La cinta cumple su tercera semana en cartelera,
pese al rechazo de los críticos mexicanos
Japón se llama así porque quise
evocar al sol naciente: Reygadas
La película provoca sensaciones encontradas,
pero nunca la indiferencia, asegura el director
Siempre quise hacer cine, pero las escuelas del género
me deprimen, afirma
MIRANDA ROMERO ESPECIAL
Japón, la ópera prima de Carlos
Reygadas, se estrenó hace dos semanas en la ciudad de México,
donde ha recibido una aceptación favorable, como lo atestigua su
permanencia en cartelera. Probablemente estará más tiempo,
acción notable tratándose de una película que ha generado
bastante rechazo por parte de críticos mexicanos, aunque del público
ha recibido buenos comentarios.
En la semana reciente contó con un auditorio de
10 mil personas aproximadamente, cifra que parece ir en aumento según
los registros de taquilla. Se informa que las personas salen de las salas
con opiniones diversas pero en general satisfechas, siendo únicamente
en los cinemas de Santa Fe e Interlomas donde se reporta que la gente haya
abandonado las salas. La productora Mantarraya Films se encuentra muy satisfecha
por la respuesta del público y espera mantenerla en pantalla por
lo menos dos semanas más.
Carlos Reygadas es apasionado e hiperactivo, lo que hace
que hable rápido y que a veces se haga difícil seguir su
discurso. A veces se le escucha como un niño entusiasmado por alguna
aventura secreta y otras es un hombre crudo y cínico ante la realidad
de un país al que no se le deja hacer cine. Se ha lanzado de cabeza
en pos de una vida que sólo los locos y los soñadores se
atreven a perseguir, el resultado de ello es Japón, cinta
que narra la historia de un hombre que se interna en una cañada
en busca de la muerte y en el proceso se rencuentra con la vida. La trama
es dura y no aporta complacencias a los lugares comunes de la cinematografía
nacional, busca tocar, hacer sentir, pues "el que siente, entiende", nos
dice el director en la siguiente entrevista. Japón provoca
sensaciones contradictorias y es posible que hasta el desagrado, pero nunca
la indiferencia. Así lo define Carlos Reygadas.
Servicio interior
Siempre
quise hacer cine, pero eso no implicaba que sintiera que debía estudiar
para ser cineasta, me deprimen las escuelas de cine, odio lo que es el
ambiente de los foros; de niño me llevaron a ver cómo se
hacía El chavo del ocho y casi me dio un síncope,
desde entonces todo ese ambiente me es muy depresivo. Yo no quería
hacer eso, pero me gustaba muchísimo el cine, así que decidí
que algún día iba a hacer una película, así
como muchos dicen voy a escribir un libro, y de pronto me di cuenta que
ese día lo sentía ya muy adentro, que era hacerlo ahora o
quizás nunca, así que decidí dejar lo que estaba haciendo,
que me sigue apasionando, el derecho internacional público, pero
sentí que debía hacer algo más allá de eso.
No fue fácil, fue algo muy radical, dejar atrás una estabilidad
en muchos sentidos, yo no tenía ni idea si tenía el menor
talento para hacer cine, a lo mejor iba a darme en toda la torre, yo no
tenía miedo, porque de ser así no hubiera podido, pero sabía
que estaba tomando una decisión delicada. Hubo una gota que me ayudó
muchísimo a derramar el vaso, lo que tengo que agradecer a la burocracia
y al Servicio Exterior Mexicano, que fue uno de los lugares más
deprimentes que he conocido en mi vida, salí corriendo a los cuatro
meses y eso fue lo que me hizo darme cuenta de que no iba por buen camino
si seguía ahí. Me deprimió muchísimo darme
cuenta de que los funcionarios, con sus notables excepciones, son servidores
de una idea romántica de la nación.
La trama, pretexto irrelevante
Japón no tiene nada que ver con el derecho,
así como antes era un abogado al que le gustaba el cine, ahora me
dedico más al cine pero sigo pensando como abogado, soy el mismo
de siempre. Japón sale de lo que eres, de tu forma de ver
el mundo, las sensaciones salen de cuando mi bisabuelo tenía una
casa en Hidalgo y yo iba mucho de niño, a caminar alrededor de donde
van los cazadores al principio de la película, el cazador es mi
padre y yo en ese mismo jagüey cacé mi primera paloma a los
13 años, y también tenía que recoger las palomas escondido
detrás de unos magueyes y desde entonces me enfrenté a ese
dilema de la vida como el niño que tiene que matar a una paloma
(en la película), me di cuenta de que mi puesto, una postura tácitamente
aceptada de hijo de cazador, era matar a las aves que quedaban heridas,
pero cuando me encontraba con el ave y la tomaba en mis manos, sentía
el calor, la suavidad del plumaje, veía la mirada de un ser vivo
tan hermoso y me encontraba ante el dilema de que mis instintos me bloqueaban
ante la idea de tener que matarlo y lo hacía porque finalmente ese
era mi deber de cazador y lo aceptaba. Japón es así
en general, hay esa alegoría al principio de la película,
y de eso trata, de tener que tomar ciertas decisiones que en principio
son antinaturales, por eso el hombre mayor puede llegar sin pensarlo dos
veces y romperle la cabeza al animal, es un ejemplo de lo que es toda la
película; también está esa idea de que las mujeres
son el sexo débil, yo quería retratar a una mujer que fuera
todo lo contrario, el hombre es débil, ella es vieja, no tiene instrucción,
el hombre se supone que sí la tiene, también es más
joven, al final resulta lo contrario, ella era mucho más fuerte,
mucho más decidida, mucho más integrada en su tierra y en
sí misma. Así se fueron formando ideas, la trama ya es un
mero pretexto irrelevante, yo soy pésimo guionista, siempre he sido
malo para contar historias, nunca me ha gustado la acción dramática
ni la narrativa, aunque me encanta leerla, pero nunca he sentido que sea
buena para hacerla. Japón es Japón porque quería
un título evocativo, no tenía que ser descriptivo forzosamente
como "instinto en la barranca" (ríe) o algo así. Quería
un título que evocara lo que es el sol naciente, porque al final
de la película para él vuelve a salir el sol, pero también
evoca las geishas, el Sepuku, los samurais que van al monte Fuji
a entrar en contacto con la naturaleza antes de realizarlo, los haikus,
varias cosas, no se podría llamar Taiwan, porque para mí
Taiwan, en la forma básica de la evocación, tiene mucho más
que ver con maquila de productos electrónicos y Japón
habrá quien lo relacione con Pokemon, pero yo creo que tiene
una fuerza evocativa muy grande.
El rodaje de Japón es de lo que más
me siento feliz y orgulloso, trabajar con un equipo de gente en el que
absolutamente todos éramos debutantes, nunca nadie había
trabajado en un largometraje, eso generó una experiencia increíble,
vivíamos en tres casas en el pueblo que yo hice con mi padre y un
tío, tuvimos que hacer drenajes, estuvimos mucho en el campo, había
de todo, picaduras de alacranes, era un poco como vivir de aventura, no
era de vivir en un hotel y que lleváramos cuarenta camiones con
luces y staff, éramos 16 personas, teníamos que subir
diario dos veces al día a casa de Ase, que es como un kilómetro
de camino, Magdalena Flores y Alejandro Ferretis (los protagonistas) subían
en burro, dos o tres veces la silla de Ferretis se cayó y se dio
verdaderos golpes, hubo momentos muy difíciles, la lluvia tenía
que ser auténtica, entonces teníamos que desplazar el plan
de trabajo, que era muy flexible, pero la verdad todo estaba muy bien preparado,
rodábamos con luz de mañana siempre de 7 a 10 y en las tardes
de 4 a 7, entonces fue una época en la que durante 60 días
vi todos los amaneceres y todos los atardeceres, lo que te deja lleno de
muy buenas sensaciones. Japón tiene algo así como
208 planos, que son muy pocos, normalmente pueden ser hasta 800, entonces
era trabajar cada plano con mucho cuidado, buscando que cada uno fuera
como una joya, cuidando el cuadro, la luz, todo, entonces fue muy bonito
estar ahí, aunque hubo sus momentos de tensión; a veces teníamos
que llevar a Ferretis sobre nuestras espaldas, desde entonces la mía
está arruinada (ríe), el hecho de que todos fuéramos
debutantes también generó problemas, nos quedamos sin rollos
de película, tratábamos de que todo estuviera bien, pero
no teníamos medios, nos faltaban muchos elementos para poder trabajar
con comodidad.
El manejo del tiempo y el existencialismo
El actor principal de hecho inspira mucho al personaje,
es un amigo de mi padre desde que yo nací y él siempre ha
sido un adepto a la filosofía existencialista, así que siempre
me hablaba del suicidio como una opción humana finalmente muy valiosa.
El decía que si todos a los que no les gusta la vida se suicidaran,
la vida sería muy agradable para todos los que sí les gustara,
yo siempre he pensado que a lo mejor lo que el quería era tener
una familia normal como todos, en lugar de echar tanto rollo.
Hice la película para que el público la
disfrutara mucho. Es como cuando invitas a unos amigos extranjeros a cenar
a tu casa, les vas a preparar un mole especial y vas a tratar de que quede
lo más rico posible, pero en realidad es un platillo que ellos ni
siquiera conocen, va a salir de tí, tú también lo
vas a disfrutar, pero es ciento por ciento para los invitados. Esta película
es para el público, como la cena, si no les gusta ni modo, pero
si les gusta van a estar encantados y excitados.
La película parece que genera algo de polémica.
Para mí es algo bello y hermoso (el tema), es como en el ejemplo
de la cena, el mole tal vez no va ser del gusto de todos pero es un platillo
que implica más esfuerzo que si haces una milanesa, de la que probablemente
nadie se quejará. Para mí era hacer algo importante, que
me saliera del corazón.