José Cueli
šNo matarás!
Hace algunos años Hermann Hesse, en sus reflexiones en torno de la guerra, escribió una serie de artículos que se conservan vigentes. Y ante los acontecimientos actuales conviene no sólo releerlos sino reflexionar sobre su contenido. Selecciono uno de ellos (escrito en 1919, cuyo título es No matarás) del que reproduzco algunos párrafos.
''La doma del hombre, su desarrollo desde el gorila hasta el ser civilizado, representa un prolongado y lento proceso. Los adelantos hasta hoy día incorporados en la ley y la costumbre son frágiles; una y otra vez, los que parecían adelantos definitivos resultan arrumbados por un atávico rechinar de dientes. Si vemos nuestra meta provisional, al cumplir con los mandatos espirituales desde Zoroastro y Lao Tzu en adelante, nos vemos obligados a aceptar que la humanidad del presente continúa más cerca del gorila que del hombre; todavía no somos humanos, estamos en camino de serlo. Hace unos cuantos miles de años, la ley religiosa de un pueblo estableció la máxima fundamental: 'No matarás'. En la primavera de 1919, Baron Wrangel, al dirigirse a un pequeño grupo de idealistas en Berna, propuso que en lo futuro ningún hombre se vería obligado a matar a otro hombre -ni siquiera al servicio de su país.''
Más adelante en su escrito y tras la experiencia vivida en la guerra, Hesse agrega: ''Matamos tanto. No solamente en nuestras estúpidas batallas, en los necios motines callejeros, estúpidas ejecuciones, matamos a cada paso. Lo hacemos cuando las circunstancias nos obligan a forzar jóvenes de talento a desempeñar ocupaciones para las cuales no están preparados. Matamos cuando cerramos los ojos a la pobreza, a la desgracia o a la infamia. Lo hacemos también, porque resulta más fácil, cuando patrocinamos o pretendemos aprobar instituciones sociales, políticas y religiosas atrofiadas, en lugar de combatirlas con resolución".
Hesse escribió esto en 1919 y hoy, en 2003, seguimos viendo la misma barbarie y la misma proclividad a matar y dejar morir. En el compás de espera ante una guerra que parece inminente, se agregan más violencias absurdas: los civiles que fueron atacados por la policía en Turquía, sólo por protestar ante la llegada del armamento estadunidense a su territorio; el asesinato del primer ministro serbio o bien las múltiples muertes predecibles causadas por el hambre que se darán entre los 2 millones de iraquíes que huyen de su país atemorizados ante la amenaza de guerra.
A las frases de Hesse, convendría agregar que matamos también si nos abstenemos de manifestarnos en contra de una conflagración absurda tras la que se ocultan intereses mezquinos. Matamos con nuestro silencio, con nuestra abstención, con nuestra desidia. Matamos por estupidez, por pusilanimidad, por soberbia, por egoísmo y por ansia de poder. No, no somos mejores que nuestros antecesores en la cadena de la evolución biológica.
La tierra tiene 4 mil 500 millones de años de existencia, la evolución de los homínidos 15 millones de años. Y sin embargo en el pasado siglo el evolucionado homínido se ha convertido en un implacable depredador de su propia especie y ha caído en las redes del ecocidio.
Quizá imitando al gorila y sus costumbres tendríamos mejor desempeño del que mostramos arropados en los pliegues de la tecnología de punta y de los viajes interplanetarios que confirman la omnipotencia y narcisismo del animal humano, que en su involución ha olvidado el más elemental de los preceptos: šno matarás!