Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de marzo de 2003
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Política
BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Fundamentalismo apocalíptico

¿Polkos y lubavitchers al asalto de Bagdad?

El fervor religioso de Bush, ¿otra adicción?

EL PREAMBULO DE LA "guerra preventiva" del equipo Bush, que por alguna razón se ha marchitado en la amnesia generalizada, se gestó en 1981 con el bombardeo unilateral de la aviación israelí que destruyó el reactor nuclear Osirak/Tammuz de Irak vendido por Francia. En ese instante, Israel sacaba de la competencia nuclear regional al régimen de Saddam Hussein, para así conservar el omnímodo monopolio de armas nucleares en todo el Medio Oriente hasta la fecha. Israel habría fabricado en el reactor nuclear de Dimona más de 250 ojivas nucleares, que no son motivo de ninguna inspección internacional. Al resto de países del Medio Oriente, dejados fuera de la proliferación nuclear selectiva, por las conveniencias de los juegos geopolíticos coyunturales, solamente se les permitía la adquisición de las "armas nucleares de los pobres", como se conoce a las armas biológicas y químicas (vendidas por Daddy Bush al régimen de Saddam Hussein).

LA CAUSTICA COLUMNISTA Maureen Dowd ("Bush, deus ex machina"; The New York Times, 2 de marzo) revela dos documentos de hace una década que sustentan la guerra contra Irak del equipo Bush "para reordenar al mundo con proyectos imperiales". En 1992, "Dick Cheney -secretario de Defensa del presidente Bush número 41- y sus ayudantes Paul Wolfowitz y Lewis Scooter Libby realizaron un documento que afirma que Estados Unidos debe prepararse para desechar sus viejas alianzas e imponer su poderío militar para prevenir el ascenso de cualquier potencial competidor global en el futuro". El verbo "prevenir" es clave. En 1996: "Richard Perle, ahora asesor del Pentágono, y Douglas Feith, ahora ayudante de Rumsfeld, escribieron un documento sobre cómo Israel debería trascender los problemas con los palestinos cambiando el balance de poder en el Medio Oriente para remplazar a Saddam (...). Estos halcones vieron su mayor oportunidad después del 11 de septiembre".

EL SEGUNDO DOCUMENTO, de seis páginas, "Una ruptura limpia: una nueva estrategia para asegurar el reino", del 8 de julio de 1996, del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticos Avanzados (IASPS, por sus siglas en inglés), con sede en Jerusalén, realizado por los israelíes-estadunidenses Richard Perle, Douglas Feith y David Wurmser, y entregado en propia mano al entonces primer ministro israelí Bibi Netanyahu para sus necesidades pragmáticas, constituye la aplicación medio-oriental de la guía Wolfowitz de "guerra preventiva", el primer documento, escrito cuatro años atrás, que el presidente Bush número 43 adoptó como "estrategia de seguridad nacional".

LA GUIA DE UNA política de defensa, de 1992, del israelí-estadunidense Paul Wolfowitz, enfatiza que Estados Unidos "debía esforzarse en prevenir cualquier poder hostil de dominar una región cuyos recursos bajo control consolidado podrían ser suficientes para generar un poder global". El verbo "prevenir" es crucial y la alusión a China y a los energéticos del Medio Oriente y Asia Central son evidentes. Y si fuera así, los países de la región medio-oriental, centro-asiática y China así lo perciben; no se diga Francia, Alemania, Rusia y el Vaticano.

RESALTA QUE AMBOS documentos, la guía Wolfowitz y el del jerosolimitano IASPS, hayan sido elaborados por quienes se encuentran de nuevo en el poder en Estados Unidos y comparten vasos comunicantes con el binomio Sharon/Netanyahu en Israel, y son fervientes creyentes en la teogonía del fundamentalismo apocalíptico que se subsume en los grupos polkos texanos y en el fundamentalismo ultraortodoxo Chabad-Lubavitcher (fieles del rabino Menachem Mendel Schneerson), así como en los seguidores del filósofo hebreo-alemán Leon Strauss.

LOS ISRAELIES ESTADUNIDENSES Ari Fleischer (vocero de la Casa Blanca, quien acaba de fustigar al Papa por su postura pacifista) y Josh Bolten (vicejefe de gabinete) pertenecen a la secta esotérica ultraortodoxa de Chabad-Lubavitcher: ambos participan en las celebraciones conjuntas de rezos paleobíblicos de la Oficina Oval con el nuevo profeta bélico Bush. Quien desee explorar las profundidades del fundamentalismo apocalíptico puede acudir a la revista Mother Jones ("Sionistas redivivos"; septiembre/octubre de 2002). Dígase lo que se diga, los israelíes-estadunidenses Wolfowitz, Libby, Feith, Perle y Wurmster se apoderaron de la agenda bélica de la dupla Bush-Cheney, lo cual rebasa incluso los estrechos vínculos con el binomio Sharon-Netanyahu, del Partido Likud, así como los lazos teológicos entre los protestantes de ultraderecha de Estados Unidos (primordialmente los bautistas-sureños texanos) con los fundamentalistas ultraortodoxos Chabad-Lubavitcher, para alinearse (estuve a punto de escribir alienarse) más profundamente al pensamiento ultraconservador del filósofo hebreo-alemán Leo Strauss, un especialista en Hobbes, quien se convirtió al sionismo a los 17 años de edad (extensivo al pensamiento de Gershon Scholem y de Isaiah Berlin, el neoliberal británico). La "guerra multidimensional" contra Irak comporta también la supremacía del pensamiento político-filosófico de índole hobbesiano.

POR DEMAS INTERESANTE ha sido la reseña de Laurie Goldstein para los espíritus confortables (The New York Times, 15 de marzo) en la que aduce que "las organizaciones judías que nunca han titubeado en externar declaraciones sobre la política exterior de Estados Unidos, en especial hacia el Medio Oriente, hayan permanecido enmudecidas sobre la guerra de Irak". Goldstein recalca "que los líderes judíos reconocen que algunos judíos hacedores de la política ayudaron a diseñar la estrategia del presidente sobre Irak, y que algunos cabilderos judíos la respaldan; existe amplia evidencia de que los judíos estadunidenses se encuentran tan divididos como el resto de la nación". ¡Vaya, vaya! ¿Cómo que "divididos"? ¿Pues no que la "nación entera" se encuentra detrás de su comandante supremo, como a diario nos intoxican los sondeos de los multimedia?

POR SU PARTE, Jack Beatty, en The Atlantic Online (5 de marzo), destaca que el discurso sobre el Armagedón del presidente Bush "no solamente es un estimulante para la derecha religiosa cristiana, sino que lo convierte en el ayatola estadunidense".

EN UN REPORTAJE seminal ("Para Bush la guerra define la presidencia: la respuesta a Irak refleja convicciones"; The Washington Post, 9 de marzo), Dona Milbank enfatiza el "fervor religioso" del presidente Bush (lo cual empieza a ser minuciosamente escudriñado debido a sus implicaciones políticas) y examina su libro laico favorito (su primer libro religioso es la Biblia, que convirtió en manual de gobierno), El cuervo, de Marquis Jones, que obtuvo el Premio Pulitzer en 1930, y versa sobre la biografía de Sam Houston: "Así como pasó de ingerir profusamente alcohol a la construcción de una nueva arquitectura mundial, Bush admira a los líderes que han superado la adversidad por medio del hallazgo de una misión en la vida". Se desprende que Baby Bush es un personaje de excesos en sus gustos, que acaban siendo adicciones, sean las que fueren, y ahora pasaría por la etapa de la adicción teológica al fundamentalismo apocalíptico que versa sobre el Armagedón, cuando el "príncipe de los buenos" destruirá a los "malos" para que sea posible la parusía: el segundo advenimiento de Cristo. Dana Milbank se refiere extensamente a una imprescindible entrevista del connotado historiador Richard Brookhiser en The Atlantic Monthly (11 de marzo), quien destaca el libro laico favorito de Bush, El cuervo, la biografía de Sam Houston, el creador de la bandera de la "estrella solitaria". ¿Querrá Bush, oriundo con su esposa Laura de Midland, Texas, hoy el ombligo del mundo, reducir las 50 estrellas de Estados Unidos a la "estrella solitaria" texana? Según el historiador Brookhiser, "Houston pasa de ser el gran bebedor, como lo llamaban los indios cherokees, hasta ser el padre de Texas". El autor Marquis Jones enfatiza que "el primer pensamiento de Houston, su pensamiento perseverante, buscaba redimir su fase delincuencial, por lo que tenía que emprender algo grande. Construiría un imperio". Dana Milbank descubre que "Bush encontró en el terrorismo lo que Houston encontró en Texas (...) Houston representa un linaje en el liderazgo político de Estados Unidos que puede ser trazado desde varias generaciones hasta Bush. Houston era amigo del presidente Andrew Jackson, quien favorecía una visión del mundo unilateral y agresiva, y es admirado por los ayudantes de Bush. También a ese linaje de liderazgo pertenecía James Polk, quien perseguía el destino manifiesto de Estados Unidos y lanzó la guerra contra México, llamada la 'guerra de Polk'. James Polk a su vez era el favorito de Truman, un hombre sin pelos en la lengua cuyo liderazgo decisivo al final de la Segunda Guerra Mundial y al principio de la guerra fría inspira a los ayudantes de Bush". Cabe recordar a los amnésicos que Sam Houston fue quien atrapó a Santa Ana, Su Alteza Serenísima, en una situación embarazosa en San Jacinto. Pero es más luminosamente revelador el genoma ideológico Jackson-Houston-Polk-Truman-Bush: una verdadera mezcla explosiva en sus múltiples vertientes, desde el presidente número 7 (Jackson), pasando por el presidente número 11 (Polk), hasta el presidente número 43 (el actual), sin soslayar que el presidente número 33 (Truman) ha sido el único ser humano sobre la faz de la Tierra en haber ordenado el lanzamiento de dos bombas nucleares sobre poblaciones civiles, de Hiroshima y Nagasaki. ¿Emulará a Truman su discípulo ideológico, Bush?

TODAVIA EN EL LIMITE de la extrema tolerancia sería emocionalmente entendible que un israelí (de Estados Unidos, México, Venezuela o Argentina), debido a su filiación abierta y/o subrepticia al partido Likud del binomio Sharon-Netanyahu, o a sus respetables creencias religiosas ligadas al fundamentalismo ultraortodoxo Chabad-Lubavitcher, sea partidario del derrocamiento del régimen de Saddam. Pero ¿cómo podría un "mexicano", sin lazos genéticos medio-orientales, afiliarse al pensamiento de la "guerra preventiva" del texano de Midland y adicto al fundamentalismo apocalíptico George W. Bush, quien abreva en el linaje histórico Jackson-Houston-Polk-Truman, cuando Polk le arrebató la mitad del territorio a México por medio de una guerra infame? Esperemos que el presidente Fox, hijo de un texano-mexicano, vote como "mexicano" en el Consejo de Seguridad de la ONU, y no como polko. A propósito: ¡cómo han pululado en México los polkos, en su mayoría neoliberales "ofertistas-fiscales", arropados con las banderas del "espíritu de Houston" librecambista y del "consenso de Washington" globalizador! No es coincidencia gratuita que estos mismos circuitos polkos se hayan pronunciado por "mercantilizar" el voto de México en la ONU (que confunden con la OMC, donde se manejan aranceles y tarifas), en contra de la esencia y la conciencia nacionales.

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