EU EN PIE DE GUERRA
Jim Cason y David Brooks
Washington bajo ataque
Sensación de inseguridad en la capital
"Desaparecen" unos 500 periodistas
Los helicópteros Blackhawk vuelan lo suficientemente
bajo sobre esta capital como para ser plenamente visibles cada día
al ir de ida y vuelta entre la torre del monumento a Washington y el Capitolio
y alrededor de otros monumentos con el estruendo de sus motores provocando
ecos por la ciudad a lo largo de la noche, a veces interrumpiendo el sueño
de muchos residentes.
Las ampliadas fuerzas policiacas desplegadas permanentemente
en los principales cruces y frente a edificios y monumentos federales,
los vehículos militares en camuflaje Humvee con baterías
móviles de misiles ubicados en varios puntos de esta ciudad, y el
cierre de ciertas calles manifiestan un sentido general de que esta capital
está bajo ataque.
Todos los días hay recuerdos de que se está
viviendo una nueva situación. Un niño de cuatro años
que visitaba el monumento a Franklin D. Roosevelt le pregunta a sus padres
por ese helicóptero negro que vuela sobre su cabeza con hombres
asomándose por sus puertas vigilando el terreno abajo.
La
policía, equipada con nuevo armamento, está de guardia en
las cuatro esquinas del jardín botánico nacional, vigilando,
mientras una madre con su hija de ocho meses visitaba el lugar buscando
un poco de paz. Su compañero se pregunta si la calcomanía
sobre el carrito de la nena, que dice "no a una guerra con Irak", provocará
que sean detenidos, pero pasan sin incidente al jardín ahora muy
vigilado para ver las orquídeas y otras plantas exóticas.
La policía reacciona de inmediato cada vez que
un automóvil parece desacelerar al pasar cerca de la Casa Blanca
y los taxistas son amenazados con multas si se detienen, así sea
por un minuto, para bajar pasajeros ahí. Las medidas de seguridad
requieren ahora de verificación de identificación para poder
ingresar a ciertas calles y los visitantes tienen prohibido entrar con
armas peligrosas como clips a lugares como la Biblioteca del Congreso.
Pero con tanta seguridad, sólo hay interrogantes
y una sensación de inseguridad. ¿Qué pasó con
el responsable de enviar cartas envenenadas con ántrax a varios
medios y oficinas de senadores que causó la muerte de dos personas
y la clausura del Congreso? Los medios ya no mencionan el asunto, pero
el sospechoso -identificado el año pasado por la FBI como probablemente
un hombre blanco, ciudadano estadunidense y ex empleado del gobierno-,
aparentemente sigue libre y con poco riesgo de ser descubierto.
Pero el cartero que entrega el correo en las oficinas
de La Jornada sigue trabajando desde una instalación temporal,
ya que el gobierno todavía está decidiendo si la oficina
de correos donde antes trabajaba está libre de ántrax. El
Servicio Postal, que al inicio mintió sobre el peligro, tiene ahora
una tarea difícil para convencer al gremio de los trabajadores postales
de que ese edificio está seguro para los empleados.
También parece que a los legisladores federales
se les ha olvidado el ataque de ántrax y la falta de resultados
en la investigación del atentado. Pero varios de ellos sí
tuvieron tiempo para girar una orden a las cafeterías del Congreso
para cambiar en los menús el nombre de "papas a la francesa" a "papas
de libertad", y las de pan francés a "pan tostado de libertad" como
protesta contra el gobierno francés por su decisión de oponerse
a la resolución estadunidense en la ONU.
Un juego popular ahora en esta capital es identificar
dónde están desplegados los vehículos blindados de
tropas, equipados con baterías de misiles: hay un número
de ellos alrededor del Pentágono, estacionados en esquinas al lado
de autopistas, cubiertos con redes de camuflaje, pero plenamente visibles.
Otros están estacionados por el gran parque al centro de la capital,
o el Mall, y se reporta que hay más en ubicaciones estratégicas
de esta ciudad.
Mientras tanto, los preparativos para la guerra continúan.
Se incrementa el número de periodistas que acuden a las ruedas de
prensa en el Pentágono y los enviados están reservando hoteles
y espacios para ubicar sus cámaras de televisión a fin de
colocarse en escenarios que todo mundo reconoce en esta capital.
A la vez, unos 500 o más periodistas han "desaparecido"
de Washington como si los hubieran secuestrado extraterrestres. De hecho,
comentan sus colegas, son los que han sido "insertados" en las unidades
militares ya desplegadas en Medio Oriente para "cubrir" la nueva guerra.
Aquí en casa, los administradores de oficinas en
muchos edificios comerciales están alertando a los empleados que
además de papel, clips y cuadernos, ya se cuenta con máscaras
N95 antigás, cinta adhesiva y mantas de plástico para protegerse
de ataques químico-biológicos. Las sirenas de vehículos
de emergencia son constantes en las zonas urbanas, pero aquí varios
residentes han comentado que sus temores se incrementan cuando estas sirenas
parecen continuar por demasiado tiempo, y es entonces que cunde la ansiedad
y los intercambios de preocupadas miradas, mientras intentan recordar las
rutas de evacuación y dónde están los miembros de
la familia.
Así es la vida, todos los días, en la capital
del país más poderoso.