las calles de esta ciudad".
Al final, Alberto Gómez dijo que la responsabilidad "nos llevará a asumir una decisión que nos permita avanzar. Si la decisión es firmar, hay tareas pendientes, y si es no firmar, en las regiones se tendrá que levantar el ánimo de los campesinos para, después de las elecciones, buscar que las cosas se digan como deben decirse".
Concluyó con una reafirmación: "Somos parte de una patria que se quiere soberana, somos campesinos y estamos orgullosos de serlo. Queremos seguir siéndolo. Tenemos raíz y tenemos razones. No estamos dispuestos a renunciar a ellas. Salvemos el campo para salvar a México."