Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 11 de marzo de 2003
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Política

José Blanco

La semana pasada dibujé en este espacio un aplastamiento imaginario a mansalva de Estados Unidos a Irak. Ese escenario partía de hipótesis aún plausibles: 1) Estados Unidos haría uso de sus armas de destrucción masiva, asesinando a miles de iraquíes de la población civil de todas las edades y condición, con el argumento cínico de que Irak podría usar armas de destrucción masiva, que nadie ha demostrado que posea; 2) Estados Unidos llevaría a cabo esa destrucción masiva con independencia de lo que resuelva el Consejo de Seguridad; 3) dada esa determinación inamovible, los estados miembros del Consejo de Seguridad terminarían por ceder frente a Estados Unidos con el objetivo "mayor" de preservar el multilateralismo y la legalidad internacional.

En estos días ese escenario bajo tales premisas parece desdibujarse en parte, a la luz del informe y la solicitud del jefe de inspectores Hans Blix; de la reiterada posición de Francia, Rusia y China en contra de la guerra; del apoyo a la misma posición de Alemania y otros países, y de los grotescos titubeos de Blair de último momento, por los cuales parece haber sido llamado al orden por el capo.

La posición mexicana ha sido sinuosa en su trayectoria, lejos de la posición nítida de Francia. Hubo declaraciones del presidente Fox de que nuestra posición no era inamovible; recientemente se acercó a la propuesta canadiense de darle un plazo a Irak hasta fines de marzo; frente a la llamada de Bush, Fox pareció decir un no categórico a la guerra; en intervención pública posterior dijo que si hay conflagración será responsabilidad de Hussein (no de Bush, como será en los hechos), y al final una decisión de Estado la piensa como una consulta selectiva. Nadie sabe, pues, cuál es la posición del gobierno (que pareciera tener frío).

Hay titubeantes y no es imposible que alguno(s) pudiera(n) cambiar de posición; pero Francia y Rusia o buscarán la mayoría en el Consejo de Seguridad o ejercerán su veto; por tanto, entramos al peor escenario: habrá aplastamiento de Irak y también de la legalidad internacional. No es de ninguna manera el caso que, entre un mal escenario y uno peor, a la comunidad de estados del mundo conviniera inclinarse por una "legalidad" creada ex profeso.

El mundo se mueve en un extremo crítico con inmensos riesgos. No sólo se trata de un imperio en este momento gobernado por una clase política de rapiña, sino también de la estrechísima camisa de fuerza de la legalidad internacional, entre otros factores.

Cuando en 1973, en medio de una impetuosa crisis económica internacional, Nixon desligó al dólar del oro, dio muerte al patrón dólar de medios de pago, y ese suceso se volvió emblemático del fin de la edad de oro del siglo xx del capitalismo internacional, 1945-1973. Desde este último año el mundo se ha convulsionado en medio de transformaciones vastísimas, pero la legalidad internacional que rigió a ese tramo dorado continúa siendo la misma, aunque ya es inservible. El mundo requiere una nueva institucionalidad, funcional, democrática, capaz de procesar civilizadamente los conflictos internacionales y de contener al bravucón del barrio norte, siempre dispuesto a pasar por encima de una ley que no cuadra ni con sus afanes expansionistas ni, en sentido contrario, con las necesidades de defensa del resto del planeta.

Bush busca relegirse aplastando a Irak, pero esa decisión acarreará al gobierno estadunidense el mayor descrédito que haya padecido nunca, y la pérdida de su legitimidad política abarcará al globo. La decisión de Estados Unidos es un gran riesgo porque otros gobiernos pueden sentirse en libertad de aplastar a sus vecinos en una acción "preventiva" a la estadunidense. Pero la crisis política del presente puede también abrir la oportunidad de reinventar las instituciones de gobierno del planeta.

El marco legal que rige la crisis de Irak es la resolución 1441 del Consejo de Seguridad; ahí se amplían los poderes de la Comisión de Naciones Unidas para la Inspección, la Verificación y el Desarme (Unmovic) y de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), y se comprometen 14 acuerdos. Ninguno de ellos establece que Irak deba ser bombardeado e invadido en caso de que no esté a la altura de las exigencias de Unmovic, ni mucho menos establece que el dictador sea derrocado. Estados Unidos está impedido de obtener la aprobación por el Consejo del crimen brutal que está a punto de cometer, porque no está previsto en el marco legal aprobado por el Consejo. Ninguna nueva resolución ha modificado los acuerdos de la resolución 1441.

Fox se equivocaría de medio a medio votando sí a la matanza y a la ilegalidad. Sí al desarme de Irak por la vía pacífica, absorba el tiempo que absorba; sí a la eliminación de las armas de destrucción masiva de todo país que las posea; sí a una nueva legalidad y a una nueva institucionalidad para el mundo, erigida sobre la base de los derechos humanos de todos los pueblos.

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