GUERRA CONTRA IRAK
ƑCómo puede Bush masacrar a un pueblo que dice querer liberar?, se preguntan en Bagdad
Matan dos misiles de EU a decenas de iraquíes en un barrio pobre
Restos calcinados de una madre y sus tres hijos y cadáveres mutilados, un espectáculo dantesco
Por lo menos 15 autos estallaron en llamas y sus ocupantes murieron cremados, señalan testigos
ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL
Bagdad, 26 de marzo. Fue un escándalo, una obscenidad. La mano cercenada en la puerta metálica, el charco de sangre y arena en el camino, los sesos humanos en el garaje, los restos calcinados de una madre iraquí y sus tres hijos pequeños en el auto aún humeante. Dos misiles disparados por un solo jet estadunidense los mató a todos: más de 20 civiles iraquíes volados en pedazos antes que pudieran ser liberados por el país que les arrancó la vida. ƑQuién se atreve, me pregunto, a llamar a esto "daño colateral"?
La calle Abú Taleb estaba repleta de peatones y automovilistas cuando el piloto estadunidense se acercó entre la densa tormenta de arena que esta mañana cubrió el norte de Bagdad con un velo de polvo y lluvia de color rojo y amarillo.
Es un barrio pobre y polvoriento -en su mayoría de musulmanes chiítas, ese pueblo que George W. Bush y Tony Blair todavía confían en que se levantará contra Saddam Hussein-, lugar de grasientos talleres mecánicos de automóviles, de atestados edificios de de-partamentos y de cafés baratos.
Todas las personas con las que hablé oyeron el avión. Un hombre, conmocionado por los cuerpos decapitados que acababa de ver, apenas pudo decir cuatro palabras: "Un rugido, una luz", que repetía una y otra vez y, al fin, cerró los ojos con tal fuerza que se le arrugaron los músculos que los rodean.
Carnicería humana
ƑCómo dar cuenta de un suceso tan terrible? Quizá un informe médico sería más apropiado. Sin embargo, se prevé que la cuenta mortal llegará finalmente a cerca de 30 y ahora los iraquíes presencian a diario estos horrores, así que no hay razón para no decir la verdad, toda la verdad de lo que ven.
Mientras caminaba hoy por el lugar de esta matanza se me ocurrió otra pregunta: si esto es lo que estamos viendo en Bagdad, Ƒqué pasará en Basora, Nasiriya y Kerbala? ƑCuántos civiles están muriendo allá también, en forma anónima, sin que nadie lo informe porque no hay reporteros que atestigüen su sufrimiento?
Abú Hassán y Malek Hammoud preparaban la comida para los parroquianos del restaurante Nasser, en el costado norte de la calle Abú Taleb. El misil que los mató cayó justo al lado del carril de dirección oeste, y la explosión arrancó el frente del café y cortó en pedazos a ambos hombres, el primero de 48 años de edad y el segundo de sólo 18.
Uno de sus compañeros de trabajo me guió por los escombros. "Es todo lo que queda de ellos", dijo, mostrándome una charola de hornear que goteaba sangre.
Por lo menos 15 automóviles estallaron en llamas y todos sus ocupantes murieron incinerados. Varios hombres jaloneaban desesperadamente la puerta de otro vehículo que se incendiaba en medio de la calle, el cual había sido volcado por el mismo misil.
Se vieron obligados a mirar con impotencia cómo los ocupantes, una mujer y sus tres hijos, eran cremados vivos frente a ellos.
El segundo misil dio de lleno en el carril de dirección este y lanzó trozos de metal hacia los tres hombres que estaban sentados afuera de un conjunto de departamentos de concreto, en cuyo muro exterior se lee "Esto es propiedad de Dios", escrita con gis.
El conserje del edificio, Hishem Danún, corrió a la puerta tan pronto escuchó la terrible explosión. "Allí encontré a Ta'ar hecho pedazos", me dijo. La cabeza le había sido arrancada. "Esa es su mano."
Un grupo de hombres y mujeres jóvenes me llevó a la calle y allí, en una escena de película de ho-rror, estaba la mano cortada a la altura de la muñeca, con los dedos sujetando una teja de hierro.
Su joven colega Sermed murió al instante. Sus sesos se veían amontonados unos metros más allá, una masa de color gris y rojo pálido detrás de un auto incendiado. Am-bos era empleados de Danún, al igual que un portero del edificio, quien también pereció. Conforme cada sobreviviente hablaba las víctimas recobraban su identidad.
Estaba el dueño del taller eléctrico, muerto detrás de su mostrador por el mismo misil que acabó con Ta'ar, Sermed y el portero, así como una jovencita que estaba parada en la zona peatonal del centro de la calle, tratando de cruzar, el conductor de un camión que iba a unos metros del lugar del impacto y el limosnero que llegaba todos los días a pedirle pan a Danún y acaba de salir de allí cuando los misiles aparecieron rugiendo entre la tormenta de arena para destruirlos.
En Qatar las fuerzas angloestadunidenses -olvidemos esa tontería de la "coalición"- anunciaron una investigación. El gobierno iraquí, el único que se beneficia con el valor propagandístico de semejante baño de sangre, naturalmente denunció la matanza y fijó en principio en 14 el número de víctimas mortales.
ƑCuál era el verdadero blanco? Algunos iraquíes dijeron que ha-bía un campamento militar a menos de kilómetro y medio de la calle, aunque no pude hallarlo. Otros hablaban de un cuartel local de bomberos, pero éste difícilmente podría describirse como objetivo militar.
Cierto, se había realizado un ataque menos de una hora antes a un campo militar situado al norte. Pasaba yo en mi auto por la base cuando dos cohetes estallaron y vi a soldados iraquíes salir corriendo de las puertas hacia la avenida para ponerse a salvo.
Luego escuché dos explosiones más: las de los misiles que dieron en la calle Abú Taleb.
Matar con alegría
Por supuesto, el piloto que mató hoy a esos inocentes no podía ver a sus víctimas. Disparan por me-dio de coordenadas alineadas por computadora y la tormenta de are-na pudo haber ocultado la calle.
Pero cuando uno de los amigos de Malek Hammoud me preguntó cómo podían los estadunidenses matar tan alegremente a quienes dicen querer liberar, no le interesaba saber sobre la ciencia de la aeronáutica ni sobre los sistemas de dirección de armas.
ƑPor qué habría de interesarle? La cuestión es que esto ocurre día a día en Bagdad. El lunes una familia entera de nueve miembros fue barrida en su casa, cerca del centro de la ciudad. El martes se informó de la muerte de todos los pasajeros civiles de un autobús en un camino a sur de Bagdad.
Apenas hoy los iraquíes se enteraron de la identidad de cinco ci-viles asesinados en un autobús sirio que fue atacado por aviones estadunidenses cerca de la frontera con Irak, el fin de semana.
La verdad es que nadie está se-guro en Bagdad y que, a medida que estadunidenses y británicos estrechen el cerco sobre la ciudad, en los próximos días u horas ese simple mensaje se volverá cada vez más real y más sangriento.
Podríamos ponernos el ropaje de la moralidad para explicar por qué esas personas tenían que morir. Murieron a causa del 11 de septiembre de 2001, por las "ar-mas de destrucción masiva" de Saddam Hussein, por las violaciones a los derechos humanos, por nuestro desesperado deseo de "liberarlos" a todos. No confundamos el tema con el petróleo.
Sea como fuere, apuesto que se dirá que Hussein es el responsable final de estas muertes. Por supuesto, no mencionaremos al piloto.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya