Donde no estén ustedes es el nuevo
título del narrador publicado por Tusquets
Evoca Horacio Castellanos ''a un hombre que fue diplomático
durante breve tiempo''
RENATO RAVELO
La felicidad no necesita ser narrada, opina Horacio Castellanos
Moya, quien cuenta la historia de un diplomático salvadoreño
con nexos políticos en México, que cae en desgracia a los
65 años y que debe refugiarse en una cuarto de azotea de la colonia
Santa María la Ribera, donde vivía una antigua colaboradora,
asistido sólo por una infanta gorda 40 años menor que él.
Es
la narración de la posguerra, sostiene el autor de Donde no estén
ustedes, ''como un gran fracaso. Es un mundo que entre 1989 y 1994
se acabó. Ahora lo vemos, pues paradójicamente el próximo
domingo habrá elecciones en El Salvador: contienden la derecha y
la izquierda que no resuelven sus problemas con las armas".
El personaje evoca, explica, ''a un hombre que fue diplomático
durante breve tiempo, pero fue cuando alcanzó su mayor posición
social, perteneciente a una generación en la que se permitía
transitar la frontera resbaladiza entre izquierda y derecha, cuando no
te mataban inmediatamente si eras comunista".
Componentes de misterio
El otro personaje fuerte de Donde no estén ustedes,
libro publicado por editorial Tusquets, ''es un detective que de
hecho dejó de serlo, se podría decir inclusive que es un
antidetective, cuya labor es establecer un misterio". Periodista y escritor,
Castellanos Moya es autor también de Baile con serpientes.
Su prosa fue calificada en España de ''violenta, de tan desnuda",
con esa evocación a la fama de duro que tiene por ejemplo en Los
Angeles La Mara (pandilla) salvadoreña.
-¿Novela policiaca?
-Creo que aunque se manejan elementos de la novela negra,
le pediría al lector que se acercara en busca de una novela normal,
que atraerá su atención con componentes de misterio.
-Un poeta salvadoreño dijo en una ocasión
que ahí no hacen novelas por el calor.
-Creo que esa no es una razón, ciertamente en todo
caso haces la novela en calzoncillos, pero sí debe haber una razón
para que haya más poetas. He escrito seis novelas, una de ellas
íntegramente en El Salvador. Creo que es un país que no tiene
una fuerte tradición literaria. Pesa más Nicaragua. El salvadoreño
es más prototipo de comerciante, emigrante. No es tan importante
dedicarse a la literatura.
-¿Cómo sobrevive su vocación?
-Cuando hay vocación debe haber persistencia. Tienes
que escribir lo que tienes que escribir. Paradójicamente en El Salvador
tengo muchos lectores, y el hecho de que mi libro El asco lleve
siete ediciones es algo poco común. También tiene que ver
con salir, si tratar de salir implica reventar el medio, se hace.
Anécdota añeja
-¿Cómo surge la historia?
-Esta anécdota se fue añejando con el paso
del tiempo. Alguna vez se la escuché a alguien de esa generación,
cuando la utopía comunista, en el periodo de la preguerra civil.
Antes de la guerra y de la actual estabilización política,
basada en la macroeconomía, que sin embargo aún no resuelve
los niveles de pobreza del país. El personaje se fue armando de
a poco, aunque por supuesto no conocí a nadie que viviera en un
cuarto de azotea de la Santa María.
-¿La literatura resuelve lo que a veces el periodismo
no puede?
-En primer lugar, creo que son dos terrenos en los que
se manejan especificidades propias. Pero ahora que lo planteas, quizá
hay cierta actitud de curiosidad, una influencia indirecta, la otra cara
de la moneda, no ajena como actitud vital.