Han sido amenazados e incluso lesionados por sus propios compañeros o traficantes
Denuncia Casa Alianza agresiones a niños de la calle por asuntos de droga
En el primer bimestre fueron incinerados seis menores por deudas, reporta el director
Con amenazas, golpes, heridas con cuchillos y hasta intentos de homicidio con fuego, jóvenes y niños en situación de calle son hostigados por sus propios compañeros o por los traficantes de droga al menudeo para obligarlos a continuar consumiendo estupefacientes y evitar que ingresen a centros de rehabilitación u organizaciones civiles que pueden auxiliarlos.
Sólo en el primer bimestre de este año se registraron seis casos de jóvenes y niños a quienes prendieron fuego con el propio activo que inhalaban, aparentemente porque no habían pagado sus deudas a los proveedores de droga del centro de la ciudad, denunció Ricardo Camacho Sanciprián, director de Casa Alianza.
Además, mensualmente esa institución presenta en promedio seis denuncias por maltrato a niños de la calle ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), las cuales están ligadas a esas mafias o son casos de ex novios que se siguen drogando y quieren que su ex pareja lo haga también.
Muchos de esos menores son agredidos por sus compañeros e incluso sus parejas sentimentales, cuando muestran intenciones de querer dejar la calle y buscan ayuda en instituciones como Casa Alianza, pues las redes de venta de droga enfrentan el riesgo de perder a consumidores cautivos, que también se han convertido en sus propios vendedores.
Camacho Sanciprián indicó que a menudo los proveedores de droga de los nuevos niños y jóvenes que sobreviven en la vía pública, pertenecen a generaciones anteriores de menores de la calle que no recibieron ningún tipo de atención para rehabilitarse y en cambio se convirtieron en los principales distribuidores y corruptores de sus sucesores.
"Primero les regalan la droga, luego se las cobran y si no tienen para pagar muchas veces los incendian: les rocían el mismo activo que consumen y les prenden fuego", casos que según Camacho Sanciprián han sido denunciados ante la Procuraduría capitalina.
De esta manera, los menores se convierten en consumidores cautivos, pero no sólo por la adicción al tolueno y la cocaína reducida que se vuelve alta y rápidamente adictiva, dice Camacho Sanciprián, sino también por la fuerza, pues son obligados a no dejar las redes de consumo y de venta, al grado de que cuando solicitan ayuda a instituciones como Casa Alianza, son amenazados, golpeados o heridos con arma blanca para evitar su ingreso.
"En cuanto saben que los niños van a la escuela, trabajan o se reintegran a la familia, es frecuente que los amenacen con picarlos, sobre todo a quienes entran a nuestro refugio. Esas mafias los esperan afuera de nuestra casa para hostigarlos y hacerlos caer de nuevo".
Y si los menores no son atendidos, tal patrón de conducta se reproduce cuando cumplen los 17 y 18 años de edad, pues se convierten en los líderes del grupo y comienzan a venderles droga a los niños más pequeños, pues crean mercado entre ellos mismos, concluyó.