El director Julián Hernández hizo
''una película para jóvenes''
Mil nubes... se filmó a partir de un
verso de Pasolini y escaso presupuesto
Figura entre las 15 cintas programadas en la Muestra
Internacional de la Cineteca
RENATO RAVELO
Un verso de Pier Paolo Pasolini, Mil nubes de paz cercan
el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor, retomado
por el director Julián Hernández, da título a su largometraje
realizado por el colectivo Morelos y ganador del Teddy, premio que se otorga
de forma paralela en el Festival de Cine de Berlín. Es una historia
de amor urbana, con temática gay e intensidad ambiental, que se
exhibirá en la Muestra Internacional de Cine el miércoles
19 y el jueves 20.
Música
e iluminación hacen contrapunto en esta historia que protagonizan
Juan Carlos Ortuño, Juan Carlos Torres y Salvador Alvarez, que tiene
en Diego Arizmendi el trabajo de fotografía en el que, en otro guiño
al cineasta italiano, son frecuentes los ''planos secuencias y la frontalidad",
en palabras de Hernández, cuya pertenencia al grupo Morelos, desde
hace casi 10 años, se había visto en cortos.
Mil nubes... deja de ser exclusivamente una historia
gay, casi desde los primeros planos y pasa a esa búsqueda poética
de la imagen: ''Concibo la foto no como el acto de iluminar a los personajes,
sino para crear los ambientes y que los personajes se desplacen", señala
Arizmendi.
Oferta en Estados Unidos
El productor Roberto Fiesco opina que el público
al que se podría dirigir Mil nubes..., sin ser el gran público,
sí serían los buenos espectadores que ''recomienden la cinta
de boca en boca. Ahora sólo tenemos una oferta de exhibición
en Estados Unidos. La cinta costó menos de 500 mil pesos y diría
que es muy extraña para ser mexicana".
Gerardo conoce a Bruno en su trabajo del Centro, en un
billar, y muy pronto se enamoran, pero también se separan. La odisea
de Gerardo tratando de encontrar a Bruno consiste, además de padecer
la ausencia, en intentar comprender una última carta. El puente,
de lugar de encuentro, pasa a ser sitio de duelos, y el café, de
sitio celebratorio, donde dos enamorados se hablaban sin abrir la boca,
pasa a ser el espacio de las palabras temerosas, donde ya no suena Sara
Montiel.
Hernández explica que ciertamente la obtención
del Teddy, el premio a la mejor película con temática homosexual,
les abrió las puertas para recibir otras ofertas ''en las que consideraríamos
los requerimientos de los productores. Sin embargo, creo que esta película
no sólo tiene una posición sexual, sino también sentimental.
Es una historia de amor, contada en blanco y negro, porque así las
personas ven los acontecimientos más realizables en su vida".
Como grupo, señala, ''desde el CUEC tuvimos en
común ver que el cine se hacía con una asepsia sexual y sin
pensar en cintas para jóvenes. Esta es una película para
jóvenes".