ASTILLERO
Julio Hernández López
Caso Colosio: lágrimas (tricolores) de cocodrilo
Discursos de ocasión; silencio concertado
¿Por qué el foxismo no permite hablar
a Aburto?
EL PRI CUMPLIO ayer con el ritual de recordar el
asesinato de Luis Donaldo Colosio, rutina burocratizada ésta que,
aparte de ofrendas florales, guardias de honor y discursos de ocasión,
suele incluir enjundiosas exigencias al poder para que se haga una "justicia"
cuyos términos ni siquiera esos mismos jilgueros de indignación
sujeta a calendario son capaces de precisar.
EL MONTAJE TEATRAL de este año cargó
la tinta especialmente en un difuso reclamo a la procuraduría federal
de justicia para que reabra la indagación del caso, sacándola
de la reserva técnica a la que el principal beneficiado político
de la muerte del sonorense, Ernesto Zedillo, la envió indefinidamente
en espera de que algún dato revelador moviese a nuevas investigaciones.
Aparte de la retórica pensada más bien en términos
propagandísticos, el PRI no aporta ningún dato o indicio
serio y firme que indujera a la reapertura de las diligencias judiciales
siempre bajo sospecha popular.
EN
REALIDAD, LA cúpula del partido tricolor no podría
hacer otra cosa que discursos, pues de otra manera podría ser sospechosa
de una especie de intento de suicidio político. Nunca como ahora
tantos factores de poder parecerían estar más interesados
en que no se conozca la verdad en el caso Colosio: los dos principales
personajes que hoy pelean por el poder en las alturas priístas,
el presidente nacional Roberto Madrazo Pintado y la secretaria general
Elba Esther Gordillo, conviven en una pugna civilizadamente armonizada
por Carlos Salinas de Gortari, el personaje al que la voz popular ha considerado
el principal sospechoso del complot que detonó en Lomas Taurinas,
pero que luego continuó en el entramado institucional que fue puesto
al servicio del desvanecimiento de pistas que hubieran permitido saber
la verdad de lo sucedido en Tijuana el 23 de marzo de 1994. La mano de
Salinas, que hoy mueve la cuna en la que Robertito y Elbita pelean por
las candidaturas a diputados federales (y que hizo aceptar a los infantes
peleoneros que la niña chiapaneca se encargue de la coordinación
legislativa en San Lázaro), es la menos interesada en que se reabran
expedientes y se revise un pasado en el que cuando menos aparece como responsable
de permitir que las estructuras policiacas, de seguridad y espionaje actuaran
concertadamente para ocultar cuanto, a juicio de aquellos Pinos de orejas
emblemáticas, los mexicanos no deberíamos saber (otro de
los principales gladiadores de las funciones actuales de la arena tricolor
es Manlio Fabio Beltrones, hombre de secretos históricos a quien
Madrazo está empujando a trasmano para que pelee a la maestra incómoda
la coordinación diputadil).
PERO NO ES sólo en el ámbito priísta
donde se guarda denso silencio sobre el crimen que sigue pesando sobre
la conciencia nacional. De hecho, los principales personajes del colosismo
han preferido la cómoda continuación de carreras políticas
desde el camaleonismo (Alfonso Durazo ahora es secretario particular de
un Presidente de la República que no tiene ningún emparentamiento
ideológico ni político con Luis Donaldo; Liébano Sáenz
corrió luego de anunciar la muerte del sonorense a entregarse al
servicio de Ernesto Zedillo), el viudismo (Guillermo Hopkins, un ejemplo)
o la compasión productiva (Luis Colosio Fernández, padre
del victimado, ha aceptado candidaturas y ejercido cargos legislativos
y gubernamentales del mismo aparato de poder desde el que se fraguó
el asesinato de su hijo, sin hacer otra cosa en demanda de justicia que
declaraciones que el aire se lleva). Pero no sólo son ellos quienes
han preferido la comodidad del silencio: el propio gobierno federal que
prometió el cambio, castigar los crímenes del priísmo
y abrir a los ciudadanos el camino para conocer la verdad de sus momentos
cruciales no ha hecho nada importante en ese sentido. Es explicable que
Mario Aburto hubiese sido mantenido en el silencio absoluto durante los
días finales del salinismo y durante el zedillismo, pero no hay
manera de entender por qué el foxismo no ha permitido, por ejemplo,
que periodistas, comisiones o agrupaciones diversas pudieran conocer el
testimonio directo del responsable jurídico del asesinato de Colosio,
a quien buena parte de la sociedad sigue considerando mero instrumento
operativo o simple chivo expiatorio. Para el salinismo y el zedillismo
el silencio de Mario Aburto fue razón de Estado, pero ahora también
lo sigue siendo para el foxismo, hermanado así, cómplice,
pues, en los encubrimientos estratégicos.
ASTILLAS: LA PRIMERA MAESTRA del país habló
ayer en Magdalena de Kino para recordar la muerte de Colosio, y pronunció
la siguiente frase de claridad y transparencia totales: "Es verdad: no
hay agrumento político ni lógica discursiva capaz de atenuar
la perversa racionalidad de un crimen que aún nos lastima". Allí,
la señora Elba insistió en su discurso en el "poder ciudadano",
que bien podría ser el nombre de alguna de sus creaciones políticas
futuras... La primera esposa del país ataca de nuevo, para demostrar
que por encima de guerras el show local debe continuar. Según la
agenda de actividades que ayer Los Pinos dio a conocer, la señora
Marta reanudará esta semana sus reuniones proselitistas, luego del
descanso que se tomó para acompañar a su esposo en el hospital
militar. Por cierto, el Presidente ya es abuelo, aunque no se sabe si Vicente
III sigue haciendo la V de la victoria... Juan Francisco Hernández
Velázquez, originario de Ciudad Madero, pero ahora residente en
Francia, asegura que durante el quinismo en aquella población tamaulipeca
había obras y beneficios que desaparecieron con el encarcelamiento
de Joaquín Hernández Galicia. "Desde entonces parece que
en la ciudad el tiempo se ha detenido y, en cuanto al desarrollo se refiere,
retrocedido(...) No es por padecer mala memoria, pero en un México
tan surrealista, si nos dieran a escoger, preferiríamos mil veces
a los ladrones tipo Chucho El roto"... La mayoría de las
cadenas estadunidenses de televisión están demostrando la
veracidad de esos códigos de presunta "objetividad e imparcialidad"
con los que dicen manejarse. Para que los habitantes del gran imperio no
se sintieran mal, viendo detenidos y maltratados a algunos de sus enviados
bélicos, esos medios electrónicos prefirieron aplicarse una
patriótica autocensura... Y por hoy es todo en esta dificilísima
búsqueda de asuntos políticos internos relevantes en momentos
en que la guerra opaca casi todo.