Gilberto López y Rivas
Los pueblos tienen la palabra
Todo parece indicar que Estados Unidos llevará a cabo unilateralmente la agresión armada contra la nación iraquí, desatendiendo la multiplicidad de voces, pueblos y gobiernos que se oponen a la guerra. Para la oligarquía militar estadunidense y sus aliados locales de nada valen más de 130 millones de personas que se han expresado en favor de la paz a escala planetaria. El autismo de los fascistas que hoy gobiernan el país del norte es evidente: responde ciegamente a sus objetivos geopolíticos y a sus intereses económicos, e ignora la opinión pública interna e internacional, así como los reclamos pacifistas de sus intelectuales más connotados, a quienes les tiene reservado un lugar en la lista negra, como en los años del macartismo.
El gobierno de Bush, surgido de una elección fraudulenta, tiene una visión del mundo y una práctica política cercana a los modelos totalitarios de Alemania e Italia de los años 30 del siglo pasado. La caracterización del fascismo que el búlgaro Jorge Dimitrov describe como la dictadura terrorista de los sectores más regresivos del capital financiero, se ajusta plenamente a las circunstancias actuales de Estados Unidos y al grupo en el poder instalado en la Casa Blanca.
Privilegiar el uso de la fuerza fuera del mandato de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), violar el derecho internacional y extender el concepto de "su" seguridad nacional a todo el orbe lleva a Estados Unidos, al igual que hizo la Alemania nazi, a impulsar guerras preventivas que resultan en la ocupación militar de países soberanos y en el genocidio.
El fascismo surgió, entre otras cosas, para forzar un nuevo reparto neocolonial entre países capitalistas. En esta línea de argumentación, tras el buscado derrocamiento de Hussein, se instalaría un "virrey militar" estadunidense, quien, entre otras funciones, administraría la "futura reconstrucción" de Irak. ƑCuántas reconstrucciones más nos esperan?
Bush combina hoy decisiones militares y diplomacia muy en el estilo hitleriano: a Francia la amenaza cual república bananera, igual que a Rusia, a Alemania y a todos los países que se oponen a sus designios bélicos. Sin embargo, el vocero estadunidense afirma que con el Presidente mexicano no van a ser necesarias las presiones para que vote en favor de la guerra.
En estas condiciones existe un riesgo igual o mayor que la tragedia que se avecina para nuestros hermanos iraquíes y para la humanidad entera: pensar que el dominio de Estados Unidos es una fatalidad histórica contra la cual nada se puede hacer, daría origen a todas las justificaciones: desde quienes venden dignidad y principios por razones pragmáticas, hasta quienes ante la presunta inevitabilidad de la guerra sostienen que no debe ser una empresa solitaria de Estados Unidos.
Pensar que la lucha contra la guerra es inútil, sería como echar por la borda, por lo menos, toda la historia del siglo xx. Es olvidar la lucha leninista por la paz, a Gandhi y su legado de recuperación de la independencia del pueblo indio por la vía pacífica, las luchas de Rolland y Russell, y a todos aquellos que en las condiciones más adversas se enfrentaron con éxito a las agresiones coloniales e imperialistas.
Por ello, hoy es importante enfrentar a los halcones estadunidenses y a sus aliados (los mandatarios español, italiano e inglés), así como denunciar a quienes están haciendo cálculos de costo-beneficio antes de dar su voto en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Resulta incomprensible que el presidente Fox tenga que hacer "meditación trascendental" y "consultas" para decidir su voto cuando la alternativa está clara: México debe votar en contra de cualquier iniciativa que abra el camino de la guerra, reafirmando los principios de no intervención y la solución pacífica de los conflictos.
Se trata de no ser cómplices de la muerte -calculada en al menos un millón 200 mil niños-, de evitar que más de 60 por ciento de la población iraquí (18 millones) carezca de agua, lo que desataría epidemias, de no permitir que más de 3 millones de personas padezcan desnutrición y que no sean heridas 500 mil personas, según cálculos conservadores.
Es necesario recoger toda la acumulación de experiencias de resistencia de los movimientos populares contra el fascismo y el colonialismo, sin olvidar que alguna vez los jerarcas nazis auguraron mil años de dominio, pero fueron derrotados por los pueblos europeos y del mundo.
El camino de las movilizaciones populares trazado el pasado 15 de febrero puede constituir el antídoto para los planes imperialistas de Estados Unidos. Estamos convencidos de que los pueblos, incluido el estadunidense, tendrán la última palabra ante la barbarie de Bush.