ASTILLERO
Julio Hernández López
¿Vaso medio vacío o medio lleno?
Las indecisiones presidenciales y el voto ya innecesario
Congruencia obligada, rechazar el halconazo bushista
LA PRIMERA PARTE de la estrategia foxista ha tenido
éxito: el Presidente de la República se mantuvo ante la opinión
pública de su país como un político altamente sensible
al rechazo popular a la guerra y, al mismo tiempo, capoteó con cuanto
pudo -incluso con operaciones quirúrgicas sacadas no de la manga
pero sí de la espalda- las presiones estadunidenses ante las cuales
pareció -ironías de la columna vertebral- no doblarse.
VASO
MEDIO LLENO o vaso medio vacío, según el método
de análisis que se prefiera: Fox no se convirtió en el previsible
cuarto caballero mundial de la muerte, e incluso se distanció de
manera notable de los planteamientos de dos de sus colegas de la derecha
política (Bush y Aznar), pero tampoco se reveló como un líder
de opinión o un político valiente que a tiempo y abiertamente
se hubiera opuesto a las maniobras belicistas del sheriff estadunidense
(como sí lo hicieron, oportuna y claramente, Jacques Chirac, presidente
conservador francés, y Ricardo Lagos, presidente de Chile). Medio
vacío o medio lleno: no alcanzamos a ofender gráfica e inequívocamente
al emperador texano porque éste desechó a Naciones Unidas
y su pinchurriento consejillo de seguridad y, al relevar a sus miembros
permanentes y no permanentes del pecado de vetar o de sufragar en contra,
evitó que el presidente Fox llegara al momento tan temido de la
definición histórica; pero tampoco consiguió México
las ganancias económicas o políticas (sobre todo en el plano
migratorio) que habrían estado en el horizonte si el Presidente
hubiera vendido caro su amor a las barras y las estrellas y hubiera cambalacheado
con buen sentido marchante la krauza pacifista. Vaciedad a medias
y plenitud a medias, es decir, cierto sabor a mediocridad: ni chicha ni
limonada, ni con melón ni con sandía; una especie de voto
de abstención no ejercido; sostuvimos hasta el final una imprecisa
intención de sufragio que intencionalmente fue mantenida en la ambigüedad
y que, a la "hora de la verdad", ni siquiera fue necesario formalizar:
¡Carlos Rojas Toallón, amiguísimo de Fox: cuánta
razón tenías al decir que el voto de México valía
cacahuate!
PERO NO DEBE nublar la vista ni siquiera el oportunista
aprovechamiento propagandístico de las circunstancias que se ve
venir de Los Pinos (donde ahora jurarán por Santa Hernia Discal
que la intención de Fox siempre e irreversiblemente fue votar de
manera directa contra la guerra): México no le hizo el juego en
este proceso diplomático histórico a la Casa Blanca y, con
tretas rancheras por delante o parapetándose tras un hospital militar,
Vicente Fox logró que el curso de la barbarie bushista fuera distinto,
y que el presidente agresor tuviese que recurrir a la desesperada medida
de hacer a un lado a la ONU porque en el ámbito diplomático
internacional no encontró el apoyo que suponía. Por intereses
electorales, si se quiere, o por rarezas presidenciales de conducta, lo
cierto es que Fox supo sobrellevar las presiones imperiales sin mostrarse
como lacayo o cómplice, papel que cumplieron notablemente, por ejemplo,
José María Aznar y Tony Blair.
LA FAENA, SIN embargo, lejos está de ser
terminada. El autor de estas líneas de combate bombardea su teclado
sin saber lo que habrán de decir el presidente de Estados Unidos
(aunque todo indica que protocolizará el ultimátum de 48
horas para que Saddam Hussein deje el poder o se atenga a las bélicas
consecuencias) ni el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos (quien
coincidentemente ha salido de su burbuja médica verde olivo justamente
cuando está en curso el desenlace de la obra tan indeseada). Aun
así, ignorando tan rectoras palabras, queda claro que la postura
mexicana no puede ser de decaimiento o evasión ante el hecho tajante
de que el presidente del país vecino ha decidido echar al bote de
la basura la diplomacia, el derecho internacional y el sentido común.
Ni México ni Vicente Fox pueden ni deben guardar silencio o buscar
evasivas ante la gravísima decisión de Bush. Hoy se requiere
una pancarta más grande en la diestra del Presidente de México:
un No a la guerra que vaya más allá de los rejuegos palaciegos
de la alta diplomacia (donde Adolfo Aguilar Zinser tuvo un papel valioso,
no sólo como contraparte enérgica frente a los excesos entreguistas
de Jorge Castañeda, sino también en la era posterior a ese
canciller, cuando el ex militante de izquierda asesoró al ignaro
Luis Ernesto Derbez y dio seguridad al presidente Fox de que el camino
de la resistencia frente al capricho imperial tenía sentido y viabilidad).
Un No a la guerra no sólo justo y necesario, sino obligado si se
quiere mostrar coherencia mínima en un lance histórico que
podría darle a Fox un nuevo tanque de oxígeno político
y congregar en su derredor a una mayoría mexicana que sabe bien
los riesgos por venir, las venganzas preparadas (el cruce fronterizo, por
lo pronto), pero que está inequívocamente en contra de una
guerra que buscará reordenar para beneficio de Washington el mercado
petrolero y rediseñar al mundo en función de los intereses
gringos. Este miércoles, en Nueva York, en reunión de secretarios
de Relaciones Exteriores de los países miembros del Consejo de Seguridad
de la ONU, habrá una nueva oportunidad para México de reiterar
sus convicciones: ya se ahorró la pena de definir su postura en
esta primera parte del conflicto; ya se verá cómo evoluciona
y cuán consistente es su postura.
ASTILLAS:LA BATALLA TRIANUAL por retazos de poder
sigue su marcha. En el PRI la corriente de Carlos Salinas de Gortari (sabiamente
dividida en mitades: la de Roberto Madrazo y la de la profesora Elba Esther
Gordillo) está al acecho, tratando de cobrar servicios y favores;
en el PAN sigue la lucha interna a causa de Francisco Barrio y su pretensión
de ser coordinador de la bancada legislativa; en el PRD las tribus mantienen
secuestrado a su partido, repartiéndose candidaturas a simple título
de mayoriteos internos... Simple aportación cultural: Osiel
Cárdenas Guillén era sabidamente protegido por el aparato
policiaco del estado que gobierna Tomás Yarrington, quien tiene
entre otros distintivos el de ser reiteradamente señalado en público
por el presidente Bush como su amigou mexicano... Y, por hoy, hasta
aquí, en espera del desangelado acto conmemorativo de la expropiación
petrolera, mientras en el mundo las nubes se van haciendo cada vez más
oscuras.