Leonardo García Tsao
Olvidar para vivir
Si alguna ventaja tiene la Muestra de la Cineteca es que
en ocasiones sus títulos más interesantes alcanzan exhibición
comercial. Ese es el caso de Un hombre sin pasado, cuyo estreno
la semana pasada significa la segunda película del finlandés
Aki Kaurismäki en conseguir ese honor, más de una década
después de que Los vaqueros de Leningrado en América
(1989) también tuvo su inicial y efímero paso por nuestra
cartelera. (Por cierto, desde mi función de programador de cine
en la anterior administración del 22 logré exhibir la filmografía
casi completa de Kaurismäki. Nadie se dio cuenta, supongo, y el canal
ha de haber quedado debiendo rating.)
Decimosexto largometraje de un cineasta fuera de serie,
Un hombre sin pasado ha sido también el más exitoso
en lo que va de su carrera. Aclamada en el festival de Cannes del año
pasado, la película obtuvo el premio especial del jurado (muchos
opinaron que merecía la Palma de Oro), así como el de mejor
actuación femenina; posteriormente, la Fipresci -la federación
de la crítica internacional- la votó la mejor realización
del año, y, como se sabe, compite ahora por el Oscar en la categoría
de lengua extranjera. No es que el cine de Kaurismäki se haya vuelto
más accesible; quizás el mundo ha conseguido finalmente ponerse
en sintonía con sus virtudes.
El
planteamiento es típico de la parquedad de su autor: un obrero metalúrgico
(Markku Peltola) que llega a Helsinki en busca de trabajo, queda amnésico
tras la salvaje golpiza que le propinan tres asaltantes. Sin posesiones
ni recuerdos de su vida anterior, el hombre rehace su vida con la ayuda
de los vagabundos que viven en los contenedores abandonados de lo que alguna
vez fue un astillero activo. El estoico personaje encuentra el amor en
la figura asimismo solitaria de Irma (Kati Outinen), trabajadora del Ejército
de Salvación.
Si bien el asunto de la amnesia evoca a los thrillers
de serie negra de antaño, en este caso la pérdida de la memoria
no desata ninguna intriga. Kaurismäki la utiliza como una metáfora
de una deteriorada realidad social (el director ha señalado que
se trata de la segunda parte de una trilogía, iniciada por Las
nubes se alejan, 1996, dedicada a la situación laboral de Finlandia).
La recuperación del protagonista -que es, de hecho, una resucitación-
se dará a través de sentirse parte de una comunidad de desempleados
que ha perdido todo menos la dignidad.
Identificar las influencias de Bresson o Fassbinder, digamos,
en la obra de Kaurismäki se ha vuelto lugar común en la medida
que se han asimilado por completo a un estilo único. En esa extraña
amalgama entre lo viejo y lo nuevo, este realizador recrea una pureza digna
del cine mudo y la hace convivir con una inexpresividad posmoderna. Así,
sus criaturas habitan un lacónico estado de gracia que provoca dosis
equilibradas de ironía y emotividad. (Cómo describir el efecto
emocional de esa escena en que Irma, en su acostumbrada soledad, pone la
radio antes de acostarse y cambia de estaciones para escuchar Do the
Shake, un movido twist del desconocido grupo The Renegades.)
Igualmente meritoria es la forma en que Kaurismäki
descubre el lirismo en una atmósfera fea y desolada en esencia.
Los contenedores y grúas carcomidas por el óxido, las calles
desiertas, los bares tristones son parte de una iconografía que
ha descubierto la belleza del abandono. El concepto de un banco donde todo
está descompuesto podría prestarse a la burla cínica
(véase la obra completa de los hermanos Coen), pero aquí
se convierte en algo tan lastimoso como el personaje del empresario fracasado
(Esko Nikkari) que lo asalta para poder pagarles a sus trabajadores.
Que Kaurismäki provoque esos distintos estados de
ánimo con un estilo tan económico como expresivo me llevaría
a preferir El hombre sin pasado en la próxima competencia
para el Oscar. Sin embargo, mi alma de mexicón me lo impide. Uno
apuesta por El crimen del padre Amaro simplemente porque ya le toca
al cine mexicano ganar en algo.
EL HOMBRE SIN PASADO
(Mies vailla meneisyyttä)
D y G: Aki Kaurismäki/ F. en C: Timo Salminen/
M: canciones varias/ Ed: Timo Linasanen/ I: Markku Peltola, Kati Outinen,
Juhani Niemelä, Kaija Pakarinen, Sakari Kuosmanen/ P: Sputnik Oy,
Pandora Film, Pyramide Productions. Finlandia- Alemania-Francia, 2002.