Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 17 de marzo de 2003
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TOROS

En corrida a beneficio del gremio taurino Herrerías se clavó 70% de las ganancias

José María Luévano ganó ayer en forma merecida la Oreja de Oro

Rafael Ortega cobró un estoconazo Los veteranos recibieron cuatro avisos

LUMBRERA CHICO

Tras un concurso de gritos a cargo del público -"Or-te-ga, Or-te-ga" versus "Luevanó, Luevanó"-, el ex juez de plaza y actual líder charro de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Luis Corona, decidió otorgar el trofeo de la Oreja de Oro a José María Luévano, con lo que éste se convirtió, por donde quiera que se le vea, en el máximo triunfador de la Estafa Grande 2002-2003.

dibujo toros-J. Ma. LuevanoDel resto del festejo de ayer, taurinamente hablando, poco hay que decir. El rejoneador potosino Rodrigo Santos, vestido con una horrible casaca lusitana, se divirtió galopando e hiriendo a Carnaval, novillo pronto de la vacada de Arturo Huerta, con 499 kilos, pero a la postre su actuación no le dijo nada a nadie.

Miguel Espinosa Armillita chico, incrustado sin justificación alguna en el cartel, hizo lo mismo de siempre ante Modelo del hierro de Julio Delgado, negro bragado de 538, y se retiró al burladero como siempre entre abucheos y mentadas de madre. Jorge Gutiérrez quiso pero no pudo ante Romero, otro manso perdido de 509, de la dehesa queretana de Bernaldo de Quiroz.

Eulalio López El Zotoluco se las vio con Color Esperanza, cárdeno bragado y playero de Teófilo Gómez, con 465, al que le cuajó buenos muletazos por la derecha, pero nada pudo concretar porque el bicho terminó rajado. Cabe señalar que esos tres experimentados diestros cosecharon un total de cuatro avisos por su pésimo desempeño con el estoque.

En la segunda parte de la función, a cargo de los jóvenes, Rafael Ortega intentó arrimarse con capote, banderillas y muleta al cambiante Orgulloso de Xajay, cárdeno bragado y caribello de 460 kilos, que fue bravísimo ante el caballo pero en el tercio final acabó soseando. En un arrebato de pundonor extremo, Ortega cobró un estoconazo en todo lo alto, que partió en cuatro gajos el corazón de la bestia, pero como se entregó dejando el cuerpo entre los pitones se llevó un fuerte golpe en una pierna, y se puso de pie cojeando mientras el animal rodaba sin puntilla en un lago de sangre clara. Eso impresionó de tal modo a la gente que primero sacó los pañuelos y le dio la oreja, y después se desgañitó coreando su nombre a la hora de "votar" por él.

Fue, quizá, el volapié más espectacular de la Estafa Grande y sin duda le valdrá un premio, pero en justicia, José María Luévano, que acto seguido se encargó de Cervezero (sic), de De Santiago, negro bragado de 480, realizó una labor más consistente, al lograr una ceñida faena de muleta sacándose cada pase de la manga con una mezcla de pertinencia, valor, colocación y sentido del ritmo, y como lo mató estupendamente, el público también lo premió con una oreja, con la cual el hidrocálido redondeó un total de siete apéndices en cinco tardes. Así, el fallo de Luis Corona, que le valió la Oreja de Oro, fue acertado e indiscutible.

Para cerrar el último maratón taurino que vio la Monumental Plaza Muerta antes de la guerra mundial que está a punto de estallar, Ignacio Garibay derrochó ganas frente a Broche, cárdeno nevado de San Marcos, con 468, pero se fue inédito, y Fermín Spínola dio cátedra de buen gusto y bordó una bien ligada faena de medios muletazos a media altura con el inválido Atractivo, de la divisa de Reyes Huerta, que fue incapaz de cargar los 485 kilos que le atribuía la pizarra.

A la corrida a beneficio de la Asociación de Matadores acudieron 18 mil personas, lo que a 70 pesos el boleto en promedio significa un ingreso de un millón 260 mil pesos, de los cuales el "empresario" Rafael Herrerías entregará sólo 100 mil a ese gremio, al que por lo demás adeuda otros 600 mil por concepto de cuotas atrasadas y derechos de televisión. O sea que fue un robo en despoblado, porque cada diestro tuvo que conseguir su toro con el ganadero, por lo cual, descontando los gastos muertos que implica la apertura de la plaza ídem (un millón) y su "generoso" obsequio al sindicato de los coletudos -que no cobraron nada por torear-, la empresa del doctor R, finalmente, logró obtener una utilidad neta de 160 mil pesos. ¡Felicidades!

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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