Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 28 de marzo de 2003
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Política

Gilberto López y Rivas

Los liberadores de Irak

El gobierno de Estados Unidos masacra al pueblo iraquí, atropella el derecho internacional y desprecia la opinión mayoritaria de la humanidad, con el argumento de liberar al país y establecer la democracia. Este sofisma es conocido a fondo por los latinoamericanos.

En efecto, América Latina cuenta con una extensa historia de guerras, invasiones y saqueos por parte de Estados Unidos. La justificación ideológica, con variantes, siempre ha sido la llamada Doctrina Monroe (1823) y el destino manifiesto (1846), incluso cuando se trataba de "defender" el hemisferio occidental de la "agresión soviética". Ambas ideologías son de naturaleza ultranacionalista, racista y, por ende, supremacista. En el caso del destino manifiesto tiene un sustrato fuertemente religioso, cuya raíz está en la evangelización puritana de Norteamérica en el siglo XVI. De ésta surge la idea de la "excepcionalidad virtuosa" y de que forman un "pueblo elegido".

El historiador español Juan Ortega y Medina afirma que la teoría del destino manifiesto es "la filosofía práctica de la burguesía estadunidense en proceso de gigantesco crecimiento económico y político", que le permitió intervenir en los países de nuestro continente con el pretexto de resolver sus situaciones caóticas.

En 1846 esta doctrina provocó intensos debates que llevarían a Robert Winthrop, representante por Massachusetts, a invocar el supuesto mandato del padre Adán que autorizaba a Estados Unidos para gobernar el hemisferio occidental. Hoy Bush no necesita de mandatos bíblicos, ya que mantiene comunicación "directa con Dios".

A la joven República Mexicana le toca ser la primera víctima de Estados Unidos como país imperialista. Sam Houston, durante la guerra de agresión contra México, manifestó: "... La raza americana debe dominar todo el extremo sur de este vasto continente... Los mexicanos no son mejores que los indios, y no veo razón por la que no debamos quitarles sus tierras... Nosotros estamos ahora en guerra, dando la paz, la seguridad y la felicidad a esta gente oprimida."

Frederick Merk en Manifest destiny and mission in American history sostiene que: "Destino manifiesto... significaba expansión predispuesta por el cielo, sobre una área no claramente definida. Para algunos significaba expansión sobre la región hasta el Pacífico; para otros sobre el continente americano y para otros sobre el hemisferio [...] Cualquier pueblo vecino, con un gobierno propio establecido por convenio o por una revolución afortunada, podía presentar su solicitud de admisión. Si cumplía los requisitos podía ser admitido. Algunos -los mexicanos, por ejemplo- tendrían que pasar por un periodo de instrucción sobre el significado y los métodos de la libertad, antes de que pudieran ser admitidos. [...] Pero el deber de admitir a todos los aspirantes capacitados libremente recaía sobre los habitantes de los Estados Unidos. Las puertas del templo debían estar abiertas a los pueblos que estaban jadeantes por alcanzar la libertad."

Estas justificaciones en nombre de la civilización y la libertad llevarían a nuestro vecino a un proceso de rapiña sobre el territorio mexicano que se inició en 1845 y concluyó en 1848. México perdió cerca de 45 por ciento del territorio original del país, dentro del cual se encontraban las inmensas riquezas petrolíferas de Texas, el oro de California, descubierto dos días después de firmado el Tratado Guadalupe-Hidalgo, šy más de 100 mil personas que habitaban en los territorios conquistados! No en balde el gran libertador Simón Bolívar sentenció: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar a la América de miserias en nombre de la libertad."

Someramente contabilizamos más de 50 agresiones militares estadunidenses de diferente tipo en América Latina desde 1890 a nuestros días, desde intervenciones directas hasta financiamiento de golpes de Estado, entrenamiento de contrarrevolucionarios, bombardeos, sabotajes, asesinatos de dirigentes sociales y políticos, deposición de gobiernos legítimos, imposición de dictadores y anexiones coloniales. Siempre el pretexto ha sido defender la libertad, y en su nombre se han cometido las más cruentas violaciones de los derechos de los pueblos latinoamericanos. Es más, en ninguno de los países donde el gobierno de Estados Unidos ha intervenido, directa o indirectamente, se ha restablecido la democracia, por el contrario se han impuesto regímenes dictatoriales o democracias-ficción.

Todavía está fresco en la memoria del pueblo mexicano el Pacto de la Embajada (de Estados Unidos) que llevó al poder al sanguinario dictador Victoriano Huerta, por medio de un golpe de Estado que derribó y asesinó al presidente Francisco I. Madero. También en nuestra memoria están los presidentes constitucionales depuestos por Estados Unidos, entre los que se cuentan Jacobo Arbenz, Salvador Allende, Joao Goulart.

Hoy le toca el turno a Irak para ser liberado. Bien sabemos los latinoamericanos lo que esa liberación significa.

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