Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 18 de marzo de 2003
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Cultura

Teresa del Conde

Miguel Castro Leñero

Más o menos cada dos años la galería López Quiroga (Aristóteles y Horacio, Polanco) presenta una selección de obras generalmente recientes de Miguel Castro Leñero. La de 2000 pareció girar temáticamente en torno de una flor de papel. Para la exposición actual el ''tema" es la deconstrucción (reconstrucción también) de una casa, además de la imagen de un radiador que fue tomada como eje para completar el conjunto o para proponer una alternativa adicional a las estructuras que prevalecen en las pinturas de ''casas".

Utilizo la palabra ''tema" y quizá eso no sea lo adecuado, porque ninguno de los óleos, dibujos, monotipos exhibidos narra algo en relación con eso. Son sólo ciertos lineamientos básicos, que corresponden a la idea de ''casa" lo que el pintor sujetó a análisis, basándose en una imagen que todos traemos en el inconsciente colectivo.

La imagen que amarra el conjunto de las casas es un paralelepípedo con techo trapezoide, es decir, es la casa con techo de dos aguas que dibujan los niños aunque nunca hayan visto una similar, es la casa que correspondió a la choza del megarón helénico, de donde partió la estructura de los templos con frontón, igual entonces que ahora. Es la cabaña que construye un campesino valiéndose de unos cuantos elementos básicos y es la casa geométrica que armamos cuando niños valiéndonos de aquellos prismas o cubos de madera de finura casi artesanal, que ahora parecen brillar por su ausencia en las horrendas jugueterías globalizadas que existen en cualquier ciudad del mundo.

Todas las piezas que ahora se exhiben ofrecen una aparente economía de elementos, una minimización voluntaria de rasgos. Casi nada hay allí y al mismo tiempo cada uno de los valores de composición, armazón cromática, veladura, dosis de color primario, etcétera, parece estar pensado hasta sus últimas consecuencias.

La palabra que mejor define el conjunto es ''rigor", un rigor que al tiempo que muestra severidad de concepto deja abierta una puerta a la alegría e incluso a la puerilidad, pero trasladada al espíritu adulto.

La atención del espectador se ve atraída en primer término, claro está, hacia las formas y el color, pero también y de manera muy importante hacia lo que hay detrás de esa superficie que ''ve" a uno desde los cuatro ángulos rectos de los soportes. Quien observa con detenimiento las piezas se pregunta cómo es que terminaron por ser lo que son. Porque paradójicamente hay mucha pintura allí, pero en el proceso pictórico existe un levantamiento, cancelación, sobreposición, condensación de lo que estaba antes, como si el cuadro hubiera pasado por varios estadios antes de lograr la fisonomía que entrega, una fisonomía que -salvo en alguno de los monotipos- desconfía de lo gratificante y más que nada de lo pintoresco pese a la ostentación de bienhechura metódica y a aquella sonrisa de ''buena factura" propia de la buena pintura de todos los tiempos.

Sin conocer bien los modos de ejecución que allí se muestran, puedo avanzar que a este pintor los procedimientos gráficos se le han convertido en imperativos morales. Intentando realizar un ejercicio de memoria similar al que hace unos días propuso el artista Manuel Marín a un grupo universitario, recuerdo sin imagen a la vista, del cuadro que mide 1.50 x 1.80 m, Modificaciones al plano general de una casa, la sutil asimetría y la muy engañosa sencillez que lo arma. Es una composición densa, se diría que esencial, renuente a ser descrita. Tal vez lo mejor sería callarse, decir nada. Pero me vienen a la memoria dos estrofas de un poema que me gusta mucho y que podría avenirse a lo que este pintor ha querido transmitir, más que decir: ''Teach us to care and not to care. Teach us to seat still". (Enséñanos a cuidar y a no preocuparnos. Enséñanos a sentarnos en silencio).

Las estrofas están tomadas de Miércoles de ceniza, de T.S. Eliot, que es un poema de fuerte contenido religioso. Y así, en cierto modo ''religiosas" me parecen las ligazones que este pintor ofrece en su exposición de trabajos recientes. Sólo una pieza sobre papel me pareció gratuita, debido al color magenta combinado con grises y negros que ostenta y al hecho de que el tipo de papel usado es una especie de ''valor" que conspira con lo que el artista posó allí. El cuadro, museografiado en el segundo piso de la galería, fue colocado junto a otros dos de idénticas dimensiones. Podrían integrar un tríptico o por lo menos así los ve uno debido a su vecindad. Eso es lo único que me pareció ''complaciente".

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