Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de marzo de 2003
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* La situación pone en entredicho el "éxito" del que hablan las autoridades

Deserción, constante del programa de la UNAM para alumnos de alto rendimiento

KARINA AVILES

Hace más de dos décadas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) creó un programa para impulsar a los alumnos con mejor desempeño académico. Hoy, aunque la mayoría de las autoridades encargadas del proyecto lo consideran "todo un éxito", los resultados hablan de una deserción en algunas dependencias de hasta 50 por ciento, que contradice el optimismo de los funcionarios universitarios.

Aunado a las deficiencias derivadas de su diseño por las que, incluso, ha estado sometido a continuas modificaciones, el proyecto nació junto con una gran polémica que todavía no acaba por resolverse. Las opiniones están divididas entre quienes lo califican de "elitista", "segregacionista" y "discriminador" y quienes niegan lo anterior con el argumento de que así como existe un programa para los alumnos de alto rendimiento, existen otros que vendrían a ser el polo opuesto y están dedicados a la atención de estudiantes con deficiencias académicas.

Los alumnos de preparatoria y licenciatura que participan en este programa tienen calificaciones entre 9 y 10 de promedio, llevan una carga académica adicional, están obligados a dedicar entre 20 y 50 por ciento más de tiempo a sus estudios que el resto de sus compañeros y no deben reprobar ninguna de las asignaturas ni bajar el promedio, porque serían expulsados del proyecto.

En los inicios del programa estos estudiantes fueron señalados por sus compañeros como los Nerds, los Matados, los Ñoños, los Alumnos-estrella, e inclusive en la Facultad de Química se les conoció como los Grupos beta.

A más de 20 años de creado el Programa de Alta Exigencia Académica (PAEA) -el nombre varía en los planteles que lo tienen- no ha cuajado en todas las escuelas, prueba de ello es que no todas las dependencias lo operan, en otras está reiniciando y en unas más de plano abortó.

El director de la Facultad de Ingeniería (FI), Gerardo Ferrando Bravo, recuerda que la fundadora de los programas de alto rendimiento fue precisamente la escuela que encabeza. "Con la generación 1992 arrancó este proyecto y al conocerse lo que se hacía en la FI se decidió invitar a otras escuelas a desarrollar programas similares".

En sus orígenes registró "una deserción brutal de 50 por ciento (en la FI). Entraba una generación de 200 alumnos, al siguiente semestre se habían ido 100 y terminaban entre 18 y 20: el 10 por ciento", apunta.

Modificaciones al Programa de Alto Rendimiento Académico

Lo anterior dio pie a que se le hicieran modificaciones que se introdujeron hace tres años, ya con él como director de la facultad. Uno de los cambios fundamentales fue que en lugar de que los alumnos entraran al Programa de Alto Rendimiento Académico (PARA) en el primer semestre lo hicieran hasta el tercero, con el propósito de evitar que se contagiaran del ánimo de los desertores de los primeros semestres y, al mismo tiempo, observar el desempeño académico de los alumnos en sus dos primeros cursos.

Requisitos como mantener un promedio superior a 9 y lograr una buena calificación en el examen-diagnóstico -que se hace para conocer el nivel con el que ingresan los alumnos- se mantuvieron. De los cerca de 2 mil estudiantes de primer ingreso que recibe la FI anualmente, sólo alrededor de 200 logran buenas calificaciones en el examen-diagnóstico y 60 por ciento (cerca de mil 200) son colocados en el propedéutico o "semestre cero", que es para los alumnos que vienen con deficiencias del bachillerato, indica Ferrando Bravo.

El secretario general de la FI, Gonzalo López de Haro, señala que hoy en día están registrados en el PARA 134 jóvenes y la deserción actual está entre 30 y 40 por ciento. Desde que comenzó hasta la fecha han egresado del PARA 137 alumnos de un total de entre mil y mil 200 estudiantes, es decir, apenas 10 por ciento de los que ingresan concluyen el programa, precisa.

No obstante, el funcionario manifiesta su orgullo porque de los 137 egresados, 96 se titularon con mención honorífica, salieron con un promedio igual o mayor a 9 y más de 80 por ciento continuó con estudios de posgrado. En el mismo tenor, Gerardo Ferrando Bravo expresa su satisfacción por el programa, ya que "sentimos que sí es un proyecto de alto rendimiento y exigencia, como su nombre lo indica".

En la Facultad de Arquitectura (FA), el Programa de Alta Exigencia Académica (PAEA) se reactivó a inicios de 2002, después de dos años de estar suspendido. Tiene 42 alumnos pese a que potencialmente podrían estar cerca de 250 estudiantes que cumplen con el promedio de 8.5 requerido para permanecer en él.

Al igual que en todos los planteles en los que se aplica este proyecto, los alumnos son invitados a participar voluntariamente. De tal forma que no se puede decir que todos los mejores estudiantes están en el PAEA, ya que una buena parte de ellos no responden al llamado, expresa Carmen Quiñones, coordinadora de Apoyo a la Docencia de la FA.

En un documento proporcionado por la funcionaria, se enlistan algunos de los objetivos del PAEA en Arquitectura: lograr que cada alumno "alcance la cima de su personalidad", buscar que el estudiante aprenda a "descubrir lo que es posible, a disfrutar el estudio y a afrontar las consecuencias de sus decisiones" y formar alumnos "reflexivos" y "autorreguladores".

Los alumnos reflexivos, según el documento citado, son los que "piensan correctamente", los que "escriben de un modo más elaborado", los que tienen "apertura de la mente", "los que saben cómo obtener conocimientos y comprensión", los que tienen "imágenes mentales integradoras" o los que poseen un "pensamiento de calidad vigoroso y apasionado".

El secretario académico de Docencia de la Facultad de Química (FQ), Carlos Amador, cuenta que este programa fue eliminado de ese plantel hace tres años porque se observó que su efecto no era importante en términos académicos. Y, en cambio, tuvo costos como los de "hacer una segregación negativa entre los del PAEA y los alumnos regulares".

En el PAEA, recuerda, quedaron "los ricos, los güeritos y los que venían de las escuelas particulares", porque fueron los que obtuvieron las calificaciones más altas en el examen-diagnóstico que se hace para conocer el nivel académico de los alumnos. Los resultados de dicha prueba establecen que las mejores notas "están desplazadas hacia las escuelas particulares con un promedio de poco más de un punto".

Es decir, precisa, "los de las particulares sacan entre 5.5 y 6 en promedio y los de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) y el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) obtienen entre 4.5 y 5 en promedio".

De esta manera, añade, los que se quedaron en los grupos especiales de primer semestre que se crearon como parte del PAEA en la FQ fueron "los niños de (planteles) particulares, con una mejor situación económica, aunque desde luego había sus excepciones. Así, acabó convirtiéndose en un filtro". Por otro lado, al concentrar a los mejores en clases especiales, lo que se hacía a su vez era quitar de los grupos regulares a los estudiantes que le daban impulso a los alumnos con calificaciones más bajas.

Para Carlos Amador, "decir que el programa ha fracasado es cierto". Sin embargo, la universidad sí cumple con el alto rendimiento, si no mediante el programa, sí con su actividad académica normal, en la que proporciona a sus alumnos el nivel más alto académicamente, afirma.

El director general de la ENP, Héctor Herrera, coincide con los funcionarios de las facultades de Arquitectura e Ingeniería en que los alumnos que están en dicho proyecto proceden de todos los estratos socioeconómicos, desde el nivel bajo hasta el alto y son hijos de profesionistas o de personas que practican algún oficio.

Actualmente, la ENP tiene mil 500 alumnos de unos 2 mil que podrían participar en el programa. Los alumnos que quieren entrar a éste deben lograr un buen desempeño en el examen de ingreso, tener un promedio de secundaria superior a nueve y mantener o superar esa calificación en sus primeros parciales, expresa el coordinador general de Asuntos Estudiantiles de la ENP, Héctor García Lisjuan.

Héctor Herrera subraya que el proyecto comenzó hace dos años y sus resultados se verán "hasta en unos 8 años". No obstante, el reporte de evaluación del programa en la ENP desarrollado en el año escolar 2000-2001 arrojó los siguientes resultados: a) deserción en más de 50 por ciento; b) el 50 por ciento que permaneció lo abandonó un mes antes de concluirlo para preparar los exámenes finales.

Las causas de deserción son similares a las de los otros planteles que cuentan con el programa: exagerada carga de trabajo, ocupaciones prestablecidas por los alumnos, prioridad hacia otras actividades y problemas personales.

En opinión de Carlos Amador, es necesario analizar el problema desde una perspectiva más profunda, que apunte hacia el fortalecimiento de los estudios de licenciatura y del bachillerato, y revalúe la actividad docente que en los años recientes se ha visto como una función de "segundo nivel".

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