Se usaba un avión Aravá para echar
al mar a las víctimas: "entre 8 y 12 en cada viaje"
En los 70, Quirós y Acosta comandaban una unidad
autónoma: fuentes militares
En la base de Pie de la Cuesta los ejecutados
eran metidos en bolsas, aseguran testigos
JESUS ARANDA
Los
generales Francisco Quirós Hermosillo y Arturo Acosta Chaparro comandaban
en los años 70 una unidad del Ejército que tenía plena
autonomía en su accionar y las atribuciones suficientes para llevar
a cabo detenciones y otras arbitrariedades durante la guerra sucia,
revelaron fuentes militares, quienes precisaron que por estar comisionados
ambos oficiales en esas actividades, el proceso penal en su contra por
el homicidio de 143 campesinos en Guerrero está plenamente justificado
en el fuero de guerra.
De acuerdo con la investigación que lleva a cabo
la Procuraduría General de Justicia Militar (PGJM), Quirós
y Acosta tenían a disposición de la Brigada de Policía
Militar -que en aquel entonces dirigía Quirós-, el avión
Aravá, de la Fuerza Aérea Mexicana, con una tripulación
independiente.
Ante la pregunta que surge al conocer el expediente de
la causa -en el que se señalan los poderes que tenían en
aquel entonces para movilizar personal y una aeronave sin que lo conociera
el alto mando del Ejército-, Quirós Hermosillo tenía
el grado de coronel y Acosta Chaparro el de capitán primero; fuentes
militares cercanas a la investigación aseguran que aun cuando los
oficiales tenían en aquel entonces rangos medios, como tenían
autorización para utilizar la aeronave y efectivos a su cargo utilizaron
ese poder para actuar impunemente en el asesinato de al menos 143 campesinos
en la base militar de Pie de la Cuesta, en Guerrero, donde luego de ultimar
a sus víctimas las lanzaban al mar desde el mencionado avión.
Según el expediente de la causa, la PGJM cuenta
con la bitácora de 33 "vuelos de la muerte" y testimonios de personal
de vigilancia que confirman el lanzamiento de entre ocho y 12 cadáveres
al mar "en cada viaje", entre 1975 y 1979. Según las averiguaciones
de la procuraduría castrense, las declaraciones de testigos como
Gustavo Tarín Chávez revelan que fue por órdenes de
Quirós y Acosta que "los cuerpos eran metidos en bolsas de lona"
y los colocaban en el avión Aravá, lo que coincide
"en tiempo y espacio" con las bitácoras de vuelo.
Cabe señalar que el avión Aravá tiene
capacidad para 24 personas, mide 13 metros de largo y sus dos hélices
le permiten alcanzar altitud de crucero de 7 mil 620 metros y una velocidad
de 397 kilómetros por hora. De los 12 aparatos de ese tipo adquiridos
por la Fuerza Aérea Mexicana en 1973, uno o dos todavía se
mantienen en activo.